Había escogido un libro que adoraba, pero que lamentable había leído demasiadas veces, por lo que a la mitad de mi lectura empecé a sentir un cansancio tan grande que terminé dormida en el suelo antes de poder darme cuenta.

Cuando desperté, apenas y se podía notar el atardecer por la ventana. La luz le daba un tono anaranjado y oscuro a la habitación, pero era bonito. Levanté mi torso todavía un poco adormecida para poder sentarme, y alcé la vista mientras me tallaba el lado derecho de mi cara con mi mano, encontrándome con un joven que parecía mirarme con curiosidad por un segundo para volver su mirada a un libro, mi libro.

Por un momento me espanté, pues olvidé que le había ofrecido mi ayuda hace unas horas y esa loca idea sonaba más bien como un sueño muy raro, producto de mi más reciente siesta. Solté un pequeño y ligero chillido por la sorpresa, antes de obligarme a mi misma a callar, pues la presencia del azabache en mi cama era únicamente mi responsabilidad.

Él simplemente desvió con un poco de molestia su vista del libro que estaba leyendo, alzando un poco una ceja, probablemente confundido por mi reacción. En seguida, cuando le devolví la mirada, como pidiendo disculpas y avergonzada por mi reacción, volvió a su lectura, como si yo fuera alguna clase de molestia. Y no voy a mentir, probablemente lo había sido, y eso me iba a molestar por un momento. Pero, es mi casa, ¿Por que me preocupa a mi ser la molestia? Él también podría intentar ser un ser humano decente.

Quiero golpearlo.

Quiero golpearlo pero si lo hago probablemente se abra su herida de nuevo, y todo mi trabajo sería en vano. Encima tendría que repetir todo el proceso, pues dejarlo desangrarse no es una opción, no quiero llevar ese peso en mi conciencia. ¿Quizás podría golpearlo en la cara y no afectar su herida?  Era un soldado, así que aseguramente era más fuerte que yo, pero estaba incapacitado, así que no podría devolver el golpe... Y por eso el golpearlo sería algo bajo.

Maldición.

Sólo iba a estar aquí unas semanas, podía aguantarlo. Probablemente en unas dos semanas me olvidaría de estas molestias.

Aunque, quizás era yo la del problema, y tenía razones: Casi nunca interactuaba con nuevas personas, no desde hace un tiempo. Incluso cuando interactuaba con gente nueva constantemente, me habían enseñado que sólo debía sonreír y ser amable. Mi trabajo era ser una chica tierna y adorable, dispuesta a escuchar a cualquier hombre que quisiera tratar con mi padre, quizá ayudarle a formar una alianza o un trato. Sí, el ser amable por voluntad propia era algo que no había aprendido por completo.

Respiré fuertemente mientras pensaba en eso.

Una vez calmada, intenté ser un poco más amigable. Tal vez así esto no sería tan malo y no me molestaría por cosas pequeñas como ahora.

— ¿Te gustó el libro?

— Es interesante. — Dijo, aún sin dejar de leer. — Más interesante que el tuyo, al parecer. — Me comentó volviendo a verme.

Pude notar que le molestaba un poco el pausar su lectura, pero yo sólo agradecí mentalmente que él pareciera también intentar ayudar a no hacer que esta situación sea tan mala.

— Bueno, lo he leído unas 20 veces, probablemente. — Contesté mientras miraba la portada. — Es muy bueno, pero para este punto lo tengo memorizado. — Añadí con una ligera risa.

Él asintió levemente, dejando de lado el libro en sus manos, pues ya estaba oscureciendo y parecía que ninguno de nosotros estaba dispuesto a moverse para encender alguna vela.

Se hizo el silencio. Sólo podía ver su silueta. La situación era un tanto irreal, pero interesante. "Extraña" no sería una palabra que usaría para describir la escena.

Stay (Levi Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora