Capitulo 1:

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Si busco la forma en la que todo comenzó es difícil encontrarla, casi imposible diría yo... Pero si rebuscamos en aquellos pequeños recuerdos que se ubican en la parte más recóndita de tu mente, si exacto en esa misma donde se ubican los nombres de aquellas personas que odias o aquellas contraseñas que ya jamas utilizas, ahí mismo encuentro como fue que mi vida cambio, y no solo eso, si no él día exacto. Tu pensarías que siendo él cambio de mi vida no seria algo que casi olvido, pero te equivocas...
¿Por que?
Hay tantos recuerdos en mi mente que aquella mínima cosa se tiene que ubicar ahí, en la delgada línea entre ser olvidada y quedarse por un tiempo ahí.
Aun que si lo pienso bien tienes razón, él como conocí a aquella persona tendría que ser algo para nunca olvidar...

Fue en un Domingo,para ser más especifica, el tercer día de Marzo, un día como cualquier otro, mis padres no habían podido asistir a la iglesia en la cual tomábamos misa todos los domingos desde que tengo uso de razón, sin embargo ellos habían insistido en que yo asistiera sola, así que ahí estaba yo.
Al finalizar la ceremonia, salí de aquel lugar dando paso a los mayores, esperando hasta el final.
Al empezar a caminar con dirección a mi casa,los señores y señoras me saludaban, ya que como lo he mencionado mis padres habían procurado darme una buena educación católica llevándome a misa todos los domingos. Basta con decirles que hasta la escuela secundaria había asistido a instituciones religiosas.

Yo como buena hija que era no había echo comentario alguno pues era la decisión de mis padres y la respetaba, siempre procuraba ir a eventos de caridad, pues así era como me habían educado, se había pasado de generación en generación.

Seguía caminando con dirección a mi casa para la cual no faltaban más de 15 minutos, pero justo en ese momento e interrumpiendo alguno de mis absurdos pensamientos alguien grito

-Hey¡¡

No volteo la mirada ya que si algo me han enseñado mis padres es no meterme en pláticas ajenas, por lo tanto sigo mi camino. Al poco rato vuelven a gritar.

-Hey Chica.

Bueno eso ya se estaba poniendo raro ya que soy la única joven que ha asistido a misa él día de hoy en cambio toda la iglesia estaba repleta de adultos mayores.

Me doy vuelta pero al hacerlo me doy cuenta de que la persona que me había gritado era un joven de no más de 18 años de tez blanca y cabello negro, tan negro como si acabara de llegar del infierno y se le hubiera chamuscado, los ojos que tenía eran azules pero de un azul un tanto grisáceo. Me doy cuenta de que en lugar de contestarle me le he quedado mirando, y el espera mi respuesta.

-¿¿Si??- contesto con una voz un tanto tímida y ronca.

-Vaya, vaya me preguntaba que hacia una muchachita tan joven y tan sólita.

-Le aseguro que no es de su incumbencia señor.

-Y con carácter la niña- me he volteado en cuanto supuse que solo querría molestarme- Para- me ha dicho cuando empece a caminar de nuevo.

No pare de caminar pues esa persona solo quería molestar y la primera con quien se había cruzado en el camino era yo, lo ignore para que así se aburriera de su tonto juego. Pero me equivoque...

Llego por la parte de atrás y me lanzó él brazo izquierdo por él cuello, tal como si me conociera de mucho tiempo.

-¡¡¡Suéltame¡¡¡- dije con una voz tan dura que hasta yo me sorprendo, el chico se paró congelado conmigo en brazos .

-Vale, vale no es para que te pusieras así... cualquiera diría que te estoy violando. ¿Qué tal si te invito un café? 

Puse mala cara, ¿desde cuando personas que acabas de conocer te invitan un café?

-Oh perdona. No me he presentado correctamente. Mi nombre es Jake.- dijo esto ultimo con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando los dientes más blancos que había visto en mi vida.

-Un placer Jake pero no tomo café – conteste siguiendo mi camino con él detrás de mi.

-¿Y un helado?- al momento en que me voltee para darle una respuesta desee no haberlo echo, el me miro con una cara que para mi disgusto era incapaz de negarle lo que me pedía.

-Solo uno y después me dejaras en paz ¿entendido?

-Claro, si, perfecto, bueno y ¿a donde te gustaría ir?-dijo nuevamente con aquella sonrisa.

-Conozco un lugar en donde los helados son riquísimos-"Cerca de mi casa, un punto donde podría  echarme  a correr" fue lo que imagino que pensé.

-Pues vamos- me dijo y empezamos a caminar.

A medio camino decidí iniciar la plática, ya que hasta ese momento habíamos caminado en completo silencio.

-¿Eres de aquí? ¿No te había visto?- pregunte.

-En realidad me acabo de mudar hace unos pocos días.

-Oh vaya... y te gusta molestar a jovencitas- me burle.

-¿Molestar? O no, yo prefiero el termino ayudarlas a que su vida no sea tan patética.-se burlo él.

Oh genial lo que me faltaba... El típico niñato que se cree la gran cosa y que cualquiera cae rendida ante él.

-Te aseguro que mi vida no tiene nada de patética¡- le conteste aunque la verdad recuerdo haberme preguntado si era verdad lo que decía.

-No te creo- me dijo alzando ambas cejas y mirándome divertido.

-¿Porque no me creerías?- dije haciendo lo mismo que el.

-Te haré un par de preguntas y tú me las contestas con toda sinceridad ¿vale?

-Vale

Justo en ese momento llegamos a la heladería y al llegar al mostrador pedí un helado sencillo y él el suyo, nos sentamos en unas de las tantas mesas que habían en el establecimiento.

Sabía lo que pensarían mis padres si me hubieran visto en ese instante pero que puedo decir, nunca se enteraron así que no les hizo daño.

-¿Eres completamente feliz?- comenzó a preguntar, tenía la cara seria, y parecía que hablaba con toda la seriedad del mundo.

-Supongo que si- conteste- tengo todo lo que quisiera: una familia que me quiere, una casa, un techo, comida, no me falta nada.- dije comiendo un poco del helado al finalizar.

-Excepto lo esencial: amor.- Cuando Jake dijo eso, recuerdo haberlo mirado, recuerdo su mirada profunda. 

-Eso no es esencial, o al menos no lo es para mi vida.-dije haciendo un gesto con mi mano restandole importancia. 

-No entiendo por que crees eso, eres hermosa, linda, inteligente, tienes carácter, ¿que más podría pedir un hombre? Eres aquello que cualquier hombre quisiera Kate.

-¿Como sabes mi nombre?- me levante asustada ignorando completamente todo lo que había dicho ya que recordaba perfectamente que jamas le había dado mi nombre.

-Me lo dijiste tu.- dijo con toda la confianza del mundo, pero en su mirada había una señal de sorpresa.

-Claro que no. Ahora si me disculpas tengo que irme.-lo corte y al terminar de decir eso...

Salí corriendo, tan rápido como mis piernas me lo permitían. 

Mi Ángel Negro (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora