Desde el cielo

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Hace un año que mi abuelo se fue, un año desde que empecé a vivir sin una parte de mi corazón.

No sé si en algún momento dejaré de extrañarlo tanto.

Sostuvo mi mano en el tiempo de dolor, fue mi guía a lo largo del camino y me reprendió siempre con amor.

Cuando mis hijos me pregunten por mi abuelo, sabré sonreír y hablarles del buen hombre que me amó con cada pedacito de su gentil corazón; aquel carpintero que siempre estaba dispuesto a todo por su familia, a poner a cualquiera antes que a él mismo.

Sé que me mira desde el cielo, sé que está contento de cada logro que le he dedicado.

Esto es un poco personal, lo escribí para mi tata (quien murió hace un año).

La pérdida de un ser querido nos deja siempre un herida en el corazón, un hueco que siempre estará, pero que con el tiempo irá sanando. No hay que verlos como que se han ido, aunque realmente sea el caso, más que nada hay que mantenerlos vivos en los recuerdos atesorados en el corazón.

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