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Curiosidad era esa la palabra que describía los sentimientos de Obanai hacia aquella chica de cabellos rosados, lo supo desde el primer momento que la conoció, pero eso sería admitir ante su amigo Rengoku que le interesará la joven

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Curiosidad era esa la palabra que describía los sentimientos de Obanai hacia aquella chica de cabellos rosados, lo supo desde el primer momento que la conoció, pero eso sería admitir ante su amigo Rengoku que le interesará la joven. Había pasado una semana desde aquel día y el pelinegro se estaba cuestionando pedirle el número de aquella chica al rubio, no quería una malinterpretación por parte de Kyojuro, aun dudando no era del tipo de hombre que se retractaba cuando tomaba una decisión y ese era el día en que le pediría el número.

— Rengoku —el rubio andaba comiendo takoyaki sentado al lado de su amigo, ese día se encontraban en casa del chico de ojos casi rojos.

— ¿Qué ocurre Obanai? —el de ojos heterocromáticos frunció el ceño y tragó en seco, sabía que iba a pasar lo que más se temía.

— Me podrías dar el número de Kanroji —Iguro pudo decir sin titubear, lo dijo de una manera simple pero para Rengoku aquello fue una sorpresa la cual no trató de disimular ni un poco.

— Jojojo —río a lo alto el rubio debía aprovechar ese momento tan único en la vida — ¿¡Quien lo diría el chico serpiente le interesa Mitsuri!? —Iguro rodó sus ojos y su serpiente siseo como tratando amenazar al chico dueño de la propiedad.

— ¿Me lo vas a dar o no? —Kyojuro volvió a reír más fuerte y asintió con la cabeza.

— ¿Te gusta Mitsuri? —el chico de ojos de dos colores suspiro algo cansado ante las preguntas fuera de lugar que solía hacer el rubio.

— Quien sabe —Obanai no estaba seguro de que sus sentimientos por la chica fuera amor pero tampoco podría descartarlos por eso dejó la pregunta abierta a cualquier interpretación de Rengoku.

— Mitsuri es un sol si te acercas mucho puede derretir esa coraza de hielo con la cual rodeas tu corazón —las palabras de Rengoku no estaban del todo equivocada eso era algo que su amigo sabía más que nadie, Iguro simplemente asintió con la cabeza y su compañero sonrió tan radiante como solo él sabe hacerlo.

— ¿Me vas a dar su número? —insistió el pelinegro y el rubio sacó su smartphone para poder pasarle el contacto.

Al recibir el contacto de la chica una media sonrisa adornaba el rostro del pelinegro aunque por la mascarilla que llevaba no se notaba la felicidad manifestada, Rengoku sabía que debajo de aquel pedazo de tela su amigo estaba sonriendo, el rubio sin pensarlo dos veces puso uno de sus brazos entre los hombros de su amigo tratando de abrazarlo, nadie más que él quería que esos dos estuvieran juntos.

Al recibir el contacto de la chica una media sonrisa adornaba el rostro del pelinegro aunque por la mascarilla que llevaba no se notaba la felicidad manifestada, Rengoku sabía que debajo de aquel pedazo de tela su amigo estaba sonriendo, el rubio ...

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Memorias de Otra Vida «ObaMitsu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora