Capítulo VII: Miedo

80 4 0
                                    

No sé a qué hora me he despertado luego de hacer el amor contigo, pero ya se ha hecho de noche y nuevamente hemos cambiado la noche por el dia.

En cuando pongo mis pies descalzos en el suelo, siento un frio estremecedor y quisiera volver a acostarme para que me abraces pero de pronto el espejo me distrae y ya estoy parada frente a él, con los ojos entre abiertos y el cuerpo totalmente desnudo. Puedo contemplar mi piel blanca porcelana, hace mucho no le da el sol y parece que me lo está pidiendo a gritos; entonces se me escapa una pequeña risa burlona hacia mí misma; quien iba a pensarlo, heda desnuda riéndose frente al espejo mientras el amor de su vida duerme tras ella. Parezco otra persona, pero he comprendido que no soy precisamente alguien débil por amarte, Clarke.

Me pongo la pijama y regreso a la cama, el sueño me ha vencido.

Al otro dia, como si la felicidad fuese anticipo a la desdicha, asoma tras el cielo esa enorme luz verde que indica que alguien ha venido a supervisarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al otro dia, como si la felicidad fuese anticipo a la desdicha, asoma tras el cielo esa enorme luz verde que indica que alguien ha venido a supervisarme. A veces pasa eso, por lo general una vez mes al mes, aunque ha pasado que no vienen en dos o tres mes, lo cual me alegra.

A lo lejos viene alguien, con unas enormes botas negras que fácilmente podrían verse a un kilómetro de distancia, portando una enorme capa de invierno roja que combina con la cortina que corro rápidamente.

- ¡Tienes que esconderte, cariño!

Digo exaltada mientras paró a Clarke de un brinco.

Ella aún no sabenada, lo sé porque además de no habérselo dicho todavía, siento que me observa confundida, como preguntando qué está pasando y porque tiene que esconderse cuando ni siquiera sabe dónde hacerlo. Entonces el reloj corre y parece que tintinea más rápido, más fuerte, taladrándome los tímpanos e impidiendo que piense asertivamente donde esconder a Clarke. Me invade nuevamente el miedo y la tristeza, siento que la desdicha me asecha desde el dia en que nací y que por una razón que no logro comprender, la desdicha se asusta cuando tengo almenos un minuto de felicidad.

Me asomó tras la cortina y veo como se sigue acercando lentamente, es entonces cuando recuerdo el hoyo que hicimos hacemos días para enterrar la basura y se me ocurre meter ahí a Clarke, es denigrante, lo comprendo, pero ¿qué más puedo hacer?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me asomó tras la cortina y veo como se sigue acercando lentamente, es entonces cuando recuerdo el hoyo que hicimos hacemos días para enterrar la basura y se me ocurre meter ahí a Clarke, es denigrante, lo comprendo, pero ¿qué más puedo hacer?

- Confia en mi, Clarke.

La llevó al hoyo y ella inmediatamente entiende que debe hacerlo, que no puede tener miedo porque haré lo que sea para protegerla. Clarke confía en mí, creo que nadie ha confiado en mí de esa manera, ni siquiera aquellos que me seguían en la época de comandante; es que una cosa es la fe y otra muy distinta es el amor; ella me ama, lo sé porque ha creído o en mi incluso cuando ni yo misma puedo hacerlo, y quisiera decirle que también creo en ella, que pondría mi vida en sus manos cuando fuese necesario, pero es que mi vida es ella y además no puedo hablar porque la estoy cubriendo con una lona y sobre la lona vierto basura.

De pronto, una lagrima rueda por mi cara, acariciando mis mejillas y bajando por mi clavícula, siento entonces como esa lagrima trata de darme ánimos, de decirme que no todo está perdido, aunque por dentro me invade el miedo y me hace temblar las rodillas. Quiero llorar.

Diario de una comandanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora