Para siempre

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  • Dedicado a Juan Reixach Tell
                                    

Pasó la noche y el sol ya empezó a acariciar mi piel colándose por la ventana de mi habitación. No quería levantarme, no quería que llegase este día pues a las tres pasaría el doctor, y no tenía la más remota idea de que resultado tendrían aquellas pruebas. Aún y así, era mi obligación afrontar la noticia fuese cual fuera. Por mucho que lo quisiera el mal ya estaba hecho, fuese un mal resultado ya nada se podía hacer, nadie nunca ha ido atrás en el tiempo. Así que lo mejor era ponerse en lo peor, como siempre había hecho.

Efectivamente a las tres llego el doctor, ese día tenía un aspecto desaliñado, como si no fuese pasado una de sus mejores noches, llevaba su bata abierta y con los puños arremangados, daba la sensación que a ese hombre le hubieran puesto diez años de mas en una sola noche, llevaba el pelo grasiento con las canas ligeramente amarillentas, en su cara se hundían las ojeras y la vista aturdida. No sé… no era él.

-Buenas tardes Helena –dijo mientras tomaba asiento en la silla que recién dejó mi padre libre-.

-Hola doctor –contesté mientras me fijaba en su cara para ver si de alguna manera podía adivinar mi “futuro”.

-Haber, he analizado detenidamente los resultados de las pruebas que te hicimos ayer –hizo una pausa mientras leía unas notas que había apuntado él en una esquina de la hoja-.

-Si doctor, ¿y qué? ¡Dígame! –ya no podía aguantar más, me estaba alterando, ver que el estaba leyendo y no me decía nada-.

-Te vamos a mandar a un centro de recuperación que hay a las afueras de Girona, es un centro donde te trataran muy bien, allí deberás empezar a trabajar brazos y cervicales, además te he preparado ya una medicación que deberás tomar por el momento dos meses, después te daré una cita para ver como avanzas, y posiblemente con el tiempo te retirare la medicación. –de nuevo volvió a hacer una pausa, esta vez mas breve, y continuó hablando después de cerrar los ojos por un segundo- la columna vertebral protege la medula espinal, la medula atraviesa el canal medular, que está formado por la alineación de los agujeros vertebrales, queda protegida por una estructura ósea que es my flexible. Pero, en tu caso hemos detectado una subluxación. Que creemos será definitiva, la columna no ha podido soportar el golpe y te ha creado un traumatismo neuronal. Este tipo de trastornos aprisionan nervios, desencadenando múltiples problemas físicos y reduciendo la movilidad articular, pues afectan directamente la biomecánica corporal. Cuando se aprisiona un nervio queda comprometida la funcionalidad articular. Por el momento lo más sensato es que no esperes caminar nunca más Helena, siento mucho decirte esto, pero este tipo de traumatismos no han tenido gratos resultados entre los pacientes que lo han sufrido. De todas formas debes ir al centro de recuperación para trabajar el resto del cuerpo, también tendrás a tu disposición a una de nuestras mejores psicólogas del hospital, creo firmemente que la necesitarás, -se levantó de la silla, cabizbajo, me miro a la cara, se acerco a la puerta para marcharse- lo siento mucho Helena, de veras que lo siento, -puso en la mesita una tarjeta- aquí te dejo mi tarjeta, en ella tienes mi número de teléfono y mi e-mail por si te asaltara alguna duda, en dos horas podrás marchar a tu casa, ahora le diré a la enfermera que te prepare todo para el alta.

El doctor se marchó y fui incapaz de hablarle, ni preguntarle nada, mientras él me relataba lo que me estaba sucediendo yo tenía fijamente mi mirada clavada en el pero con la vista perdida, estaba completamente en blanco, tenía en mi cabeza millones de cosas a la vez, toda mi vida estaría condenada a estar en una silla, sentada, y ya está, nada más, no sería de mi nada más. A los pocos minutos entraron mi madre y Nico por la puerta, y allí seguía yo, con la cabeza gacha, mirándome las manos, no tuve el valor de levantarla, solo quería echar el tiempo atrás y no subir en aquel maldito tren, no hacía nada más que lamentarme por dentro, la angustia me estaba ahogando, por mucho que tragaba la saliva ahí seguía ese nudo en el cuello que no me dejaba respirar con tranquilidad, mi respiración era fuerte, cada vez tenía los ojos más abiertos, pues cada vez me sumía mas en esos terribles pensamientos, pensaba en todo lo que no había hecho aun y ya no haría jamás, en la familia que se supone yo quería formar, en la persona que me quería convertir, en los lugares a los que me gustaría visitar sin la necesidad de esa puta silla que ahora estaba en una esquina de la habitación. La miré, una silla negra, con esas infernales ruedas de bicicleta, en esa silla de suponía que iba a estar encastada toda la vida, un asiento que las primeras semanas me había dejado el culo entumecido de lo incomoda que es. ¿Eso era todo? ¿A eso se reducía mi vida? Si. A estar sentada…

Lo peor de ese día a parte de la noticia que me dio el doctor, fue el trayecto en coche hasta la casa. Fue terrible, en primer lugar porque era muy incomodo por el estado en el que me encontraba, y en segundo porque en un semáforo mi padre tuvo que frenar bruscamente, y de nuevo vino a mí la mismo angustia y la misma agonía que sentí dentro de la máquina para la resonancia. Porque me era tan difícil estar tranquila frente a los ruidos o situaciones así, tenía unas ganas tremendas de llegar a casa, estar tranquila y ver a mis perros que hacía más de un mes y medio que no les veía. Pero en parte me daba miedo llegar a casa, que tuviese problemas con la silla, sobre todo las escaleras, que mi habitación estaba en la planta superior y no quería depender de alguien siempre para subirlas, o simplemente que al estar en la planta de arriba no tuviese el suficiente espacio para moverme bien. Esa casa no se izo pensando en que en algún momento alguno de nosotros dependiera de una silla de ruedas…Grasso error.

Por el camino no hacía más que recibir mensajes de Nico, me iba contando sus cosas, diciéndome que el también iba al mismo centro de recuperación que yo, solo que para él ya iba a ser su segunda semana, en cambio para mi será la primera, que no me preocupase que allí la gente es muy amable y cariñosa, puf…a mi en ese momento me era indiferente si la gente era cariñosa o no, si sería mi primera semana. Pero entendía que me decía todo aquello para animarme, por otra parte estaba bien que el fuese allí también, al menos no estaría sola.

En cuanto lleguemos a casa fue todo un drama, mi madre lloraba al ver los problemas que teníamos para habituar mi silla a la casa, como yo ya iba pensando en el camino que eso era exactamente lo que pasaría supe guardar mejor la calma, en cierto modo creo que mi madre también pensó en eso, pero se veía superada por la pena, la pena de ver a su hija sentada para toda la vida, no es lo que una madre espera de sus hijos. Una madre cree que sus hijos serán los mejores del mundo, que tendrán grandes carreras, personas inteligentes, o que llegaran a ser alguien en la vida, y aquello le inundaba los ojos, sus preciosos ojos marrones estaban ahora enrojecidos en todo momento, por no hablar de mi hermana, ella ni siquiera hablaba, no tenía el valor de abrir la boca, solo me miraba y me miraba durante horas. No me gustaba para nada la tensión que se respiraba, pero que se le iba a hacer. No quedaba otra que acostumbrarse a la nueva vida que me esperaba.

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