4. ¡No traumen a la niña!

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Yennefer esperaba el cambio de luz con impaciencia, suspiraba cada tres segundo y miraba su teléfono, colocado en manos libres mientras marcaba a su ex esposo. Ya iban cuatro, y el muy desgraciado no le había contestado aún.

La luz cambió a verde y la pelinegra avanzó, viendo de reojo por unos segundos a su hija sentada en la parte de atrás, mientras leía un libro de ciencias de su escuela. Debía admitir que realmente la influencia del diablillo entrometido de Jaskier había sido para bien.

Aunque Ciri siempre fue una niña dedicada, era demasiado tímida. Una vez le dijo que no quería leer los libros porque sus compañeros le dirían nerd o algo así, pero desde que empezó a quedarse con su padre en la casa de ambos chicos poco a poco sus inseguridades fueron mermando, hasta que la pequeña rubia no reparó en hacer lo que le parecía correcto, sin miedo de nada.

Estaba orgullosa, a decir verdad.

En las últimas semanas tuvo oportunidad de conversar con Jaskier, aquel castaño revoltoso se sonrisa dulce. Era bastante fácil prestarle atención, de alguna forma te capturaba y terminabas oyendo cada una de sus palabras, y aprendiendo sus gestos. Pronto descubrió que el chico no era de Londres, sino de la hermosa Bibury, y se había escapado de su hogar por problemas familiares apenas tuvo la mayoría de edad. Ahorró todo un año entero en el que trabajó sin cesar para ingresar a la universidad, la que avanzó a una velocidad increíble por sus altas calificaciones. Más tarde, y para su sorpresa, heredó una pequeña fortuna de un pariente lejano que le permitió continuar sus estudios sin trabajar. Eso pasó un poco antes de conocer a Geralt, hace un año aproximadamente. 

Y si, escuchó sin quejarse toda su historia de amor, entre balbuceos y sonrojos, y ya no le parecía ni un poco incómodo. Mas bien, estaba adaptándose a ver al castaño con tanta regularidad como veía a  Geralt.

Por eso mismo, ella tenía toda la confianza del mundo para encargarle a su hija, como ahora que la habían llamado de su agencia para un trabajo de último minuto y debía pedirles a ambos que cuidaran a Ciri esa noche. Para su desgracia, ninguno estaba contestando.

La verdad es que, ambos estaban algo... ocupados, por decirlo de alguna forma.

Geralt sostenía a Jaskier de la cintura, mientras lo torturaba sin piedad con el vaivén de su pelvis. Una y otra vez.

El teléfono de Jaskier comenzó a sonar de nuevo. El castaño levantó la mirada entre la bruma de placer para localizarlo en alguna parte de la habitación.

—Teléfono...—le esforzó en gesticular, su cerebro siendo fundido por el calor.

—¿Hm? ¿Quieres que pare?—le preguntó su novio entre jadeos. El ojiazul cerró los ojos con fuerza y negó.

—Ngh, no, sigue. ¡Geralt!—el castaño se aferró a la espalda del mayor y escondió la cara en su cuello.

—Estás tardando más de lo normal— gruñó Geralt antes de obedecer, y no fue hasta quince minutos después cuando  notaron todas las llamadas perdidas de la pelinegra hacia ambos.

La iban a llamar de vuelta, cuando tocaron el timbre del primer piso. Jaskier algo avergonzado bajó con sus pantalones cortos y un suéter que le pertenecía a su novio, encontrándose en la puerta con Yennefer y Ciri.

La pelinegra sólo tuvo que reparar en el cabello desordenado del ajiazul, sus labios hinchados y respiración algo irregular para saber por qué, no le habían contestado.

Jaskier se dio cuenta que Yennefer se dio cuenta, por lo que tomó la mano de la pequeña y huyó a la cocina. Geralt bajó un minuto después, fresco como lechuga.

—Hola Yenn, ¿te quedas a almorzar?—preguntó

La chica le dio una de esas miradas a Geralt que le recordaba a cuando olvidaba su aniversario, o recoger a su hija de la escuela.

—Mira Geralt—comenzó—es tu casa, y tu novio. Pero te agradecía que cuando Ciri esté aquí sean un poco mas discretos. No me traumen a la niña, por favor.

—Haha, muy chistosa—respondió—es mi hija, sé lo  que hago, si la vas a dejar aquí ya vete.

Ella revisó la hora, era muy tarde.

Bien—resopló—llámame cualquier cosas ¿si?

Se separó de Geralt para gritarle a su hija en la cocina.

—Ya me voy cariño, portate bien.

De la cocina se escuchó un "Sí" y con eso Yennefer salió camino al aeropuerto.

Una vez los tres se quedaron sólo, se miraron unos segundos. Hasta que Jaskier habló.

—¿Quién quiere pizzas y películas?

Ambos De Rivia levantaron la mano

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Corto porque me muero de sueño pero quería hacer el cap uwu

Receta para el desastre - Geraskier/ shortfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora