2 | C A P I T U L O

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El peor mejor día de mi vida
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ARIA:

Me encuentro trabajando en la heladería del centro comercial limpiado las mesas del local, pronto serán las cinco de la tarde, quiere decir, la hora en la que más clientela tenemos debido a que algunas personas suelen salir a esta hora del trabajo o se desocupan y traen a niños al lugar, también están los que salen de la secundaria o simplemente los que vienen por uno de los deliciosos helados Star's.

Una vez ya limpias las mesas me adentro en el lugar mientras con ayuda de mi compañero de trabajo y mejor amigo Roger me coloco algo de alcohol en gel y luego los guantes.

—Deberías de tomar un descanso Aria. —Habla este mientras ambos nos posicionamos en el recibidor para tomar las órdenes.

—Ya quisiera, pero simplemente no me puedo dar el lujo de un día libre.

—Lo sé... —se da por vencido —oye —hace una pausa —Y ¿Qué más pasó con el tal Clinton? No me dijiste mucho.

—Porque no hay nada que decir Roger, solamente me ayudó a salir de un aprieto y la verdad prefiero no volver a verlo.

—Pero... y ¿el auto?

Claro... el auto.

—No lo sé, y no hagas más preguntas que me desesperas.

Veo como una oleada de personas comienzan a llenar rápidamente la sección de comida y agradezco que haya sido en ese instante, porque en verdad no sabía ni que responder.

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Luego de arduos minutos trabajando por fin las personas disminuyen y no hay tanta intensidad en la zona de comidas, tan solo unas cuantas personas se pasean por el lugar.

—Buenas tardes jovencita, puedes darme un milkshake de vainilla con mousse de frutos rojos por favor. —Pide una señora de unos aproximados sesenta años, sin embargo, esta luce muy refinada y se me hace extraño que se encuentre en este local.

—En cinco minutos se lo entrego. —Digo así preparando lo que ha pedido.

No me tardo más de lo que dije y le entrego el pedido de la señora; —Son cuatro con cincuenta y cinco. 

—Aquí está, déjese el cambio. —Como si nada me entrega veinte dólares, logrando que mi yo interior salte de alegría. —Disculpa mi atrevimiento, pero tu rostro me es familiar— vuelve a hablar esta vez confundiéndome.

—No lo creo señora, yo no recuerdo haberla visto en algún lugar...

—¡Ya sé! —exclama mientras abre sus ojos verdes como platos. —¿De casualidad no eres familiar de Damon Stone?

Trago saliva. —Sí, él era mi padre.

—¡Oh Dios! Después de tanto... Mi nombre es Olivia Reece querida, tu padre fue mi chófer durante un año.

Puede que sea verdad, mi padre había tenido tantos empleos que me es difícil recordar en cuál se "especializó" más o cuáles fueron sus empleos de hace años.

Secretaria de Clinton Baker ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora