El verdadero infierno

Parte 5

Me mantuve callada pero la realidad era que no se podía ocultar por mucho tiempo aquellas marcas que él me había dejado con mucho amor. Le sugerí mudarnos a la ciudad, probablemente el cambio lo ayudaría. Sin embargo los vecinos andaban alimentando las lenguas de cómo era el infierno en mi hogar. No podía negarlo, mis gritos se quedaban con el pueblo completo. No había anciano, joven, niño que no escuchara los espantosos gritos. La casa lucía fantástica y era en un campo verdoso. Alberto no le importaba después de que él tuviera un sitio donde dormir y conseguir su droga.
La primera noche me acomodé en la cama feliz y de pronto Alberto me viró y me apretó la garganta. Yo sentía como el aliento se desvanecía y mis lágrimas corrían pidiendo a gritos que parara, pero él no pensaba parar. Me dejó respirar al ver que ya yo no tenía fuerzas. El tomó de mi y entró su genital con fuerzas y comenzó a usarme como si fuera un juguete sexual. Al terminar, se abrochó su pantalón y se fue de la casa. Me sentía ultrajada y lloraba como si no hubiera un mañana porque jamás iba a imaginar que me llegarían a violar. Podía decir que tenía unos hermosos hijos:Joshua, Mauricio, Marta y el pequeño que venía en camino Javier. Los dos jóvenes se llevaban un año, uno tenía diecisiete y el otro dieciséis, era una edad difícil para criarlos en una sociedad tan machista. Los educaba bien y siempre les dije "Por más que te molestes, NUNCA le des a una mujer".
Las cosas en el hogar estaban volviendo a la normalidad. Alberto me había prometido que nunca más iba ponerme una mano encima y de verdad confiaba en su palabra. Dos días después, Mauricio se puso a practicar conmigo salsa y Alberto entró desesperado.

Alberto: ESA ES MI MUJER, ALÉJATE DE ELLA!"

Mauricio y yo quedamos perplejos, Alberto estaba celándome de mi propio hijo, esto se volvió una rutina hasta que me di cuenta que él tenía una obsesión conmigo.