Había pasado unas cuantas semanas desde que un chico desconocido de cabello azabache había aparecido en mi casa: Levi, quien ahora era más como familia o un amigo de toda la vida, a pesar de no llevar ni un mes de conocernos. Supongo que la situación nos obligó a tomarnos confianza en tan poco tiempo, además de volvernos un tanto cercanos. Seguía siendo un chico de pocas palabras, pero ya podíamos entablar una conversación más o menos fluida. Por lo menos, podía entender con más facilidad lo que quería expresar, pero era demasiado terco para expresar en voz alta.

Cuando llegó, él tenía una gran herida en el abdomen y necesitaba atención, que por supuesto le di (¿Cómo podría llamarme médico si no lo hiciera?). Ahora ya podía moverse cada vez más, y sólo estábamos esperando a estar seguros que él podría realizar la caminata hasta el pueblo más cercano para poder volver a trabajar, pero cada día ese momento se veía más lejano, y ambos estábamos un tanto preocupados por ello.

Realmente, los días se habían vuelto más pacíficos desde su llegada. El convivir con alguien era mucho más tranquilo de lo que recordaba, y me empezaba a agradar. Incluso podía dormir mejor y más tranquila.

— Hice té. — Dijo él, despertándome.

— Ah, gracias. — Dije mientras me levantaba del pequeño sillón, parecido a un modesto trono, en el que había estado durmiendo todo este tiempo.

Estiré un poco, soltando un ligero gruñido mientras escuchaba como varias articulaciones tronaban, y luego acepté con una sonrisa la taza que el azabache me ofrecía. Luego de tomar el primer trago, sonreí. No sé cómo, pero el té siempre es más delicioso cuando lo hace él, quizá porque le apasiona el tema, como me ha dado a entender en varias ocasiones.

En seguida terminé el contenido de la pequeña taza, agradecida por comenzar el día de una manera tan... linda. Hacía sentir que todo estaba bien.

— ¿Estás segura que estás durmiendo bien ahí? Podríamos cambiar lugares, por lo menos hoy. —  Dijo mientras tomaba la taza de mis manos y la colocaba en una mesa cercana.

— No, no. Podrías lastimarte o dormir mal, y tardarás más tiempo en recuperarte por completo. — Dije, caminando hacia la cocina y dándole la espalda mientras buscaba algo que preparar. — Tardarás más en regresar al ejército.

— Tsk. Estás desesperada porque me vaya. ¿Ah? — Me acusó.

— ¡No pongas palabras en mi boca! Tú eras el que no se callaba respecto a lo importante que era regresar a trabajar. Todo el día decías lo mismo una y otra vez. — Le acusé con una sonrisa en la boca.

Él frunció el seño una ves me vio sonriendo, y yo sonreí aún más como respuesta.

—Tsk. — Chasqueó la lengua mientras cruzaba los brazos, pues yo había ganado. — En todo caso, buenos días.

— Ah, es cierto, lo olvidé por completo. Buenos días. — Saludé. — ¿Quieres desayunar huevos fritos?

— Deja de preguntar eso, sólo prepara lo que quieras.

— ¿Pero qué tal y preparo algo que no te guste?

— No estoy en posición de quejarme de algo.

— No, no, ya eres como un invitado. Piensa como si fueras un amigo que está de visita. Además, al principio te quejabas de todo. — Dije mientras me aclaraba la garganta, lista para imitar la voz más gruesa que pudiera.

Él me miró por un momento como diciendo "Si te atreves, te mato."

Y yo, por supuesto, ignoré la advertencia.

— "No examines tan de cerca, es molesto", "¿Sabías que hablas dormida? Anoche te paraste y me pateaste, ¿Quieres parar?", "Déjame pararme, estoy bien, es molesto que te preocupes tanto por un desconocido.", "Una vez pueda moverme, voy a limpiar bien esta habitación." — Le imité frunciendo el seño y cruzando los brazos.

Stay (Levi Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora