Este sera un recopilatorio de one-shots sobre los dioses de tierra uno, historias que me interesan contar pero que no son lo suficientemente largas como para hacer una nueva historia por cada una. Espero disfruten.
Nos encontramos en una villa, en la actual Noruega. Una comunidad tranquila, casi sin delincuencia donde el mayor peligro que corren sus habitantes proviene de los depredadores del bosque y no de sus vecinos. Un hombre sale de su choza, se despide de su mujer e hijo y junto a su arco se dirige al bosque para emprender su oficio como cazador.
Tras unas horas de caminata entre los árboles, encuentra a la distancia algo de su interés, un lobo blanco, una piel que podrá vender a buen precio. El sujeto escala una roca para tener una posición segura desde donde disparar. Se levanta y toma el arco de su espalda, pero un ruido en los árboles a su espalda lo hace voltear rápidamente, apuntando con una flecha en aquella dirección. Tenza la cuerda, listo para abatir lo que sea que lo este observando, pero unos pájaros salen de entre las ramas, volando al cielo, por lo que regresa a apuntar a la bestia frente a el, ignorando a la que tiene a sus espaldas. Entre las ramas, algo observa con sus ojos rojos el arco del hombre y sus flechas, reconociendo el artefacto como un arma.
Al cae de entre las verdes hojas, cayendo tres metros a la izquierda del hombre, quien rápidamente se gira sin dejar de apuntar, disparando al ver unas luces rojas levitar en el aire, sin dueño aparente. La flecha impacta contra la nada, cayendo al suelo partida por la mitad debido al choque y con la punta destrozada. El hombre observa atónito como una figura humana aparece, dándole dueño a aquellas luces. Aquel ser posee una especie de armadura metálica que recubre casi todo su cuerpo, dejando ver solo unos pequeños trozos de piel marrón y unas largas rastas de pelo en la cabeza.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El hombre rápidamente toma otra flecha, disparándola contra aquel monstruo, el cual atrapa el proyectil con mano derecha, rompiendo este con un simple movimiento de sus dedos. En ese momento, el cazador es embestido por la criatura, cayendo estrepitosamente al suelo y llamando la atención del lobo albino, quien comienza a gruñir hasta ver como la bestia aterriza de pie frente al humano, corriendo con la cola entre las patas cuando este le lanzo un feroz rugido. El cazador toma dos flechas, una en cada mano, y se pone de pie para enfrentar a su enemigo quien, al ver el movimiento del hombre, deja salir dos garras de su brazo derecho. El hombre corre sin temor en medio de un grito de guerra, tratando de apuñalar a su enemigo, quien bloquea el ataque con su brazo derecho, sin darse cuenta de como el brazo derecho del humano apunta a un área desprotegida de su abdomen, clavando la flecha en ese lugar. El monstruo ruge de dolor, sacando otras dos garras de su brazo izquierdo y clavandolas en el pecho de su víctima, atravesando estas hasta su espalda. El hombre comienza a escupir sangre, cuando su asesino toma fuertemente su cuello y, sin desprender las garras de su pecho, estira de este hasta arrancar su cabeza y columna vertebral. El depredador levanta su trofeo al cielo mientras arroja el cuerpo decapitado al suelo, rugiendo mientras se golpea el pecho en señal de victoria.
Ese día marcaría el inicio de una serie de asesinatos cometidos a gente del pueblo, quienes simplemente desaparecía sin dejar rastro, al menos hasta que su cuerpo desollado apareciera colgado de algún árbol días después, muchas veces sin cabeza. Pero no solo personas eran las victimas del depredador, pues también se encontraron cadáveres de lobos y osos con signos de lucha, cuya única similitud era la ausencia del cráneo.
