15. Sombras

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"No suena bien ya, que me diga zorra..." se decía a si mismo, entrando a su casa, dispuesto a llamar a quien atormentó su cabeza cuando llegó a Karmaland y lo hacía otra vez. No contestó los primeros 4 intentos. Pero al 5º...
- Luzu, escucha, yo... yo lo hice por tu bien, mi niño. Yo te tengo mucho cariño, la política te iba a destruir, eres una persona muy buena como para estar metido en...
- Para, Auron. No quiero escucharte más. Creí que me darías un explicación de verdad. Para decirme estas tonterías, mejor no hubieras llamado.
- Pero yo...
- Nada, siempre fui honesto contigo, me equivoqué al esperar lo mismo de ti; eres sopa de veneno, igual que los otros.
- No, mi niño. Entiéndeme.
- Adiós, Raúl.

El recuerdo de esa dolorosa llamada rondaba a Auron semanas más tarde, sentado en un sillón en su despacho. Lolito, había hecho público que se iría de vacaciones con Mangel, la primera dama, y dejaría a cargo del pueblo a su mano derecha, él. No había forma en que Luzu no se hubiera enterado de aquello, si bien es cierto que llevaba mucho tiempo sin salir de su casa, a lo alto de la montaña, sin que nadie viera qué sucedía ahí, y nadie se atrevía a visitarlo de nuevo, el comunicado del ayuntamiento estaba ya en el buzón de cada habitante.

- ¡Luzu, espera!
- Tío, no corras.
- Fuera de aquí. ¿No les bastó con traicionarme? - Les apuntaba con su arco, moviéndolo de un ldo a otro, pero con la vista fija en su amigo Vegetta, cuando el recién electo alcalde se abrió paso entre todos, parándose enfrente.
- Luzu... quiero decirte que tengo un puesto reservado para ti en mi gabinete.
- Muchas gracias, pero no aceptaré ningún puesto en tu gabinete. Ahora largo de mi casa, si quieren conservar un alcalde que festejar.
Todos rieron, sin mala intención, pero Luzu no pudo evitar sentirse herido y humillado. Así que disparó. Una flecha en llamas voló el sombrero de la cabeza del nuevo alcalde. Todos bajaban las escaleras corriendo, menos Vegetta y Rubius, este último con su mano en el hombre del otro, a manera de consolación, observaban preocupado como su amigo entraba a su casa lentamente.

Cuando llegó a oídos del pelinegro aquella pequeña riña después de las elecciones, fue con Lolito a reclamar.
- ¿Qué te pasa, tío? ¿Cómo vas a su casa a restregarle tu triunfo?
- Pero te he dicho mil veces ya que no era mi intención hacer eso. ¡Todo lo contrario!
- ¡Sí, hombre! Lo seguiste con el traje y la llave de la ciudad en la mano, ofreciéndole un puesto para consolarlo.
- Pues... ¿sí?
- Joder.

Si Luzu se enteraba que "el mano derecha" era él, jamás lo perdonaría, aunque... probablemente era muy tarde para preocuparse por eso ya. Decidió pedir ayuda del nuevo cuerpo de policía del pueblo para investigar si lo había leído ya, y si no, robar aquel papel, esperando que no se enterara. Claro que sus corruptos colegas aceptarían, pues no se ocupaban de sus verdaderos asuntos.
Fargan, quien Lolito había prometido no dejar convertirse en policía, no se encontraba en la estación en ese momento, su escritorio se veía, de hecho, como si no hubiera estado ahí en días. Pero Alexby estaba ahí, feliz de ayudar al juez karmaladiense.
Se encaminaron a casa de Luzu, con una charla poco importante en el trayecto.
- Te digo, Fargan no ha hecho más que comer rosquillas, alimentando los estereotipos.
- Joder. Debo decir que no me sorprende de Fargan.
- Ya, si es que no sé cómo es policía.
- Nuestro alcalde estaba muy cansado para pensar las cosas bien.
- Seguro, tío. - La característica risa de Alex se vio interrumpida cuando, casi en la cima, distinguieron la enorme muralla negra que rodeaba la propiedad de Luzu, con unos canales de lava al costado de las escaleras.
- Pero... Luzu, mi niño. ¿Qué has hecho?
Ambos contemplaban atónitos la estructura.
- ¡Oh! Yo sé qué está haciendo, es Mustafar, en StarWars, como Anakin, tío, qué guay.
- Venga, busquemos en el buzón.
No estaba ya aquel comunicado, pero el del piercing aprovechó para dejar una nota.

Luzu, mi niño, no te voté, pero lo hice
por tu bien, la alcaldía solo trae problemas
y hará de ti una persona triste y oscura.
Yo te quiero así, Luzu, siempre alegre,
siempre smile, nunca Luzu Sad. Te quiero.
FDO. Auron

Esas palabras que le había oído repetir una y otra vez no podían sanar el corazón roto del castaño, que cuando leyó aquello, horas después, no sintió más que rabia y rencor. Sentimientos que no eran propios de él. Tomó esas palabras vacías y las tiró a la lava. Una parte suya quería salir corriendo a aquel consultorio que tan bien conocía, interrumpir la sesión en que estuviera y besarlo una vez más, convencerlo de esa forma, para que mostrara sus verdaderos motivos. Pero otra parte, la que predominaba, estaba sedienta de venganza. Todos los que lo habían traicionado se lo pagarían.

Al anochecer, iba bajando por sus escaleras, por primera vez en mucho tiempo, con sus jeans rotos, sus tenis sucios, sus castaños mechones cubrían casi por completo sus ojos, dejando ver solamente las rojas ojeras debajo de ellos. Su aspecto jamás habría delatado su identidad, pues parecía más bien, la sombra de Luzu. Pero otra sombra interrumpió su camino, al pasar corriendo a un par de metros de distancia. Era Lobo Nocturno, a quien pasó meses buscando. Lo tenía ahí, para seguirlo y capturarlo, o dejarlo pasar y continuar con su plan para aquella velada.
Su decisión fue inmediata, perdió de su vista a Lobo y siguió avanzando hacia casa de su amado Auron. Con cuidado y sigilo, trepó por uno de los brazos de aquella irregular pieza arquitectónica. Su casa se decía inexpugnable, pero no para él. No para quien había logrado penetrar hasta lo más profundo de su alma, pues una vez que había logrado eso, cruzar las ventanas de su casa, no era reto alguno.
Cuando entró a esa sala, su corazón empezó a latir con fuerza, su respiración se agitó y sus ojos se cristalizaron. Los recuerdos lo empezaron a atacar, le estaba doliendo más de lo que esperaba estar ahí dentro, en sus sillas, con las figuritas de Manolo y él que le había regalado ahí en el piso. Caminó por la habitación, y con cada paso un recuerdo nuevo. Era abrumador, y las lágrimas que reprimía, se acumulaban en sus ojos sin llegar a salir, dificultando su vista. Para ese momento no lograba acordarse del plan tan armado que llevaba.

Se prendió la luz de afuera de la puerta, y a lo lejos empezaban a escucharse dos voces. Encontró escondite detrás de una de las sillas. Las voces se acercaban, y se empezaban a distinguir un poco. Era una voz que conocía muy bien.
- Vale, Brett. Esta es la consulta.
Era muy tarde ya para que llevara a un paciente.
- Auron, ha sido un día genial.
- Vaya que lo fue. Descansa, Brett.
Brett lo jaló de la mano, impidiendo que dejara aquella habitación.
- No te vayas. Quédate conmigo, no quiero dormir solo.
- Vale, hoy puedes dormir abajo. Pero ésta será tu habitación.
Luzu no podía creer lo que escuchaba. Quería salir, golpear a Brett, y llevarse a Auron a su casa. Pero solo logró que sus lágrimas rodaran por su rostro, mientras se cerraba la puerta detrás de ellos. Se levantó para sacar la cabeza por donde entró, necesitaba respirar, pues en aquella habitación todo era recuerdo, incluso el aire.

¡Discord, zorra!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora