Tommy

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He conocido a Amy de toda la vida, mis papás han vivido en el mismo vecindario desde antes que nacieran mis hermanos  y yo, así que mis papás conocen a los de Amy, desde antes que naciéramos. Pero la primera vez que me fije en ella, fue mucho antes del kindergarten, era en esos tiempos que nuestras mamás nos llevaban al parque a jugar en la caja de arena y los columpios. Ese día soleado alguien llevo una pelota inflable, así que varios niños correteábamos detrás de la pelota que el viento se empeñaba en llevar de un lado a otro, los niños corríamos y reíamos mientras perseguíamos la dichosa pelota, sin sentido, sin reglas, como suelen jugar los pequeños; pero no Amy, ella estaba empeñada en no dejar que pisáramos las hormigas. Primero, colocó bolsas y botes, lo que encontraba para crear una barrera que protegiera a las hormigas, después se cansó de que pasáramos por encima de su fuerte, pero no por eso desistió de su cometido, no Amy, nunca renuncia, solo que decidió cambiar su táctica de defender las hormigas de morir aplastadas. Ella comenzó a cambiarlas de lugar, las llevaba en sus manos de dos o tres hormigas a la vez hasta donde estaban unas flores. Después de observarla un rato decidí ayudarla, me pareció mejor que correr tras una pelota, así que con un vaso de plástico, llevamos montoncitos de hormigas a su nuevo hogar, lejos de los zapatos de los niños, su nuevo hogar era entre el basurero y un arbusto seco. Al final del día, cuando mi mamá dijo que era hora de regresar a casa, le grité: "Creo que todas las hormigas morirán de tristeza por  estar perdidas lejos de casa o morirán ahogadas cuando llueva". Amy se echó a llorar y comenzó a regresar las hormigas hasta el agujero de donde habían salido; yo ya iba en brazos de mi mamá así que no supe que paso después o lo olvide.

 La segunda cosa que recuerdo de Amy es cuando nos hicimos amigos, creo que es la única que recuerda ella, si recordara la primera lloraría aún por las hormigas.  Fue cuando estábamos en kindergarten, habían empezado los días calurosos y la señorita Rubí nos llevó afuera del aula para que identificáramos colores en la naturaleza, después de un rato vi a Amy cargando conos de papel llenos con agua y llevándola a los niños de la clase, algunos se la tomaban como un mandato, otros se le quedaban viendo a punto de llorar, y otros la comenzaron a arrojar unos a otros; la pequeña Amy seguía tan atareada en su cometido que no se daba cuenta de lo que hacían los demás niños, y la señorita Rubí solo intentaba calmar a los que arrojaban el agua, sin reparar en Amy. Ahí decidí que Amy era la mejor niña de toda la clase y yo el mejor chico, por lo tanto quería que fuera mi amiga, me puse a un lado de los bebederos y la ayudé a llenar los conitos de agua, para cuando terminó la actividad el piso estaba lleno de los conitos, algunos niños mojados y otros llorando. La maestra regañó a Amy y a mí, Amy le decía a nuestra profesora, la señorita Rubí, que había visto en la tele que si no se tomaba agua en los días con más calor, se podía morir y por eso iba repartiendo conos de agua a los niños. La pobre señorita Rubí estaba algo perturbada con tanto niño mojado o llorando y sin entender los sentimientos de Amy, que no le hizo el menor caso y nos fuimos sin castigo.

 Creo que ahí fue la primera vez que me vio, no como a un niño más del salón o la calle, si no como Tommy el amigo que la acompañaría en cada aventura.

Cuando sonó la campana que anunciaba la hora del recreo, todos saltaron de sus sillas y corrieron hacia afuera, Amy fue la primera en salir, desde hacía rato la veía con un pie adelante, como a mitad de dar un paso y correr a la salida, yo tomé mi lonche y salí despacio, casi contando cada paso, para darle tiempo de preparar lo que quería decirme.

Cuando llegue al área de juegos, ya se veían los niños correteando de un lado a otro como si hiciera horas que estuvieran ahí, de inmediato vi a Amy subida en el pasamanos, pero no en lo alto de la escalinata, sino subida en la parte de arriba y en medio del pasamanos, -- ¡Sube Tommy, sube!—gritó,  así que corrí y trepé con ella.

-- ¿Has volado? --preguntó 

--Si, este verano a Florida-- 

--No hablo de subirte en un avión, hablo de volar de verdad--

--¿Cómo las gaviotas?--

--Sip, o como Superman --

--Creo que nop…

-- ¿Crees?!!!--

--No Amy, nunca he volado, no creo que nadie haya volado nunca, a menos que cuentes las mochilas esas" jet pack" que te impulsan como cohete a la luna --

--Este verano pude, bueno casi--

-- ¡Qué dices Amy!! ¿Tienes superpoderes? ¿Vienes de marte? ¿Te picó una araña radioactiva en Montana?!!--

-- No tonto, mira, atora tus pies bien en los pasamanos, ahora extiende los brazos y déjate llevar por el viento--

--¡Rayos! no hay viento, ni una pizca --

-- Quiero que sientas esa sensación de estar en un lugar alto y ser llevado por el aire, te lo juro Toni creo que es lo único que quiero en la vida, volar libre.--

-- ¡Tomas! ¡Amy! bajen de ahí inmediatamente --  gritó la señorita Jacobs.

El sueño de AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora