𝚂𝚑𝚎 𝙻𝚘𝚟𝚎𝚜 𝙲𝚘𝚗𝚝𝚛𝚘𝚕. ━𝙼𝚊𝚕𝚛𝚛𝚢.

𝟶𝟺. ━𝚒𝚗 𝚝𝚑𝚎 𝚍𝚊𝚛𝚔.

Isla de los Perdidos.
Presente:

  La guarida siempre había sido el perfecto escondite de los cuatro mejores amigos cuando realizaban travesuras; o cuando sus padres los perseguían para imponerles castigos viles. La extensa oscuridad que decoraba el lugar era un de sus principales características; aunque una escasa lumbre que entraba por la ventana, podía hacer diferenciar a aquellos dos cuerpos envueltos en pasión y fuego sobre aquel sofá de cualquier otra cosa llamativa.

La desnuda, sensible, vehemente y ardiente figura de Mal, con sus cabellos rosados desaliñados, estaba encima de él una vez más como tanto había anhelado. Su pecho subía y bajaba con cada movimiento que hacía sobre su cuerpo desnudo, y sus caderas, se mecían firmes una y otra vez, como si el final del cuento, no le importara en lo absoluto el después. Los pensamientos no existían allí, tampoco la culpa o los valores; bastaban unos buches de alcohol, y Mal olvidaría la mortificante vida que la molestó tanto una vez. Sólo quería ser libre, ¿era mucho pedir? En su mente no, y no se juzgaba por ello. Necesitaba más bien olvidarse de todo, y sin dudas la mejor forma de olvidar, siempre había sido él.

—Oh, Harry...

Y la torturante música de sus caderas embistiéndolo, lo hacía querer perder la cordura una vez más. Aquel deseo, aquellas ganas, ni con el pasar de un centenar de años se apagarían jamás. Ambos estaban seguros al escuchar sus gemidos y gruñidos perderse juntos en el aire, como si converger fuera su verdadero camino, de que por más equivocado que aquello fuera, para ellos era lo correcto. Tendrían tiempo de hablar con los demonios del infierno de sus pecados, y tan malos era ambos, que no les importaba incluso la peor tortura si eso venía de entregarse mutuamente.

—Mal...

Y aquella simple palabra saliendo de sus labios la hacía gemir. Sus uñas arañando ásperamente sus hombros fuertes y tensos al sentir sus dedos apretar sus caderas desnudas; sus dientes mordiendo su propio labio inferior percibiendo como el calor de él la invadía; y sus pupilas, dilatadas al ver aquellos ojos azules perdidos en el fuego que hacían, en el fuego que eran ambos: definitivamente, lo único que querían y necesitaban sentir. Se necesitaban sentir entre ellos; se necesitaban el uno al otro como no habían podido hacerlo durante tanto tiempo... Durante un largo año que había sido un verdadero tormento para él, y un verdadero castigo para ella.

—Te extrañé tanto... —Sonaba tan ardiente que sus ojos brillaban como si vieran llamas. Harry se estremeció totalmente de un movimiento lleno de ímpetu sobre sus propias caderas. Se sentía tan hundido en ella que ansiaba pecar... Aquella sonrisa perversa lo provocaba a caer en aquella tentación que siempre había deseado volver más que un sueño... Aquella tentación prohibida a la que sabía, que no debía llegar—. Como no tienes una idea, Harry...

Y Harry bajó sus manos por la espalda curva y desnuda de Mal, atrayéndola a él para atrapar sus labios rosados en un beso lleno de pasión que hacía su propia sangre hervir. No podía dejarla hablar más o enloquecería debajo de aquel cuerpo, estaba seguro de que no resistiría mucho tiempo con las caderas de Mal meneándose encima de él; y en las condiciones en que estaba ella, seguro era Harry de que no era consciente ni de la mitad de las cosas que decía.

—Estás muy estrecha... —Mal gimió y miró al techo con sus ojos queriendo salirse de la sensación que llenaba su interior. Tanto calor, tanto deseo, tanta hambre... Tantas cosas que debían desvanecerse de una vez por todas o la matarían por dentro.

—Demasiado. —Y Harry se arqueó al sentir cómo Mal lo sorprendía con otro haciéndolo enterrarse en su piel más. Su respiración se volvió errática, y su corazón, amenazó en salir de su pecho cuando sintió la maldad tomar su cuerpo y poseerlo. Después de tanto tiempo, pudo sonreír con perversidad mirando a los ojos a la única criatura, que había sido capaz de controlarlo.