Excitada y confundida eran dos palabras que describían a la perfección cómo me sentía en este momento.
Un solo vistazo a esos dos hombres y ya sentía mi cuerpo acalorado y mi entrepierna húmeda. No podía sacar esa imagen de mi mente. La absoluta y brutal sexualidad que esos dos hermanos gemelos exudaban estaban haciendo estragos en mi cuerpo y mi mente.
No podía creer que ese caliente par me había regalado un trago. ¡Y lo había rechazado!
Mordí mi labio con fuerza, tratando febrilmente de seguir en la misma posición en la que estaba, pero queriendo girar hacia ellos otra vez. Suficiente vergüenza había pasado quedando embobada observándolos. Dios mío. Mis mejillas estaban a punto de explotar y el sudor ya había formado una capa sobre mi cuerpo.
El tipo de cabello largo me había guiñado el ojo y mis piernas temblaron tanto que por un segundo creí que iba a caerme. No era el alcohol. Por supuesto que no. Solo había tomado dos cervezas y tres chupitos. No estaba ebria aún. Estaba en mis cinco sentidos y con los cinco me sentía igual de atraída como seducida por la mirada de esos dos.
Y cuando vi al otro sujeto, el tipo rapado y con una cicatriz en su rostro, simplemente me quedé sin respiración. Estaba envuelto en un traje y su camisa estaba abierta, mostrando su cuello tatuado y también su pecho. Tenía un atractivo aterrador. Lucia intimidante y sexy y ni siquiera sabía que esas dos palabras podían ir acompañadas hasta que lo vi.
Eran increíblemente calientes, sí, no lo negaba. Eran grandes y atractivos y parecían haber sido esculpidos por los dioses, pero no importaba que tanto me hicieron mojar mi ropa interior, no iba a caer en eso. Eran hombres, al fin y al cabo. Sabía lo que ellos querían y no iba a dárselos, incluso si me moría de ganas por hacerlo.
—No debiste hacer eso —señaló con una mueca Adam.
Mire con fingido interés al tequila que dejó frente a mi.
—¿Por qué no? No acepto tragos de desconocidos —arqueé mis cejas y le eche un vistazo de reojo.
Negó con su cabeza.
—Sorpresa, latina, estás tomando mis tragos y si tenemos en cuenta que hace unas horas que nos conocemos, ya te has tomado unos cinco tragos provenientes de un desconocido —me guiño un ojo.
Rodee los ojos y tome el tequila de un solo golpe. Ahora seis.
—Eres un barman, es tu trabajo —refute con mi voz afectada por el ardor del alcohol.
Se encogió de hombros y siguió sirviendo tragos.
Ladee mi cabeza y pase las manos por mi cabello despegando las hebras pegadas a mi frente por el sudor.
Lo acomode detrás de mi oreja y al terminar crucé mis brazos sobre la barra.
—¿Quieres otro? —gritó Adam sobre la música, señalando el vaso de tequila vacío.
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El Anhelo de Elena.
RomanceElena estaba lista para dejar su doloroso pasado atrás y comenzar de nuevo. Para lo que no estaba lista era para conocer a los hermanos Lombardi. Bruno, Adrián y Demian. Atraían con su mirada, te seducían con sus palabras y te atrapaban con sus be...