Un fin de semana en la reserva (2)

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Savannah despertó adormilada, Silvia dormía a su lado profundamente así que con cuidado se levantó y salió hacia la cocina. Quil estaba dormido en el sofá con la boca abierta. Ella fue hasta la cocina donde se hizo un café con leche ¿como pudo dormir Quil con el sonido de la cafetera? Ni idea, sigue siendo un misterio. 

Cuando se preparó el café, Savannah salió fuera y se sentó en las escaleras de la puerta a tomarse su café mientras miraba al bosque. Le gustaba la tranquilidad que se respiraba en aquel lugar. Sin embargo, el sonido de unos pasos hizo que mirase en aquella dirección y no se sorprendió al ver a Jacob y Embry acercarse. 

-¿Qué haces despierta? Queríamos daros un pequeño susto. -protestó Jacob

-Bueno, Quil sigue dormido. -dijo ella, como si aquello fuera una invitación.

La sonrisa de Jacob era de maldad pura, no dijo nada, solo entró en la casa y Savannah pudo imaginar cómo lo iba a despertar. 

-Es terrible -comentó divertida. 

-Billy no es buen ejemplo -dijo Embry con una sonrisa.

Ambos entraron encontrándose a Jacob colocando nata en la mano de Quil para posteriormente hacerle cosquillas en la cara. Todo mientras Embry grababa. 

Ocurrió lo que tenía que pasar. Quil estampó su mano en su cara manchandose al instante, aquello lo despertó, desorientado. Savannah no pudo evitarlo y comenzó a reír a carcajadas. Embry se giró enfocandola, en pijama y riendo hasta que sus lágrimas salieron. 

-¿Has visto su cara? -dijo entre risas. 

Embry no pudo evitar reír. Aquellas carcajadas despertaron a Silvia. Ahora que estaban todos despiertos podía empezar a planear aquel día... 


Aquella mañana salieron todos juntos al supermercado, compraron aperitivos y sobre todo los ingredientes para hacer varias pizzas caseras. Al volver a casa, empezaron a hacer la pizza, desde la masa. Se repartieron las tareas para ir un poco más rápido. 

-Tienes que echar más harina -dijo Silvia a Embry, este amasaba mientras se le pegaba la masa a las manos. 

Al otro lado de la encimera Quil y Savannah partían los ingredientes y los preparaba en pequeños cuencos.  

-Quil, si puedes cortarlo todo hoy mejor. -se burló Savannah. 

-¿Lo quieres bien cortado o que termine antes? Decide por que las dos cosas no puedo. -se quejó Quil.

Consiguieron meter las pizzas en el horno, la masa parecía más de pan que de pizza pero su aspecto se veía apetecible. Cuando todos se pusieron a comer, sin duda aquello estaba bastante rico. 

Habían hecho demasiadas pizzas así que acabaron muy llenos. Los cinco acabaron apretujados en el sofá, en el siguiente orden:  Silvia, Embry, Savannah, Quil y Jacob. Pusieron una película de acción, para estar entretenidos. Aún así Jacob acabo dormido, Quil no desaprovechó para vengarse. Se levantó y fue al baño sin avisar a nadie, agarró dos pintalabios y volvió con una sonrisa maliciosa. 

Savannah no necesito nada más, entre los dos pintaron la cara de Jacob mientras Silvia y Embry miraban sonriendo. 

Cuando Jacob despertó todos empezaron a reír, él no entendió la gracia hasta que Quil trajo un espejo.  Jacob se ruborizo y fue al baño ignorando las carcajadas de sus amigos.

Nunca te duermas el primero en una fiesta. 

La madre de Quil había salido para trabajar. Salió por la mañana temprano y volvió por la tarde. Cuando entró se encontró al grupo de amigos jugando a un juego de mesa. Concretamente al Catán.  Un juego de gestión de recursos, donde quien consiga 10 puntos gana. Aquel juego consistía en reunir recursos para construir pueblos o transformarlos en ciudades que daban puntos. 

El verano de SavannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora