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— ____. — Alguien dijo suavemente con una voz ronca.

— 5 minutos más. — Murmuré, girando sobre mi misma.

Solté un gruñido, y escuché otro a mi lado. El Sol brillaba en mi cara por alguna razón, ¿Acaso sería de mañana? Estaba cansada, así que no me iba a levantar en un rato, probablemente, no importaba.

— Entonces no te quejes conmigo por la hora. — Murmuró una gruesa y ronca voz a mis espaldas.

Abrí los ojos de golpe, saltando un poco y quedando sentada en el... ¿Pasto?

Ya recuerdo, me quedé dormida a la orilla del río, y el "desconocido " que me hablaba era Levi, mi amigo, que al parecer había pasado todo ese rato quieto a un lado, pues no era propio de él el tomar siestas o dormir voluntariamente en general.

— Ah, hey. — Comenté por lo bajo mientras me tallaba el rostro con pereza. — ¿Dormí mucho? Lo lamento.

— Creo que unos 20 minutos solamente. — Contestó con simpleza mientras se recostaba de nuevo.

Suspiré un poco, mientras me levantaba con flojera. Hoy había planeado mucho, y no podía estar perdiendo el tiempo. Pero esa siesta había sido tan buena... hacía mucho que no dormía en una posición apropiada.

Como fuera, alejé esos pensamientos de mi cabeza.

— Será mejor volver. Como has mejorado, quería atender todo el día a mis animales y el huerto. No les he puesto mucha atención últimamente.

Él sólo asintió, mientras ambos levantábamos las cosas, preparándonos para regresar.

Como fuera, el aire y la temperatura del ambiente eran exquisitos. El Sol emitía el suficiente calor para estar fresco, sin sentir calor, dejando que uno disfrutara el canto de los pájaros en la distancia. Y aquella siesta que había tomado había sido extremadamente deliciosa... Me atrevería a decir que fue la mejor siesta de mi vida.

— Ah, qué flojera tengo. — Comenté mientras soltaba un suspiro.

Luego de mi queja y desahogo, me paré frente al camino que tendríamos que tomar para volver a la casa, y esperé a Levi, quien no tardó mucho en emparejarse conmigo.

Estaba lista para comenzar a caminar (a paso lento, en consideración con el azabache). Una pacífica caminata antes de continuar con mis tareas. Era una buena recompensa por la semejante escena que había sucedido hace no más de una hora, y que, sinceramente, esperaba hubiera sido parte de mi siesta, pero no me atrevía a corroborarlo.

— Has estado muy cansada. — Señaló el chico mientras comenzaba a caminar, siendo él quien marcaba el paso.

— Sí, bueno, ser enfermera y cocinera mientras se intenta cuidar de un hogar, un huerto y de animales, no es muy fácil que digamos. — Solté con una risa.

— ¿Me estás reclamando? — Dijo, frunciendo el seño, genuinamente consternado.

— Oh, no, no podría. — Me apresuré a contestar. — En realidad ayuda mucho el que uno de tus pasatiempos sea limpiar.

— No es mi pasatiempo.

— Eh, igual, la casa nunca había estado tan limpia. En realidad estoy agradecida.

Él volteó a ver el lado del camino mientras chasqueaba la lengua, y yo dirigí mi mirada al mismo lugar.

Llevaba por lo menos dos años viviendo aquí, y realmente no era muy a menudo que me detenía a pensar en lo bonito que es aquí, y de lo agradecida que estaba de vivir aquí, en este momento. Todo era tan... lindo, y pacífico, y eso era todo lo que quería en mi vida.

— Igual no estás descansando lo suficiente. — Dijo el azabache sacándome de mis pensamientos.

— ¿Qué dices? Estoy llena de energía. — Dije mientras flexionando mis brazos, fingiendo que tenía los músculos tan definidos como él.

Él rodó los ojos y devolvió su mirada al frente del camino para seguir caminando.

— ¡Oh, vamos! ¡Sé que te quieres reír! — Le reclamé entre risas mientras me acercaba más a él.

— Bueno, es cierto que lo único que alguien podría hacer al ver tus "músculos" sería reír.

— Eres un idiota. — Le dije, depositando un suave golpe en su brazo.

Él chasqueó levemente la lengua, dando lugar a un pacífico silencio, uno que gradualmente terminaba gustándome más y más. ¿El silencio sería lo mismo una vez él no estuviera?

— No te vendría mal entrenar, ¿sabes?

— ¿Ah, sí? ¿Y quién me va a entrenar, eh? ¿Tú?

— Soy un sargento, después de todo.

Reí un poco, pero en realidad la propuesta no sonaba mal, y yo no perdería nada con añadir un poco de ejercicio a mi rutina diaria.

— Bien, pero debes de prometerme que no harás nada que pueda lastimarte.

— Y tú debes comenzar a descansar. — Se apresuró a pedirme también.

— Bien, pero tú no vas a dejar de dormir. — Especifiqué.

Él, de nuevo, chasqueó la lengua.

Para este punto ya habíamos detenido nuestra caminata, estando únicamente a unos metros de la casa.

Ambos nos mirábamos a los ojos, yo sonriendo totalmente decidida a no retirar mis condiciones, y Levi expresando que él no estaba totalmente de acuerdo.

Finalmente sus cejas se relajaron, como señal que se daba por vencido.

Yo le sonreí.

— Bien, ¿Empezamos mañana?

— Bien. — Dijo entre dientes. — Pero, déjame ayudarte con tus tareas, por lo menos hoy.

— Es un trato. — Dije sonriente antes de retomar mi caminata.

Retomamos nuestro camino, y él se adelantó en los últimos tres pasos para abrir la puerta, pues él era el que tenía las llaves, y ambos enseguida aprovecahmos para dejar las cosas que cargábamos en su lugar.

— ¿Qué tareas tienes que completar hoy? — Preguntó una vez había terminado.

— Hay una lista escrita en la mesita de noche. — Señalé.

— ¿Escribes notas para ti misma?

— Soy independiente, no perfecta. — Bromeé.

— No me había dado cuenta. — Contestó en un tono similar, sus ojos prácticamente rogando por un poco de aprobación, por más ligera que fuera.

Yo reí un poco ante su broma, habilidad que hasta hace poco no sabía que tenía. Es un ser humano, a fin de cuentas, y me gustaba verlo demostrarlo.

Sus ojos se relajaron en cuanto oyó mi risa, provocando que la atmósfera también fuera un poco más agradable.

Ese aspecto suyo me encantaba, pues era extremadamente curioso: Parecía que su única expresión era un seño fruncido, pero, luego de un tiempo, era fácil darse cuenta que sus ojos por si solos estaban cargados de expresiones. Uno sólo tenía que ignorar el resto de su rostro, que si bien era un poco expresivo, no era lo mismo. Lo importante era mirarle directamente a los ojos, que parecían un libro abierto en el cual se podía leer fácilmente lo que sentía el chico.

— Bien, entonces vas a dormir. Yo me encargo. — Dijo, rompiendo el momento.

Alcé una ceja.

— Me obligaste a dormir, ahora voy a obligarte a ti. — Dijo, arrastrándome a la cama por la muñeca.

Yo finalmente sólo me rendí, pues era cierto: estaba cansada, y la siesta que había tomado me lo había comprobado. Además, sabía perfectamente que no estaba haciendo fuerza, y aún así me daba la impresión que no podría escapar de su agarre aunque lo intentara.

Antes de que me pudiera dar cuenta, estaba recostada en la cama, y Levi estaba saliendo de la casa mientras leía a profundidad la lista de cosas que hacer.

Sólo sonreí un poco antes que, de nuevo, el cansancio me ganara.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2020 ⏰

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Stay (Levi Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora