Capítulo 2
Andrea
Sus ojos estaban rojos e hinchados por llorar, hace nada se había terminado de comer una tarrina entera de helado de chocolate y tenía la lengua un poco dormida por tenerla casi congelada. Intentó colocarla en el paladar sintiendo un poco recorrer el frío como una sensación extraña esa parte.
Pausó la película que estaban viendo porque su mente estaba dando vueltas y vueltas a situaciones que acababa de revivir gracias a la película, y no se refería a ella. Se secó las lágrimas con un pañuelo y miró a su izquierda donde su mejor amiga estaba tan centrada en las baldosas del suelo como si pudiera medirlas con una regla imaginaria.
—No estarás intentando robarme las baldosas.
—Son bastante feas, pero a ti te gustan así —sonrió, esa era la faceta que siempre adoraría de Amelie.
Se abalanzó sobre ella para darle un gran abrazo, su amiga casi se da contra el bordillo del sofá, pero eso para Andrea no era importante, quería ser mimada en ese instante después de una dura película que le había avivado recuerdos de su infancia y tocado en zonas que pensaba que ya estaban cerradas al público.
—¿Estás hablando con segundas? —apretó entre sus brazos y mordió el brazo de su amiga. Amelie simplemente se dejó hacer y se mantuvo en silencio—. Hoy no te estás haciendo la difícil, ¿qué pasa?
—¿Qué crees que hay después de la muerte? —eso provocó que Andrea dejara de mordisquear y abrazar para enderezarse. No esperaba ese tipo de conversación el día de hoy, pero si era lo que su amiga necesitaba ahí iba a estar.
—¿Por qué?
Amelie le miró a los ojos por unos escasos segundos, después alzó la comisura de sus labios y aquella mirada ruda se suavizó hasta dejarla en una simple mueca, como si acabara de comprender que no necesitaba esa conversación en ese instante.
—¿Sabes jugar al ajedrez?
—No, nunca me ha llamado la atención, pero sí sé jugar a las cartas, ¿por qué? ¿Quieres jugar?
—Sabes que te voy a ganar, siempre te gano.
Lo que Amelie no sabía es que en verdad, siempre ganaba porque Andrea así lo quería. Adoraba ver a sus amigos felices y ella lo daría todo para que el resto lo fuera si así dependía de su mano. Su amiga era horrible en juegos de cartas y siempre tenía que estar pendiente de que no metiera la pata y las hicieran perder, aunque de vez en cuando dejaba que su pequeño pollito lanzara sus propias cartas.
A veces el destino era sorprendente.
—Quien gane hoy invita a una ronda —se levantó del sofá y fue hacia su habitación en busca del juego.
—¡Querrás decir que pague la botella!
Andrea se rió en voz baja.
Era bastante obvio que Amelie había cambiado el tema para no hostigar más, sin embargo, siempre sabía cómo sacarle la verdad a su amiga: paciencia y tiempo. Aunque no eran el fuerte de ninguna, manipular un poco nunca hizo daño, al menos no con ella. Era un acuerdo mutuo no verbalizado, ninguna de las dos eran tontas, sabían cuando la otra estaba utilizando sus trucos, pero se dejaban.
Siempre dejaban que la otra actuase como quisiera.
—¿Cuál es tu símbolo favorito?
—¿Perdón?
—En las cartas, ¿cuál es el que más te gusta?
Amelie se quedó callada por un momento.
—Diamantes.
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Días de histeria (Editando) [Libro 1 ✔Bilogía Histeria]
Ficção AdolescenteBuscar, encontrar y adivinar. Tres acciones que desembocan un sin fin de sucesos. Miedos, sensaciones y sentimientos. Odiaban el no saber y el saber. Sensaciones malinterpretadas por los sentimientos. Un juego donde no se sabe quien es la ficha d...