17. Maldito

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Era un hecho que ambos necesitaban olvidar lo sucedido, cada indirecta lanzada por la ágil mente de Gulliermo se había clavado profundamente en ellos, las que entendieron y las que solo conservaron en su memoria por la extraña reacción que causó en el otro. Tenían dos opciones; conseguir respuestas, teniendo, a su vez, que dar explicaciones, u olvidar por completo ambas partes. La segunda, por supuesto fue la elección de los dos, con tal de no revelar sus secretos, pero las dudas que plantó difícilmente serían olvidadas.
Su ánimo no era el mejor, tener que esconder algo tan importante de su pareja, los tenía abrumados, y el saber que los dos portaban estos secretos era desesperante.

El sol descendía, y con él, la temperatura; Vegetta terminó de preparar el jacuzzi y Rubius le ofrecía una copa del vino que cosechó el mismo Samuel en su inmensa isla, mientras tomaba un sorbo de su propia copa, el cual le generó un gesto que intentó disimular, sin éxito. El mayor, extrañado, decidió probarlo también.

-Para la próxima compremos vinito barato de Luzu.
-No está tan mal...
-Vegetta, tío, da asco esto.
-Creo que necesito probarlo de tu perspectiva.
En cuestión de segundos, le arrebató la copa y colocó ambas en una mesa, para robarle un beso apasionado, colocando las manos en su chamarra blanca, deslizándola sin cuidado alguno por los hombros de su novio, quien hacía todo lo posible por deshacerse de las prendas rápido, pero se detuvo cuando llegó a su bóxer, y le dio la espalda para quitárselo.
-¿Qué pasa? - preguntó Vegetta confundido
- No me mires así... hace frío. - giró un poco la cabeza para responderle.
-Tontito, ahora te lo quito.
Se pegó a él por detrás, acariciando sus brazos para disminuir aquella sensación que decía tener, y sellar esas caricias con un dulce beso en el hombro. Lo ayudó a meterse en el jacuzzi, para luego quitarse la ropa y hacer lo propio. No tardaron en enredar sus demandantes lenguas entre sí, acompañando con juguetones besos y roces por todo el cuerpo, sin tardarse demasiado en ello, pues Samuel necesitaba sentir el interior de su novio de manera desesperada, Rubius sentado de rodillas sobre su hombre, rozaba su erección contra la de él, mientras Vegetta con sus dedos dilataba al otro, pues no quería perder ni un segundo más, hasta que por fin decidió introducirse por completo. Y así fue como, con la luna sobre ellos y Rubén meciéndosele encima, echó la cabeza hacia atrás y arqueó la espalda en un grito liberador, cual lobo aullando a la luna.

Posó sus brazos sobre el borde del jacuzzi para descansar, y cerró los ojos.
- Ni creas que esto ha terminado, de Luque. - el mencionado abrió un ojo para encontrarse con el menor sentado sobre el mismo borde, con las piernas abiertas luciendo toda su longitud, firme, ante sus ojos - yo no me he corrido aún...
- Veo que se te quitó el frío.
- Calla y ocúpate.
Obediente, dejó su puesto de relajación para arrodillarse entre sus pies y poner su boca a disposición de las necesidades de su enamorado.

Luzu despertó motivado. Su bondad aún no le había permitido concretar su venganza contra Auron. Desde las elecciones se ocupó de estudiar rigurosamente temas de magia negra y hechicería, consiguió contactos en los pueblos vecinos con los hechiceros más reconocidos de estos, pero en su cabeza aún existía un debate entre vengarse y hundirse en el mundo del placer que le daría tanto poder sobre los demás y perder toda posibilidad de ser algún día el alcalde de Karmaland, y hasta de recuperar sus amistades, o intentar hacer las cosas bien de nuevo, y seguir el camino de nobleza que siempre había llevado, con el que, francamente, vivía tranquilo. Pero esto último implicaría que la gente podría seguir pisoteándolo cada que pueda. También estaba el factor de que volver a confiar en sus amigos le resultaría difícil y probablemente nada volvería a ser lo mismo. Y lo que había presenciado la noche anterior, fue la gota que derramó el vaso. Se puso a trabajar sus planes, y para la tarde, tenía ya una reunión importante que atender.

Llegó a aquella alta casa con la capucha de su sudadera cubriéndole el rostro, para que nadie supiera quién era, aunque... ¿quién más iba a andar por ahí vestido así? Antes de que tocara la puerta, ésta se abrió, y una mano le señaló que podía pasar.
- Llegas muy puntual.
- No hay tiempo que perder.
- En ese caso, paso de invitarte algo de tomar, ¿no? - Luzu soltó una risa casi imperceptible.
- Así es, Willy, vengo a hablar de negocios. - estas palabras lograron que abriera los ojos por primera vez en mucho tiempo - Quiero proponerte que unamos fuerzas, para mi sorpresa, tú eres la única persona que me ha mostrado lealtad. Y estoy buscando venganza contra todos aquellos que me traicionaron. Verás, estuve estudiando algo de hechicería... - sacó una poción de su mochila, y la lanzó contra su amigo, ocasionándole una distorsión terrible a la vista, de inmediato sacó un termo y se lo entregó - bebe esto.
Le hizo caso sin dudarlo, tardó unos segundos en recuperarse, y cuando lo hizo, miró fijamente a Luzu, desconcertado.
- Tío, no era necesario.
- Sí que era necesario, para que veas que todo es verdad.
- En todo caso, no sé de qué fuerzas hablas. Tú tienes la magia, o como sea que haya que llamarlo, pero nada te puedo aportar yo.
- Willy, Willy, Willy... Te he estado observando, sé que el cabecilla de la hermandad que ha estado aterrando al pueblo eres tú.
- ¿Qué dices?
- No te molestes en negarlo.
- A ver, ¿y cuál es el plan? ¿Matamos a todo el pueblo? ¿A todos los que no votaron por ti? ¿Al resto de la hermandad? Y luego, ¿qué sigue? ¿Le llenamos de minas el culo a Auron por asquerosa rata traicionera?
- Mejor con minas a que se lo llene con alguien más.
- Vamos, Luzu... tú eres mejor que esto.
- ¿Mejor que esto? ¿Y me lo dices tú?
- Lo que yo hago es diferente. Es diversión. Tú quieres echar todo lo que has construido a la basura, y por las razones equivocadas.

¡Discord, zorra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora