Al finalizar otro día aburrido de clases, metí mis útiles a la mochila, agarre esta para colgármela por un hombro y espere a que Jenn hiciera lo mismo. Íbamos caminando con dirección a mi casa, pasamos al lado de una tienda de dulces y decidimos pasar a comprar algunos. Llegamos a casa, como siempre y para sorpresa de nadie no había nadie. Subimos al cuarto en silencio, bueno para que mentir, todo el camino hacia acá, lo habíamos hecho en silencio.
En cuanto cerré la puerta, ella se abalanzo a mí y me abraso, las dos caímos al piso pero no dejamos de abrasarnos, tal vez piensen que somos unas exageradas pero jamás nos habíamos peleado por nada en el mundo, ni cuando eramos chiquitas por ningún juguete ni nada, Jenn y yo nos comprendíamos a la perfección por lo que no había necesidad de pelear por nada, por eso es que estamos así.
-Perdóname, perdóname, perdóname, por favor-decía ella llorando- no debí decirte esas cosas.
-Perdóname tu Jenn, debí comprenderte mejor.
-Es que todo fue...- seguía llorando, ni siquiera podíamos hablar porque todas las lágrimas se nos escurrían.
Decidimos no hablar hasta que termináramos de llorar ya que no salía ni una palabra bien dicha o con sentido al menos. Cuando ya no salió ninguna lagrima por ninguno de nuestros ojos, nos sentamos en la cama y sacamos los dulces que habíamos traído, en su mayoría gomitas ya que ambas amábamos las gomitas.
En lugar de ponernos a hablar empezamos a comer gomitas y las dos al agarrar una la cual estaba pegada por otra nos reímos cada una agarro una y las separamos. Reíamos, nos veíamos raras porque teníamos los ojos rojos de tanto llorar y con las risas no ayudaba mucho que digamos.
Empezamos a tomarnos fotos, con las gomitas como si fueran nuestros bigotes, haciendo caras, muecas graciosas. Algunas más mientras estábamos abrasadas y algunas más dándonos besos en los cachetes.
Cuando terminamos de bromear, y de comer los dulces, ya eran las 4 y Jenn tenía que irse en 1 hora.
- Cuéntame Jenn ¿Cómo es el?- pregunté.
-Él es muy tierno conmigo, es muy dulce me trata muy bien.
-Más le vale, si no voy y lo asesino.- dije bromeando.
-No creo que pase eso- dijo mientras se reía de mi tono amenazador.
Nos quedamos calladas, el silencio no era incomodo, jamás había sido incomodo algún momento entre las dos.
-Lo lamento- dijo de la nada.
-¿Por qué lo dices?
-A ti te gusta Jake y yo intente.... Yo casi los separo.- dijo mirando sus pies colgando de la cama.
-No, él no me gusta, solo somos amigos, pero si tú quieres que ya no hable con el dímelo, solo quiero que estés bien y que seas feliz.
-Soy feliz contigo a mi lado, sabes que eres lo único que me queda Kate- me dijo con los ojos llorosos.
-Lo sé, vamos no llores- la abrace aunque sabía que eso no la detendría, cada vez que surgía el tema de los padres de Jenn ella se ponía a llorar.
Los padres de Jenn habían fallecido en un trágico accidente de tráfico, ella se había quedado conmigo en esa ocasión ya que estábamos en una noche de chicas.
Nos estábamos divirtiendo mucho, mamá nos había hecho palomitas y estábamos viendo una película en la televisión nueva que tenía en mi cuarto, cuando termino la película, Jenn y yo decidimos hacer algo más, no queríamos dormir aún.
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Mi Ángel Negro (EDITANDO)
RomanceKate es la típica chica que jamas ha cometido ningún error, siguiendo siempre las ordenes de los demas siendo completamente sumisa hasta que un día llega Jake, él típico chico malo que te hace mojar las bragas de tan solo pensar en él. ¿Kate cambia...