𝗗𝘂𝗹𝗰𝗲 𝗔𝗺𝗶𝘀𝘁𝗮𝗱, es para todos

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El sol estaba en su punto más alto, bañando con sus rayos dorados toda la cuidad de Green Hill y proyectando pequeñas sombras con cualquier cosa o ser que se atravesara en su camino.

Como era costumbre, las calles iban repletas de autos, bocinazos debido al tráfico o por algún peatón imprudente, al menos en éstas los autos circulaban en una dirección, en cambio, en las veredas la gente caminaba de aquí para allá sin ningún tipo de orden, entrando o saliendo de los edificios, esquivando a ciclistas y jóvenes en patinetas, tratando de no golpear a alguien mientras conversaban por sus celulares, etc... claramente Green Hill se había convertido en una gran ciudad.

Pero por más ajetreado que esté el día, cuando el reloj marca las 12:00 p.m. todo se paraliza por una hora, un pequeño pero gratificante lapso en el trabajo o los estudios para disfrutar de un delicioso almuerzo o algo para calmar el hambre, ya sea que estés solo o te vayas a reunir con alguien. Claro, también existen personas que prefieren aprovechar ese tiempo para algo más que una simple comida.

- ¿Estás listo? Porque me muero de hambre -


Entró caminando a la oficina de su compañero, ya era hora del almuerzo y se suponía que se reunirán con sus amigos pero al ver que el contrario aún permanecía sentado tecleando en la computadora fruncio el ceño ligeramente apoyando ambas manos encima del escritorio.

- ¿Podrías dejar eso de lado? Se supone que estamos en nuestro descanso, seguramente los demás nos están esperando... ¡Y tu sigues tecleando en esa cosa sin prestarme atención! -


Golpeó su puño sobre el escritorio en señal de reclamo, su compañero levantó la vista de la pantalla del computador para posarla sobre la presencia del azulado; con sus párpados entre cerrados y su mirada fría característica de él logró hacer que el contrario levantara ambas manos de su escritorio para luego soltar una risilla nerviosa.

- Etto... amm... t-te espero... a-afuera -


Retrocedía a la vez que rascaba su nuca con nerviosismo, hasta que su espalda chocó contra la puerta, tomó la perilla con su mano y salió tan rápido como pudo; no es que le tuviera miedo, no, claro que no; solamente quería darle un poco más de espacio para que prepare sus cosas.

Luego de que la presencia del cobalto desapareciera de su área de trabajo, el veteado continuó escribiendo en la máquina desviando la vista una que otra vez hacia los papeles de al lado; aún faltaba tiempo para que el informe de ventas sea entregado pero de todas formas quería terminarlo.

- ¡Oh vamos! ¡Tengo hambre! -

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- ¡Oh vamos! ¡Tengo hambre! -

- Por favor Knuckles... ¿No puedes aguantar un poco más? Sonic me dijo que ya están por llegar -


Respondió ante el comentario de su amigo, aunque en parte comprendía su frustración ya que quedaron en verse a las 12:15 en la cafetería de siempre y en el lugar estaban reunidos todos a excepción de dos erizos.

¡No lo ocultes más!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora