En su mirada

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Se dejó llevar por el momento. Todo le acompañaba esa mañana de duro trabajo. Estaba radiante y notaba cómo la energía fluía por todo su ser cada vez que colgaba el teléfono. De las dieciséis llamadas de clientes de esa mañana había recuperado 7 contratos, apaciguado a 4 clientes irascibles y conseguido 5 nuevas firmas para su cartera.
Decidió hacer un descanso y se acerco a la cafetera. Pulsó el botón que puso en marcha el aparato que le sirvió un capuchino templado y noto como un delicado dedo tocó su hombro. Se giro sobresaltado y pudo ver unos los ojos más verdes cristalinos que había visto en su vida. La mirada de esa chica le inundó y no pudo contener su mente, dejándola llevar hasta una noche en un puerto con ella de la mano en un paseo eterno que acaba en un beso inmortal. Se vio haciéndola disfrutar del tacto de sus manos y su cuerpo en noches de sexo infinitas. Ella misma lo aparto de su letargo.
– Perdona, ¿me podrías decir cómo funciona?
– Si claro. - contestó mientras sacaba su tarjeta para invitarla- Solo tienes que pasar la tarjeta de empleado y pulsar la bebida que quieras. Deja que te invite por ser nueva por aquí.
- Gracias. He venido alguna vez por aquí pero me apetecía un descanso - contestó ella -. Hoy ha sido un día muy productivo y me merecía un pequeño parón antes de seguir.
La miró de nuevo tras pasar la tarjeta. Ella se adelantó para elegir su bebida, un expreso intenso sin azúcar. Pudo ver su larga melena castaña carr por su espalda que le hizo volver a sumirse en sus fantasías. Cuando la chica cogió su café dió un paso atrás para mirarle directamente a los ojos.
Se hizo un silencio extraño entre los dos. Se acabó su cafe capuchino cuando ella empezó a hablar.
- Gracias por el café - dijo y tomó un largo trago - Ha sido un placer Dylan
- De nada..  espera, cómo sabes cómo me..
Pudo notar el frio tacto de mano de la chica en su brazo. Se abalanzó sobre el para darle un beso en la mejilla. Fue un beso frio, sus labios eran fríos, sus ardientes fantasías se helaban y se convertían en un páramo frio, angosto y oscuro. En su mente la chica se distanciaba mientras el caía.
– soy Muerte, - dijo ella- hora de volver al trabajo.
Y se desvaneció de su vista, y se desvaneció todo y acabo inundado por unos ojos verdes cristalinos.

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