CINCO

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Estaba endemoniada.

La jodida reencarnación del mal. Eso era ese ser. Por algo se llamaba como se llamaba, aquel nombre trataba de contrarrestar la oscuridad en ella.

Ya le había lanzado agua bendita. No funcionó. Solo se ganó un insulto y tener que aguantar una bolsa con espárragos congelados contra su pantorrilla.

Patea fuerte aquella Annabelle 2.0.

Él, todo un héroe, un Vengador. Lucho contra secuestradores,  tipos vengativos, un dios loco, extraterrestres, mandarines, un robot homicida. Pero una rubia de un metro cincuenta había podido con él. ¿Qué tan bajo estaba eso en la escala de Lo bajo que puedes caer?

Se podía defender diciendo que aquella niña era una terriblemente muy buena manipuladora. Pero sus amenazas tenían fundamentos.

Para empezar, que le atarán con telarañas empezó todo. No podía echarle la culpa al niño, lamentablemente se había escurrido del problema en un descuido.

En otras palabras, se había escapado por una ventana cuando nadie lo veía.

Para terminar, el centro del problema, parecía que no le caía para nada bien a aquella niña. Cosa ilógica ya que su encantadora —carismática, bien parecida, intelectual, luminosa, estrafalaria, increíble, maravillosa... ¿Ya había dicho encantadora?— persona, era digna de tratar.

Bueno, la verdad esa ni él se la creía. Cuando joven era insoportable, y ahora como adulto... Al menos se había moderado.

Pero, aquella niña, aquella niña ya había jodido su límite.

—Tú...

Inhala, exhala.

—Demonio...

Inhala, exhala.

—Me mentiste.

Inhala, ex... ¡De acuerdo esa porquería no le funciona!, Estaba a nada de empezar a chillar de molestia. Ya imaginaba lo rojo de su rostro y sus orejas echando humo. Su límite, ese era su límite.

Ángeles, sentada sobre un pequeño banco en medio de la estancia, rodó los ojos y cruzo sus brazos.

—Vas a tener que ser un poco más específico — alzó su serio rostro de angelito mirando hacia arriba a Tony, y sonrió con falsa inocencia —Crédulo.

De acuerdo, ese sí, ese sí era su límite.

—Muy bien, se acabó malcriada — soltó con seriedad, tanta que la rubia alzó las cejas un tanto sorprendida por aquella nueva expresión en su rostro —Si no vas a abrir la boca para soltar explicaciones, mejor no hables.

Su cara se contrajo en una de molestia con rapidez. —¿Quién te...

—Te callas.

—Vete a la...

—Te callas.

—¡Tú no me ca...

—¡Te callas!, ¡Y se acabó! — alzó la voz. Allí iba el límite —Yo soy el adulto aquí, yo hablo y tú te callas, ¿Comprendes eso, cabeza de mazorca?

—No me llames así — murmuró entre dientes.

—Dije que, yo hablo y tú te callas, y no lo volveré a repetir. Sino te echo de mi casa y pasas una acogedora noche durmiendo en un arbusto en mi extenso jardín, ¿Entendiste, engendro?

La mandíbula de Ángeles se apretó, pero como si fuera un milagro de navidad —aunque ni cerca de la fecha estaban— la niña se calló.
Y Tony sintió que había desbloqueado un nuevo poder.

El poder de Soy el adulto aquí y tú te callas.

O más bien fue un, "Estoy tan estresado que podría llorar" que le salió del alma después de la última jugarreta de ella. Le rogaba al cielo que Pepper encerio se hubiera ido de viaje de negocios y no con la clásica de comprar cigarrillos, porque no le sorprendería que todo aquello fuera escusa para tener unas largas vacaciones permanentes de Ángeles.

Bien sabía el como de odiosa era la niña.

—Me mentiste, me obligaste a pagar una estúpida estrada para un tonto consiento escandaloso en el que no puedes asomar ni la nariz por qué tienes... — se detuvo para fingir una expresión de sorpresa —Oh, no me digas, catorce ediondos años recién cumplidos. Llamé a tu madre, tal parece que cierta cabeza de mazorca tendrá explicaciones que dar.

Empezó a aplaudir frente a su rostro, logrando que las mejillas de la niña se volvieran rosadas por la molestia y vergüenza contenida.

—Te felicito, bicharengo — continúo Tony —¿Cómo te declaras?, Culpable. ¿Cuál es tu sentencia? Castigada. Castigada sin teléfono, castigada sin salir, castigada sin...

A ver, piensa, piensa otra cosa. ¿Cómo se supone que se hacía eso de los castigos? A diferencia de los suyos en juventud, enviarla a un reformatorio creo que no sería del agrado de Pepper. Tampoco mandarla por paquetería a algún lugar del mundo.

Esto último era completamente su idea, agradecía que su padre no pensara en eso cuando era adolescente.

—Castigo de... De... De tus chinos. Eso, nada de Bcs en esta casa.

—Es BTS...

—¡Nada!

Ángeles no podía estar más encogida y molesta en su pequeño banco. Dónde estaba sentada a propósito con la intención de que Tony se viera imponente y más alto...

Pues si funcionó lo de más alto, ¿Lo de imponente? Al principio Ángeles alegó que le veía la papada.

Él no tenía nada de eso, y a aquella niña encerio no la aguantaba, aún.

—Tú no puedes castigarme, no eres mi padre.

Tony suspiró con claro alivio —Y gracias al cielo que no. Pero eso no quita que sea responsable de tí mientras tu madre está lejos.

De repente, el rostro de la rubia se entristeció. Tony alzó una ceja.

—No es como si él fuera muy cercano a serlo... — dijo ella con semblante triste.

Tony bufó. — La lastima no funcionará conmigo, bicharengo.

Y así como vino, la cara de lamento y pesar de Ángeles se fue tan rápido como vino.

—Al menos lo intenté, idiota.

Y así acabo aquel día, con un Tony volviendo a guardar la cinta adhesiva que había sacado con la intención de inmovilizar al demonio por si atacaba, y con Ángeles tomando encerio a Tony por primera vez.

O más o menos.

Sí, aquella fue la primera vez que Tony actuó como un verdadero adulto ante ella.










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Sorry, ya volví.

(。•́︿•̀。)

Teen - Tony Stark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora