Un lugar seguro

21 2 0
                                    

   La lluvia torrencial y el sonido de los truenos en la lejanía marcaban el ritmo de mis pasos, a medida que me acercaba al lugar, buscándote en cada rincón. Una duda que para algunos resulta difícil de aclarar, pero a mí se me termina olvidando apenas la formulo en mi cabeza. Y aquí estoy, nuevamente, esperando que puedas volver a erradicarla de mi subconsciente.

No te esperaba tan pronto —me descubres incluso antes de que pueda llegar a verte.

—Vuelven a asaltarme las dudas —me acerco hasta quedar frente a ti y tomo asiento.

Todos somos vulnerables a ellas. Pero tú... —me sonríes, la diversión se vislumbra en tus pupilas—, eres demasiado susceptible a la duda.

   No puedo evitarlo, evidentemente. Eres la única persona a quien le he mostrado mis dudas, inseguridades, dolores...tantas cosas que en este momento vuelven a asaltarme, estando cara a cara con la mayor de las verdades.

—¿Qué eres para mí? —las palabras se apresuraron a salir, mientras sostenía mis manos temblorosas.

No te gustan los rodeos, ¿verdad? —te acomodas en el sillón, apoyando la cabeza y llevando la vista al techo—. Tal vez un misterio más profundo que tu propio ser.

—¿Cómo podría definirte?

Un libro que nunca terminarás de leer, pero del que te engancharás completamente.

   Bajo la vista procesando las declaraciones de su voz ante cada pronunciación, la seguridad latente en cada uno de los sonidos.

—¿Estarás siempre ahí para mí como lo estas ahora aquí?

Una llamada será la única que logrará desvanecer esa distancia que podría crearse entre ambos y, desde donde sea que esté, iré a tu encuentro.

—¿Si un desierto me engullese en sus fauces?

Siempre tengo una botella de agua adicional.

—¿Si me lastimasen, provocándome una herida?

Dame un segundo y te la suturaré.

   Noto como cambias de posición en el sillón, al levantar la vista coincido con tu rostro, descansando sobre tus manos entrelazadas y codos sobre ambos muslos.

—¿Y si se diese el caso de que mi visión quedase nublada por lágrimas?

Tengo justo aquí un pañuelo para secarlas.

—¿Qué estarías en la disposición de hacer por mí?

Esa pregunta desprende una amplia gama de posibilidades. Y las respuestas son demasiado extensas como para que las recuerdes.

—¿Podrías enumerarme algunas?
De uno de tus bolsillos sacaste un papel en el que escribiste rápidamente. Después lo alzaste frente a mis ojos para que pudiese leerlo.

Estas son las que me vienen ahora a la memoria, son una ínfima parte de la infinidad de posibilidades.

Tomé el papel y comencé a leerlo detenidamente:

1. El arlequín que te robará la más maravillosa de las carcajadas.
2. La bestia más aterradora que te custodiará como su tesoro más valioso.
3. La peor pesadilla de quien te ponga un dedo encima con malas intenciones.
4. El ladrón que se llevará consigo el dolor que amenace con apoderarse de todas tus emociones.
5. La pastillita que curará la enfermedad que tantos conocen como "soledad".
6. El cura de la capilla en la que quedarán bajo llave todos sus pecados.
7. Un anfitrión que guardará para ti el asiento en primera fila, deseoso de que observes su ostentosa actuación llamada "vida".

   Poco a poco cada explicación se iba asentando y en consecuencia, nuevas dudas salían a relucir. Doblo el papel y lo guardo en un bolsillo.

Pero debo advertirte algo —levanto la vista, nuevamente, buscando la amenaza en el interior de sus pupilas—: de estos labios solo saldrán verdades, tanto conciliadoras como devastadoras. No me gusta perder mi tiempo envenenando mi alma, o la tuya en todo caso.

—Lo entenderé —mi voz parece quebrarse a medida que los sonidos abandonan mis cuerdas vocales.
¿Qué pasaría si...? Un escalofrío recorre mi espina dorsal de solo imaginarme la pregunta.

—¿Qué pasaría si me voy de este mundo?

Sería una gran pena —noto como a pesar de que tus ojos comenzaban a cristalizarse, no apartas la mirada— estarías abriendo una grieta demasiado profunda en mi pecho.

   Trago en seco y la molestia en mi garganta impide que pronuncie nada más ¿Será este un nudo imposible de liberar? Unos minutos de silencio calmaron la escena que las tensiones habían creado. Y con la calma de vuelta, pude escuchar claramente tu voz.

¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro.

¿Qué es lo que siempre buscas al venir aquí? No me digas que aclarar tus dudas porque, sinceramente, esa es una verdad a medias.

—No es que busque algo exactamente —titubeo la respuesta por unos instantes—. Es solo que quiero que conozcas todo de mí, sin que me falte siquiera un detalle del que contarte.

   No sabría explicar el porqué de esta necesidad de confiar en ti, de saber que en ti encontraré un lugar seguro al que acudir siempre que quiera, y pensar en la idea de decirlo en voz alta me estremecía.

Por eso estoy aquí...declaraste finalmente poniéndote de pie y agachándote a unos centímetros de distancia de donde yo estaba— para ti. Extendiéndote mi mano, brindándote mi hombro, obsequiándote la mejor de mis sonrisas.

—Gracias —fue lo único que pude decirte, a pesar de sentir que no sería suficiente para expresar mi regocijo.

   La tormenta que me trajo hasta aquí, hacía rato que se habí disipado. Volvía a esclarecer mis interrogantes cuando al ponerme de pie y dirigirme a la salida, pude sentir como el nuevo significado se iba desvaneciendo con cada paso que daba. Me giré de cara a ti y noté como sabías claramente lo que pasaba.

Cada vez te cuesta más recordar una simple definición. Tal vez no esté haciendo bien mi trabajo.

—¿Existe alguna forma de resumir todo lo que has dicho esta noche? —te vi meditar un corto período de tiempo antes de observar cómo te acercabas a mi oído y susurrabas una palabra.

Simple, ¿verdad? Espero no termines olvidándola también.

   Después de tanto tiempo, aún sigo sin recordar la palabra que alguna vez llegaste a pronunciar cerca de mi oreja, pero que recuerdo haber sentido en cada poro de mi piel, en cada neurona de mi cerebro y cada célula de mis huesos. Una palabra pequeña que encierra tantos significados detrás de solo cinco letras. Si alguien sabe cuál puede ser, ¿podría aclararme de esta nueva duda que acaba de volverme vulnerable?

Creando definicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora