Capítulo VIII

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—Sabía que tu hija era más inteligente que tú, Scott.

—No es el momento, Hank —reprendió Hope, a lo que el adulto contestó riendo.

Cassie confesó todo al momento de ingresar a su casa. Su padre se acercó a ella de inmediato para verificar que estuviera bien. Y al enterarse lo que su hija hizo, no sabía qué hacer con exactitud.

Estaba bastante sorprendido por su plan tan detallado, pero no podía decírselo. Tenía que mostrar autoridad y mostrar su figura paterna (o al menos así decía que debería ser en las revistas y libros que había leído de cómo ser un buen padre).

Scott se hincó, quedando a la altura de la menor. Ella se preparaba mentalmente para dejar de ver televisión, o salir a jugar con sus amigas, o que le quitaran sus juguetes, o lo que sea que fuera su castigo. Se sentía lista.

Escuchó el sermón de su padre por veinte o treinta minutos, asentía cuando lo veía necesario o negaba cuando era conveniente. Al final, la castigaron con lavar los platos los fines de semana y no salir de casa a menos que sea con él o por alguna emergencia.

Ni Hank ni Hope se involucraron cuando el siguiente sermón fue dirigido a Luis, que se veía apenado.

A la semana y media del castigo de Cassie, fue a la Torre por algunas pertenencias suyas que olvidó. No había podido ir por los constantes robos. Y pese a que le habían dicho que Spiderman podía encargarse de ello (más bien Tony, que prefería eso a que esté dentro de una nave espacial o lo que sea), no podía dejar al adolescente solo, que se sentía más o menos reflejado en él. Cuando vio lo cuán emocionado que estaba cuando Tony le obsequió su nuevo traje, le recordó a él, cada vez que Hank hacia alguna mejora en su traje.

Y por estar tan ensimismado con sus cosas, chocó con un rubio, y se disculpó enseguida, creyendo que era el Capitán, pero no. Era Quill.

Al ver que era Lang, se giró bruscamente hacia él, lo agarró por los hombros y le interrogó con no-sé-cuántas preguntas sobre Cassie.
Scott se preguntaba cómo es que conocía a su hija.

Y, después de que Rocket le golpeó con una llave inglesa excusándose que no podía trabajar con tanto ruido por los gritos de “nena” de Quill, decidieron perder el tiempo saliendo a cualquier lado.

—Entonces dices que mi hija te prometió que saldrían —Quill asintió—. No puede. Está castigada.

—Oh, tranquilo —Star-Lord se detuvo de golpe—. Yo lo entiendo. A veces Groot le agarra sus caprichos cuando estábamos en el espacio. Una vez, en un asteroide vendían unos bichos que Groot quería, y Rocket se negó a comprarlos, y comenzó a llorar.

Scott, al ver que el contrario no habló durante un momento, decidió incitar a que lo hiciera.

—Y no se lo compraron, ¿verdad?

—¿Qué? No, se los terminé comprando yo.

—Okay, me esperaba una charla motivacional acerca de cómo ser un buen padre.

Quill rió, y retomó su caminata a cualquier lado.

—Nah, eso no va conmigo —dijo—. Pero no lo necesitas, ¡eres asombroso! Cassie me habló maravillas de ti.

—Espera, ¿de verdad?

Peter hizo un conteo con sus dedos de las cosas increíbles que hacía —y podría hacer— en base a Cassie. Empezando con que era un héroe, un tipo que podía encogerse y agrandarse según sea el caso y terminado con que era un padre que se preocupaba del bienestar de su hija.

Después, su conversación fue en torno a Cassie. Y Quill podía asegurar que Scott se veía distinto cada vez que hablaba de hija. Lo veía más animado, más alegre, más adorable, y no entendía por qué se preguntaba eso, pero tampoco le molestaba.

Esa tarde, el Hombre Hormiga le mostró parte de la ciudad en la que residían, e hicieron muchas cosas, mostrándole parques, atracciones, tiendas de ropa y especialmente de comida, que fue ahí en donde más estaban, comiendo un poco de todo y preguntando de la vida del contrario; gustos, aficiones, etc.

La otra parte de la ciudad la verían junto a la pequeña al día siguiente.

Al concluir todo, al estar ya cansados y tener que ir a sus respectivos hogares y repetirse de volverse a ver, se despidieron sin querer realmente eso.

Ambos fueron atormentados de preguntas de sus amigos. Claro, que el sitio en destacar fue el de Lang, cuando Hank le preguntó acerca de algunas herramientas que tenía que traer a casa, y este olvidó todo en la Torre.
Lo único que tenía en manos eran golosinas y demás comida, junto con una hormiga de peluche, que, seguramente, la niña se apoderaría de él.

Hank bufó, molesto.

—¡Olvídalo! Ya los traeré yo mañana —exclamó, cansado, y se marchó soltando improperios.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2020 ⏰

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「Cool Dad. 」  StarAntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora