Parte 3

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De pronto se volvió costumbre irme con Alberto todos los días. Por lo tanto meses después nos hicimos novios y un día inesperadamente frente a nuestras familias me pidió la mano porque su amor era tanto que lo hacía explotar. Mi madre cambió su rostro al ver que Alberto me había pedido la mano.

Maria- Hija mía yo quiero verte feliz y todo pero siento una espina en mi torso que no puedo quitar desde que ese muchacho se junto contigo.

Yo ignoré lo que mi madre me decía probablemente no quería que me fuera de su casa ya que era la niña de sus ojos pero nadie me iba impedir abrir las alas con el hombre que amaba. Por lo tanto realice las invitaciones y las cosas de boda más rápido todavía para que mi madre no me manipuladora.Me casé en la iglesia católica de Carolina Pueblo y con mi traje de novia blanco desfilé alegremente. Todos los ojos estaban puestos en mi, especialmente los de Alberto Cotto. Él estaba muy enamorado de mi y vi como de sus ojos salían lágrimas cristalinas que jugaban en sus mejillas y su sonrisa se alargaba de esquina a esquina. Mientras el sacerdote hablaba, no tenía noción de las palabras, solo me quedaba fija en aquel hombre que me estaba volviendo loca.

Isabel: "Sí acepto, sí acepto, sí acepto"

hasta que llegó el momento de aquel beso que hizo que nuestras vidas fueran una. La campana sonaba "TAN TAN TAN TAN" como finalización de la boda mágica. Salimos corriendo del altar como dos locos enamorados y nos fuimos a Miami de luna de miel. Mi vida parecía ser estupenda en todos los sentidos y lo que no sabía es que estaba metiéndome en las garras del mismo diablo.

El verdadero infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora