Capitulo 4 El Almuerzo

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Y el día empeoro. Evidentemente no soy la persona con mas suerte en el mundo.

Estaba sentada sola en una de las mesas mas alejadas de la cafeteria, sola. Estaba por empezar a comer mi hamburguesa (hamburguesa doble carne doble queso) cuando la sobre de una figura alta y musculosa me tapo toda la luz.

¿Quien era? Adivinen... ERIC

Sin pedir permiso alguno se sentó a mi lado y empezó a hablar.

- ¿Te vas a comer todo eso? - hice oídos sordos y seguir tratando de comer mi hamburguesa - Livianita eh? - obviamente su comentario ironico - Bonito atuendo el de esta mañana.

- Gracias - dije con un falso entusiasmo - Sabia que te iba a encantar.

- Oh si no tienes idea - y otra vez el comentario irónico.

Sin decir nada agarre mi bandeja y empece a caminar. Estaba tan enojada que si me volvia hablar le iba a estampar la bandeja con toda la comida en la cara.

- Espera! - Me dijo y me tomo del codo, haciendo que se me cayera toda la comida encima. Toda la cafeteria se empezó a reír estaba tan avergonzada que ni me importo lo que me quería decir y me fui corriendo al baño.

Enfrente del espejo me observe un buen rato. Estaba horrible. Me había avergonzado y humillado adelante de la mayoria de los alumnos de la escuela.

Y como si fuera peor hoy era el día quee tenia que quedar por la tarde. Tendría que volver a ponerme el atuendo tan glorioso de hoy a la mañana.

Me lave y me seque con las servilletas que había allí. Luego me cambie y me puse la misma ropa que en la mañana pero sin los tacones.

Salir del baño escondiendo mi cara. Fui a guardar la ropa de mar en mi casillero para llevarmela a casa a la tarde, lavarla y traersela mañana a la escuela.

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Por fin llego el final del dia. Dali casi disparada del salón para poder irme de ese infierno lo mas rápido posible.

Estaba muy concentrada en mis pensamientos que no me si cuenta de que había una enorme figura paradabdelande de mi. Seguir caminando hasta que en un momento, como era de esperarse, choque con el.

Ya sabia quien era, así que sin levantar la cabeza hable.

- ¿Que quieres ahora?

- Vaya, que modales preciosa.

- Me vas a decir que quieres? Porque sino me voy.

- Uoooh... Tranquila... - que se apure porque me voy a ir - Te quería invitar a una fiesta de disfraces, el viernes, en mi casa.

- Ni sueñes que voy a ir.

- Dale preciosa... Yo se que te moris por venir.

- Creo que por lo único que puedo considerar ir a tu dichosa fiesta de disfraces es porque, justamente, voy a estar disfrazada y no me vas a reconocer - dicho empece a caminar para, por fin, poder irme a mi casa.

- Te reconoceria en cualquier parte preciosa - dijo medio gritando ya que me estaba alejando.

- Eso lo veremos el viernes por la noche.

The Real MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora