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•𝓛𝓪𝓼 𝓻𝓸𝓼𝓪𝓼 𝓶𝓪𝓻𝓬𝓱𝓲𝓽𝓪𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓳𝓪𝓻𝓭𝓲𝓷 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓹𝓮𝓻𝓯𝓮𝓬𝓬𝓲𝓸𝓷 •

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𝓛𝓪𝓼 𝓻𝓸𝓼𝓪𝓼 𝓶𝓪𝓻𝓬𝓱𝓲𝓽𝓪𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓳𝓪𝓻𝓭𝓲𝓷 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓹𝓮𝓻𝓯𝓮𝓬𝓬𝓲𝓸𝓷

Nadie en la mesa recordaba la última vez que un almuerzo familiar había estado tan tenso.

A diferencia de otros días no se encontraban en el comedor, sino en una larga mesa que había sido puesta junto al rosal en el jardín. El cielo, que hacía algunas horas había estado totalmente despejado y dejando al sol brillar sin impedimentos ahora se encontraba cubierto por espesas nubes grises.

Todos en la mesa parecían haberse puesto de acuerdo en vestirse con elegantes prendas en tonos pastel, siendo Elisa la única que desentonaba entre todos al llevar un vestido negro ceñido al cuerpo. Cualquiera habría dicho que ella había elegido aquella prenda de manera totalmente inconsciente, pero no era así. Al enterarse de lo que su primo había hecho— y en lo que su hermano mayor le había ayudado —cambió

todo su vestuario rosa por aquel vestido e incluso cambió su maquillaje de tonos claros por uno de sombras obscuras y labios tan rojos como las rosas que estaban a su espalda.

Su madre fue la primera en comentarlo cuando la vio acomodarse en la silla junto a Santino.

—Elisa, que interesante elección de vestido para una comida en familia — le dijo casi con reproche.

—¿Qué? ¿Estos harapos? — jugó ella pasando sus manos por los costados de su torso con una sonrisa maliciosa en sus labios — son por si me invitan algún funeral luego —miró a Paolino y Luca que estaban uno junto al otro, Luca quien estaba tomando un trago de su jugo de naranja se ahogó con el mismo al escuchar a su hermana — ya sabes que mujer precavida vale por dos querida madre — Santino a su lado le dio un suave golpe con su pie bajo la mesa con la intención de hacerla callar— ¡Ay! — se quejó — ¿Qué sucede hermano? ¿Estás teniendo espasmos musculares? — Santino la miró con desaprobación — debe ser el estrés — opinó — o los secretos que se te están acumulando e intentando salir— dijo esta vez mas bajo solo para que él la escuchara.

—Yo no tengo nada que ver con lo que ellos están haciendo — replicó en el mismo tono que ella, tan bajo que ella apenas lo escuchó.

—Claro que sí, porque todos tendremos la misma culpa a los ojos del abuelo — le explicó — me pregunto cuantos cabremos en…

—Ya basta Elisa — le exigió él al ver como su abuelo se acercaba a la mesa — lo que haya que hablar lo hablaremos luego — concluyó enderezándose en su silla preparado para el inicio del almuerzo.

La Curiosidad Que Mató Al Gato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora