"Ma cage est grande ouverte et ma prison t'attends". (Mi jaula está abierta y mi prisión te espera).
Fragmento de "Fleur de Lune" de Françoise Hardy
Cansados, asustados y empapados de sudor, Katia y Santiago jamás imaginaron verse juntos y lejos de casa siendo perseguidos por una multitud. Aquellas personas que iban tras sus pasos eran todos sus seres queridos. Su plan había fracasado, habían sido descubiertos y la penitencia que caería sobre ambos era desconocida: ¿serían echados de sus casas? ¿habría un repudio social generalizado? ¿afrontarían una pena en prisión?
A la mente del agitado Santi vino una vieja imagen de aquella pastorela en la que ambos participaron cuando tenían doce años, un tiempo en el que sus máximas preocupaciones eran pasar los exámenes de matemáticas.
¿Cómo una inocente amistad había degenerado en esto?
Tan sólo un mes atrás, Katia Lavalle se paseaba por la biblioteca de la división de ciencias de la salud buscando un libro sobre psicopatología para completar un ensayo próximo a entregar. Se internó en uno de los estrechos pasillos formados por los libreros y tomó el ejemplar deseado.
Los deberes universitarios la tenían harta a pesar de que apenas había pasado un mes desde el inicio de las clases. Si con lo anterior no fuera suficiente, era trece de febrero y con el día de San Valentín a la vuelta de la esquina, sus emociones afloraban.
¿Valía realmente la pena darle un regalo a Santiago?
Sí, lo valía. Era cierto que cada vez hablaban menos, sobre todo desde que el chico había iniciado su relación con Marcela, pero esto de ninguna manera se interponía en los complejos sentimientos que Katia sentía por el único varón al que consideraba un amigo real... y más que eso.
Cuando pasó por la sección que albergaba las mesas donde los alumnos estudiaban, se encontró a Santiago, no se trataba de una coincidencia, estudiaban en el mismo campus. Durante el día apenas los separaban unos cuantos metros y, por las tardes, cuando estaban en sus casas, la distancia no superaba el kilómetro.
Siempre tan cercanos pero lejanos a la vez.
Santiago estaba tirado sobre una mesa de estudio, usando un suéter arrugado como almohada. La baba le fluía como un caudal desde la boca hasta formar un pequeño charco entre las libretas.
Con cautela, Katia se acercó para apreciar la singular belleza de su querido amigo. La nariz recta, las espinillas repartidas en frente y cachetes, y esas pobladas cejas que amenazaban con fusionarse en una sola grotesca oruga.
Costaba resistirse a acariciar esas mejillas y ese pelo estropajoso. Contuvo sus manos y en su rostro se dibujó una temblorosa sonrisa agridulce.
Pronto la realidad se reduciría a ellos dos.
Santiago dio un respingo y balbuceó.
Katia retrocedió y suspiró.
—Siempre tan cerca y tan lejos de mí. Descuida, Santi, pronto estaremos juntos.
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Pétalos y cadenas
Teen FictionSantiago es convencido por Katia, su mejor amiga, de fingir su propia desaparición para rebelarse contra quienes coartan su libertad. Tras esto, los jóvenes serán buscados por sus furiosas familias, la antipática novia del chico, universitarios excé...