25.La profecía perdida

7.8K 537 154
                                    

Al tocar el suelo con los pies, se me doblaron ligeramente las rodillas y la cabeza del mago dorado cayó con un golpe metálico. Entonces eché un vistazo a mi alrededor y me di cuenta de que habíamos llegado al despacho de Dumbledore.

Me paseé por el tranquilo y bonito despacho, respirando entrecortadamente e intentando no pensar, pero tenía que pensar, no había escapatoria...
Yo tenía la culpa de que Sirius hubiera muerto; todo era culpa mía, no la de Harry. Si no hubiera sido tan estúpida para caer en la trampa de Voldemort, si no hubiera estado tan convencida de que lo que había visto en mi sueño era real, o si me hubiera planteado la posibilidad, como había dicho Hermione, de que Voldemort confiara en la afición de mí y de Harry a hacernos los héroes...

Era insufrible, no quería pensar en ello, no podía aguantarlo. Dentro de mí había un terrible vacío que no deseaba sentir ni examinar, un oscuro agujero donde antes estaba Sirius, un agujero del que Sirius se había desvanecido.

Dumbledore:Lamento mucho lo de Sirius, no es culpa suya que haya ocurrido esa desgracia.

Harry:Es culpa mía.

Yo:No Harry, es mi culpa. Si no me hubiera creído lo del sueño Sirius seguiría vivo, jamás te tuve que contar sobre eso.

Harry:Al parecer, lamentablemente los dos tuvimos la culpa de creernos lo del...

Dumbledore:Por favor basta, no es culpa de ninguno de los dos, punto final-se dirigió hacia la percha que había junto a la puerta, sacó de un bolsillo interior de su túnica a Fawkes, que ahora era un pájaro pequeño, feo y sin plumas, y lo colocó con cuidado en la bandeja de suaves cenizas que había bajo el palo dorado donde solía posarse el ave cuando estaba totalmente desarrollada-. Bueno-se apartó al fin del fénix-, supongo que se alegrarán saber que ninguno de sus amigos sufrirá secuelas por lo ocurrido esta noche.

Intenté decir: «Estupendo», pero por mi boca no salió ningún sonido. Tenía la impresión de que Dumbledore estaba recordándonos los problemas que habíamos causado, y aunque Dumbledore nos miraba por fin a los ojos, y pese a que su expresión era amable y no parecía acusadora, no podía sostenerle la mirada.

Dumbledore:La señora Pomfrey está curándolos. Es posible que Nymphadora Tonks tenga que pasar un tiempo en San Mungo, pero todo indica que se recuperará por completo.

Ninguno de los dos habló.

Dumbledore:Sé cómo se sienten.

Yo:No, no lo sabe-negué con un tono de voz inusitadamente impetuoso, pues la ira se estaba acumulando en mi interior. Dumbledore no sabía nada sobre nuestros sentimientos.

??:¿Lo ve, Dumbledore?-habló un cuadro-. No pierda el tiempo intentando comprender a los estudiantes porque ellos lo detestan. Prefieren sentirse terriblemente incomprendidos, deleitarse en la autocompasión, sufrir con...

Dumbledore:Ya basta.

Harry le dio la espalda a éste y se quedó observando el estadio de Quidditch que se distinguía a lo lejos, por la ventana. Ahora que lo pienso, no he jugado casi nada de Quidditch este año.

Dumbledore:No deberían avergonzarse de lo que sienten. Más bien al contrario. El hecho de que puedan sentir un dolor como ése es su mayor fortaleza.

Notaba que las llamas de la ira me quemaban por dentro: ardían en aquel terrible vacío y avivaban mi deseo de hacer daño al director por su serenidad y sus huecas palabras.

Harry:¿Nuestra mayor fortaleza?-habló al fin Harry-. Usted no tiene ni idea, usted no sabe...

Dumbledore:¿Qué es lo que no sé?-le preguntó con calma.

La hermana de Harry Potter 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora