El accidente

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  • Dedicado a Francisco Muñoz Ariza
                                    

SOY HELENA, ANTES ERA UNA CHICA FUERTE, SIMPATICA, ALEGRE Y LLENA DE VIDA, Y AHORA ESTOY ATERRORIZADA, ESCONDIDA DETRÁS DE UN ARMARIO, EL VIENE A POR MI, YA ESTA AQUÍ CERCA, YA ME HA ENCONTRADO, TEMO POR MI VIDA…CREO QUE YA ESTOY MAS MUERTA QUE VIVA…

Esperando un tren en la estación, dirección Barcelona, yo estaba amargada, estaba hasta el moño de cargar con las bolsas, ¡Odio llevar algo en las manos! Si ni siquiera llevo nunca bolso... el chico estaba sentado en uno de esos bancos a menudo roñosos de la estación de Figueres, mirándome de reojo, sacando una sonrisita por la comisura de sus labios. Yo sabía que se estaba riendo de mí. Me altero la situación.

- ¿Se puede saber de que coño te ríes?

-Perdona, es una situación cómica verte con la cara colorada, despeinada, y enfadada con las bolsas, jaja.

En esas se levanto del banco, con aires de querer ayudarme con las bolsas, y vi algo de lo que no me pude contener.

-Pues a mi no me hace gracia, es mas, el patético eres tu.

-¿Yo porque?

-Porque te has sentado encima de un chicle, idiota.

Me miró con cara de prepotencia, el pensó que era un farol para yo no seguir hablando con el.

-Si, si. Date la vuelta, veras como lo tienes ahí pegado.

Efectivamente se giró, y ahí estaba el chicle, bien pegadito a su pantalón tejano. Me canse de estar con ese chaval. Me di la vuelta y me senté a esperar el tren.

A la media hora de esperar, sonó el aviso del tren que debía cojer. Ahí estaba el, fumando un cigarrillo y trasteando con su teléfono. Al poco del aviso llego el tren, subí con mis amadas bolsas buscando un sitio de cuatro plazas, que en verdad, me gusta el sitio de cuatro plazas con la mesa en el centro, aunque sabes en tu interior que en las próximas estaciones invadirán ese sitio de cuatro plazas, y tendré que terminar el viaje al lado de otra persona, o peor...al lado de niños pequeños! 

La pena es, que fuese preferido mil veces una familia con niños pequeños a mi lado antes que el plasta del chicle que efectivamente vino a sentarse en mi sitio de cuatro plazas. 

-¿Esta ocupado?

-Obviamente no lo esta.

-¿Puedo sentarme entonces?

-Puf.. ¡Si! O acaso ves que en el asiento ponga mi nombre?

-Pues no lo se, no recuerdo tu nombre.

-Es que no te lo he dicho, y ese truco de telenovela para que te digan el nombre...¿Te funciona alguna vez? -le conteste ya de mala manera, me estaba poniendo histérica.

-En las discotecas me funciona a menudo, jeje.

-Esto...me ves ¿borracha? ¿esto es una disco?..que extraño, yo pensando que era un tren.

-Bueno dejemos lo mejor ¿no te parece?

Claro que me parecía buena idea dejar el tema ya, es mas, me parecía un momento tan tonto estar hablando de si le funciona esa "táctica" para que las chicas le digan su nombre, aparte que, seguramente, al día siguiente ni se acuerda de las chicas que conoce, y de sus nombres mucho menos, lo único que yo quería era llegar a Barcelona y terminar con aquella patética conversación. En ese momento prefería estar al lado de una señora mayor que se pusiera a contarme que en sus tiempos el tren era de vapor. Solo quería llegar a la agencia donde tenia intención de mirar un piso precioso y muy céntrico, bastante barato para ser en Barcelona. Quería cambiar de aires, ir a una ciudad mas grande, donde poder o al menos intentar desarrollarme como persona y ser alguien. No tenia problemas en mi casa, con mi familia todo iba bien, eramos muy felices, mi madre una bellissima persona y una impactante mujer preciosa y trabajadora con el coraje de un león; mi padre un hombre de los pies a la cabeza, pero que en ese momento estaba como amo de casa, no salia nada para trabajar; y por ultimo mi hermana mayor, estudiosa y rozando la perfección, en su trabajo era adorada por su eficiencia y meticulosidad. ¿Y que era yo? Simplemente una chica de 24 años que todo lo que había logrado fue sacarse la E.S.O y bueno...con dificultades, puesto que he odiado toda la vida estudiar. Lo que tenia de bueno es, que en cuanto terminé de estudiar con 15 años ya estaba trabajando en un restaurante, y así he seguido hasta ahora, eso me hizo ahorrar mucho, lo suficiente como para lograr el alquiler de un piso en Barcelona para empezar de cero antes de que se me pasara el arroz.

Ya llevaba una hora el tren en marcha, habíamos pasado ya por Girona y Sils. Respondía los mensajes que mandaba mi hermana para saber que tal estaba todo y si había tenido algún problema con los billetes de ida y vuelta, cuando en ese momento, en menos de 3 minutos mi vida cambio para siempre. Sentí un tremendo golpe, mas que un golpe parecía que un rayo fuera impactado cerca del lugar, puesto que ese sonido tan fuerte hizo que cerrara los ojos, asustada, al abrirlos de nuevo las luces del tren se apagaron, el vagón anterior al que yo viajaba desapareció, dejando un inmenso agujero en la parte delantera, mi corazón palpitaba a mil revoluciones, tenia pánico, mi respiración se aceleró, aunque no tuve tiempo de asimilar lo que estaba sucediendo, mi cabeza rebotó contra el cristal de la ventana, no por mucho tiempo, ya que el cristal estalló al chocar contra el suelo. Las maletas me cayeron encima, todo temblaba, mi asiento se arrancó, dejando mi pierna derecha atrapada bajo la mesa, tenia la espalda encastada en la ventana que ahora era arrastrada contra el suelo. En pocos segundos pude comprender que el tren había descarrilado, pero no fue así, en verdad el tren choco con otro, pero que iba a saber yo, si era inmenso el dolor que sentía por todas partes, y a cada segundo que pasaba notaba otro golpe, las manos me dolían, la pierna ya prácticamente no la sentía, la cara me ardía, notaba el frió del cristal incrustado en mi espalda, sabia que iba a morir, perdí mucha sangre, me eche la mano a la cara y tenia pequeños trozos de plástico clavados en las mejillas, incluso los podía sentir en los ojos, la boca ensangrentada con ese horrible sabor de la sangre en grandes cantidades, cerré los ojos, no podía aguantar mas y desmayada quedé. 

Abrí los ojos de nuevo, solo sentía el silencio, ese silencio horrible, no sabia donde estaba, no sabia que había sucedido, solo sentía dolor, mucho dolor, era imposible intentar moverme, mi cuerpo no respondía, ni tan siquiera podía levantar la mirada, solo tenerla clavada en el sillón delantero, rasgado, con la espuma desparramada, y una maleta abierta, pero en el momento en el que quise fijarme en algo mas, sentí como si arrancaran mi brazo, grite desconsolada del dolor que sentía, era como si una corriente fuera entrado por mi mano derecha y fuera ido a detenerse en mi cabeza. Era el, el chico del chicle, que me toco ligeramente el brazo para saber que tal estaba. 

No pude mirarle, ni el a mi tampoco, el pobre estaba en la misma situación que yo, mi respiración se iba apagando...

DESPIADADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora