El sonido casi inexistente de unas botas militares es lo único que se escucha en esa fría y oscura noche. Andra camina lentamente con un fusil entre sus manos. Estas lo agarran con firmeza y seguridad. Mira todo a su alrededor con cautela, manteniéndose oculta entre las sombras. Un hangar a medio destruir se presenta ante sus ojos, que lo inspeccionan en busca de hombres. A cuclillas detrás de un viejo coche, divisa rápidamente a un hombre en el tejado del hangar, más otro abajo, vigilando la entrada.Sus ojos vagan por todo el terreno, pero no localiza a nadie más. Su mente empieza a funcionar y de un momento a otro se encuentra detrás del hangar pegada a sus paredes, intentando escuchar alguna cosa. A sus oídos llegan algunos quejidos lastimeros y golpes.
Andra maldice en voz baja. Sube por la esquina más baja del barracón silenciosamente y se acerca a paso lento al sujeto delante de ella.
- Bu – susurra Andra en el oído del hombre una vez llega detrás de él. Rápidamente coloca las manos alrededor de su cabeza y la gira con fuerza partiendo su cuello. Coge su cuerpo con firmeza debido al peso muerto de este y lo recuesta en el techo sin hacer ruido.
Desde el borde del hangar localiza al otro que no se ha enterado de nada. Coloca el silenciador en el arma que lleva siempre guardada en sus pantalones y se sienta en el techo con cuidado. No hay mucha altura, por lo que salta quedando justo detrás de él, tapando su boca rápidamente.
- No hagas ni un maldito ruido, ¿te ha quedado claro? – el hombre se mueve con insistencia, pero aun así logra estabilizarlo y lo aleja de la puerta con el arma apuntando directamente a su cabeza, guiándolo por detrás de él. – Ahora mismo vas a decirme cuántos hombres hay dentro. – el susurro manda escalofríos en todo el cuerpo del hombre y niega con la cabeza, sin posibilidad de hablar gracias a la mano de Andra. Esta ríe por lo bajo y dispara sin pensárselo dos veces en la pantorrilla del chico.
El peso de este incrementa, pero Andra lo sujeta con fuerza impidiendo que caiga al suelo. Con lágrimas en los ojos que caen en la mano de la chica, hace una seña con la mano indicando dos.
Andra realiza la misma acción que con el otro sujeto y lo esconde detrás del viejo coche apartado a tan solo unos metros de la puerta. Con un suspiro, agarra de nuevo el fusil y se acerca a paso decidido a la puerta del hangar. Da una patada que hace que la puerta de abra de sopetón y los cuatro hombres se giran a mirarla. Sujeta el arma con fuerza apuntando a esos dos hombres vestidos con una especie de traje negro igual que los dos de fuera.
- ¿Qué? ¿Interrumpo algo? – Andra pregunta sarcásticamente mientras una sonrisa se posa en su cara. Los hombres la apuntan y esta antes de que pudiera hablar los interrumpe. – No creo que sea lo más inteligente que podáis hacer. – mira de reojo a los dos hombres golpeados atrás de los mafiosos. Estos la miran con desconfianza, pero en ningún momento han apartado la mirada desde que ha entrado. Están embelesados por la joven que ha aparecido de la nada. La observan, viste totalmente de negro y un pasamontañas adorna su cabeza. En sus manos porta un fusil que apunta a los dos hombres delante de ellos, aquellos que minutos atrás los habían secuestrado mientras realizaban patrullaje. Los habían traído aquí y los habían estado golpeando para sacar información sobre el Superintendente Jack Conway, pero estos no habían abierto la boca, cosa que cabreaba mucho más a los delincuentes.
Andra caminaba lentamente hacia los cuatro hombres sin dejar de apuntar a dos de ellos en ningún momento. Antes de que estos pudieran abrir la boca, un limpio disparo entre ceja y ceja adornaba la cabeza de los dos que cayeron al suelo en un golpe seco. Se acercó a los otros dos hombres y les quitó la cinta de la boca.
- ¿Quién cojones eres? – Andra sonrió con sorna y procedió a desatarlos.
- La que os acaba de salvar, ¿o no lo habéis visto? - intentaron ponerse de pie, pero solo consiguieron tambalearse, haciendo que la chica tuviera que sujetarlos. – Eh, con cuidado. Voy a llamar al hospital y a un patrulla. – tanto el comisario Volkov como el comisario Ivanov desconfiaban plenamente de la chica delante suyo, pero al estar desarmados, golpeados y con dolor en todo el cuerpo decidieron hacerle caso.
Andra recogió una de las radios posada encima de la mesa, junto con el resto de armas que serían de los agentes que acababa de salvar.
- Solicito refuerzos en mi 10-20, con urgencia. Dos agentes heridos, repito dos agentes heridos. – Andra habla con firmeza a través de la radio, mirando atentamente a los hombres delante suyo, estos casi inconscientes en el suelo.
Al otro lado de la ciudad, Jack Conway junto a sus mejores agentes de su malla acuden a la llamada confundidos y con preocupación. A toda prisa, montan en las patrullas y arrancan hacia la localización enviada.
- De acuerdo, supernenas. Greco, Gonetti, haced perímetro. Horacio, Gustabo, conmigo. Torrente, Leonidas, vigilad. – la voz del Superintendente es clara y ruda.
- 10-4, Super. – los agentes respondieron y procedieron a sus obligaciones. Mientras, Conway junto a Horacio y Gustabo caminaron con las armas en alto hacia el hangar y entraron, encontrándose los cuerpos de Ivanov y Volkov en el suelo, golpeados e inconscientes. A su lado, dos hombres de negro con un charco de sangre bajo sus cabezas.
- Joder – Conway fue el primero en acercarse a ellos a toda prisa. – solicitad un 10-38, ¡vamos!
- Sí, sí, ya vamos abuelo. – soltó Gustabo mientras se apartaba para no llevarse un golpe de su superior. Horacio, miró todo el hangar sin encontrar nada relevante, excepto las armas de los agentes y sus respectivas radios. Se acercó a los cadáveres inspeccionándolos, pero no encontró nada.
- Superintendente – las radios sonaron con una pequeña interferencia – aquí fuera hay dos muertos. No hemos visto nada más.
Desde la lejanía, Andra miraba con una sonrisa de lado al cuerpo de policía siguiendo la ambulancia que marchaba a toda prisa. Dio un suspiro cansado y arrancó su moto para desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, sin dejar rastro.
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¡Espero que os esté gustando! Si es así, podéis hacérmelo saber.
Una pequeña aclaración: la historia no seguirá completamente el hilo del roleplay real de Reborn, etc. La modificaré a mi gusto.
Muchas gracias por leer.
Besos.
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I K I G A I - Jack Conway
FanfictionIKIGAI. Razón para vivir. La única y exclusiva razón de Andra es vivir para proteger lo último que le queda, el Superintendente Jack Conway, jefe de polícia de Los Santos, Estados Unidos de América.