Capítulo I: Un siglo sin tí

310 19 0
                                    

Qué difícil es ponerme de este lado, doblegarme a decirte lo que nunca me enseñaron a decir porque he supuesto que el amor es debilidad, pero realmente aferrarme a ti me ha hecho fuerte todos estos años. No sé si algún dia lleguen a tus manos estos manuscritos que me he aferrado a escribir cada noche en que me pierdo, en que no se siquiera donde estas y mucho menos donde estoy yo; ha sido aterrador irme a la cama cada una de estas noches en que tu recuerdo se me acuesta a un lado para reclamarme lo felices que hubiéramos sido si no tuviésemos que cumplirle a nuestros pueblos, aun sabiendo que tú eras mi pueblo, mi hogar, Clarke.

Desearía saber dónde estás, pero esto ya no se trata solo de la tierra, el viaje por universos aleja nuestro destino que ha perdido la mayoría de años que habríamos podido ser tan felices pero yo tuve miedo a dejar de ser lo único que sabía, una comandante de un pueblo sediento de sangre y me he arrepentido de serlo durante mucho tiempo, pero no se puede abandonar este destino que no llega a ser ni parecido a lo que hubiese querido para mí, al menos después de conocerte.

Tus ojos azules han iluminado el camino que muchas veces creí perdido, porque aunque no he podido verlos, me tiene viva en el deseo de volver a estar junto a ti y que me hagas sonreír como nadie lo ha hecho jamás, porque tú eres tú, como te lo dije la última vez que estuve a solas contigo, antes de caer rendida a tus brazos. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer, tú frente a mí disculpándote porque debías ir con tu pueblo, siempre tan leal a los tuyos, Clarke. Ese dia el sol pasaba por las rendijas de la ventana acariciando nuestras cabezas y sobre nosotras un montón de ilusiones que estarían prontas a romperse. Te miré, con la blusa ya a medio caer y sobre la cama, con el sol pegando a mis ojos que cada instante se hacían más verdes frente a tu cuerpo balanceándose sobre mí y buscando mis labios. De pronto, nuestras ropas yacían en un rincón de mi cama mientras tu piel cobijaba la mía y aunque hiciese calor, no deseaba apartarme de ti, apostaría que ese ha sido por mucho el mejor momento de mi vida.

Recuerdo haberme quedado dormida mientras me abrazabas la espalda, me sentí tan protegida, como tal vez nunca antes pude sentirlo; ahí estabas tú, siendo tú, Clarke

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Recuerdo haberme quedado dormida mientras me abrazabas la espalda, me sentí tan protegida, como tal vez nunca antes pude sentirlo; ahí estabas tú, siendo tú, Clarke. Hasta que empezaste a hablar y un cardumen de peces acarició mis oídos; hay sonidos que no tienen explicación, comparación o cualquier cosa ajena a lo que en esencia son ellos mismos y tu voz era eso, una mezcla de Beethoven tocando una melodía, pero también el canto de los pájaros al amanecer y la caída del agua en una catarata. Eras impresionante, ojala todavía seas, me refiero a que todavía estás viviendo en cualquier lugar de este universo tan extraño.

Tus dedos sobre mi espalda, dime ¿Cómo voy a describir eso? como voy a decir que cada centímetro de mi cuerpo se paralizó seguido a su caricia, como voy a explicarte que me sentí vulnerable porque una corriente eléctrica me invadió de los pies a la cabeza y traté de disimularlo respondiendo normalmente a tus preguntas, pero hay cosas que se notan y esa tarde supiste que no había vuelta atrás, me tenías a tus pies. Entonces, solo pedí hablar de otra cosa porque realmente deseaba no hablar de nada y solo sentirte, cosa que tú adivinaste, como siempre, porque tú eres tú, Clarke.

No puedo siquiera imaginar como he logrado sobrevivir estos años sin mirar ese lunar que se sitúa sobre tus labios y que poco a poco se ha convertido en el centro de mi universo, el que seguro ya sabes, es muy grande

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No puedo siquiera imaginar como he logrado sobrevivir estos años sin mirar ese lunar que se sitúa sobre tus labios y que poco a poco se ha convertido en el centro de mi universo, el que seguro ya sabes, es muy grande. No tienes idea de cuanta falta me ha hecho que me hagas asentar cabeza porque conoces que a veces se me van las luces y me convierto en una Lexa aterradora, incluso para mí misma.

Diario de una comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora