Me desperté con el sonido de un gallo cacareando. Estiré mis brazos tan pronto como me levanté y me dirigí a la ventana para abrir las cortinas. Era un día soleado y agradable de verano: No hacía mucho calor, y el viento parecía saludar amablemente con una fresca brisa.

Sonreí sin ningún motivo, hoy parecía ser un buen día, tenía que serlo, sentía que hoy iba a pasar algo bueno, a pesar que mi vida fuera únicamente seguir una estricta rutina.

Me dirigí a la cocina de mi pequeña casa, justo al lado de mi habitación, ni siquiera había una puerta, a decir verdad. Al llegar me dispuse a preparar algo sencillo, así que solo calenté un poco de avena, pues no tenía mucha hambre. Por supuesto, un desayuno no puede ser bueno si no está acompañado de un buen té, así que empecé por hervir agua. Lo tomé sin reparar tanto en nada en específico, y luego procedí a verificar mentalmente qué tareas tendría para hoy mientras dejaba mis platos a un lado para lavarlos después.

— Ya queda poca leña. — Me comenté a mi misma, como hago para ignorar el hecho que me encuentro sola todo el tiempo. — Será mejor ir por un poco.

Abrí la puerta de mi casa, viendo felizmente al extenso bosque que se extendía frente a esta. Hay muchas desventajas en vivir separada de todos, como que hay que recorrer un gran camino para conseguir cosas, o que realmente no te enteras de nada de lo que sucede (aunque no es como que el mundo no me tenga ya harta, a decir verdad), y sobre todo está ese sentimiento constante donde sientes que perderás la cordura en cualquier momento por no tener contacto con otras personas... Pero la vista... la vista que te ofrece vivir en una pequeña pradera, cerca de un bosque, sin otra casa en kilómetros... eso lo vale todo.

Inhalé pacíficamente el aire fresco, producto únicamente de vivir en un lugar tan poco desarrollado, sin contaminantes, y sonreí para mi misma. Esa es otra ventaja: Nunca pasa nada, puedes vivir en paz, porque nunca ves los destrozos que causa la violencia del ser humano, que busca peleas por doquier por cualquier cosa.

Entonces miré a la distancia con confusión, pues vi algo moverse lentamente. Fui por mis lentes, pues no sabía qué era a tal distancia, y si era algo como un lobo estaría en problemas.

Volví corriendo con los lentes puestos, y pegué un pequeño grito ahogado al ver a la silueta un poco más cerca. No era un animal, era un pequeño chico que parecía muy herido.

"Paz", "todo es más pacífico cuando vives alejada de todo." ¡"Paz" mi trasero! ¡Ni siquiera en un lugar tan lejano como este me salvo de ver personas lastimadas, aparentemente! Estudié medicina, pero esto es ridículo. Pensé que nunca tendría que aplicar mis conocimientos de nuevo.

Como fuera, fui corriendo hacia el muchacho, quien cojeaba mientras se apoyaba en lo que parecía ser una rama muy grande, usándola como bastón. Me detuve cuando estuve a unos metros, pero él no parecía prestarme atención, pues se notaba que estaba concentrado en el camino y en mantenerse en movimiento.

Era un chico, casi de mi edad, o eso aparentaba, de cabello negro y grasoso, con unas ojeras gigantes, que empeoraban su demacrado aspecto gracias a la palidez de su tez. Su baja estatura y una que otra mancha de sangre que se mostraba a través de su ropa le daban el aspecto de ser un cadáver andante, sobre todo porque parecía no importarle que estuviera parado justo frente a él.

— Eh, buenos días. — Saludé, un poco desconfiada de él, tomando mis precauciones. — ¿Puedo ayudarte en algo?

Entonces él se detuvo en seco, dándose cuenta que estaba ahí. Me miró un segundo y frunció el seño mientras volteaba a verme.

— ¿Es en serio? — Dijo, con una voz ronca que agregaba más impacto a su tono de voz, que daba a entender que estaba molesto. — No.

Le miré un momento, sorprendida por su respuesta. Todo de él parecía maldecirme y decirme que me mantuviera alejada. Sí, parecía herido, pero no sabía si sólo era una actuación espectacular para asaltarme o algo parecido, así que mientras más me pudiera mantener alejada, mejor.

Stay (Levi Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora