Los doce trabajos de Hércules: Capitulo 3.

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El mes ha terminado, por lo que "Euristeo" se acerca a Hércules. 

- ¿Listo para tu siguiente misión niño?- pregunta el rey.

- Si mi rey, ¿Qué debo hacer ahora?-

- Debes viajar a Tracia y traer aquí a las yeguas antropófagas de Diomedes- 

- ¿Antropófagas?-

- Come hombres- la respuesta exalto un poco al héroe- Los animales están malditos por el propio Diomedes, hijo de Ares, quien las usa para asesinar a los extraños que llegan a sus tierras-

- Eso es horrible, lo detendré- 

- Diomedes es un semi-dios hijo de Ares, gobierna sobre el pueblo bisonte, crueles bárbaros que solo viven para la guerra-

- ¿No cree que pueda vencerlo?-

- Eso y no se como reaccione el dios de la guerra, aunque la verdad no tiene una buena relación con su hijo. Pero eso no importa, tu misión es regresar con esas yeguas, trata de evitar enfrentarte a Diomedes- 

- De acuerdo rey- el héroe partió a Tracia. Al poco tiempo, tras enterarse de la próxima llegada del reconocido campeón, Diomedes vio una oportunidad única, la de enfrentar a un rival digno de su poder. Al poco tiempo, el hijo de Zeus había llegado y la guardia del rey, en un gesto extrañamente civilizado, lo guió hasta un edificio, que resulto ser un pequeño coliseo donde Diomedes ya lo esperaba. 

- ¿Qué sucede aquí?- pregunta confundido Hércules.

- ¿Nos has escuchado lo que le sucede a los forasteros por aquí?- responde el rey.

- Claro, pero pensé que eran sacrificados a las yeguas- 

- Y aquí están- dice señalando a sus espaldas, mostrando como los animales golpean ferozmente una reja que les impide alcanzarlos- El perdedor sera sacrificado-

- ¿Perdedor? ¿Me desafías?- 

- Claro, es la primera vez en décadas que alguien a mi nivel llega aquí, no desperdiciare la oportunidad- y tras eso se lanza contra el héroe, lanzando un corte descendente con su espada, el cual es bloqueado por hércules con su garrote. Hércules trata de dar un cabezazo, pero Diomedes retrocede, alejándose con una pata al pecho del héroe. Después de recuperarse, Hércules toma la iniciativa, corriendo con su garrote en alto para aplastar al rey, pero provocando un pequeño terremoto cuando este ultimo se aparto. Entonces, lanza golpe tras golpe con su arma, los cuales son esquivados o bloqueados, hasta que ambas armas vuelven a chocar, con sus portadores ejerciendo fuerza. Diomedes no tarda en darse cuenta de que su rival lo supera, pues esta siendo arrastrado, por lo que sujeta su espada con una sola mano, usando la otra para golpear en el rostro a su contrincante, quien desvía un poco la mirada pero no deja de ejercer fuerza. Al tener sujeta la espada solo con una mano, no logra evitar perderla por un movimiento del garrote rival, que termina por impactar contra su costado, enviándolo a estrellarse contra la reja que aprisiona a las yeguas, la cual termina abollada mientras los animales atrapan parte de las prendas del soberano, quien rápidamente se aleja, perdiendo trozos de su vestimenta. 

Entonces hércules se acerco de forma rápida para golpearlo con su garrote, ataque apenas esquivado que provoco que las yeguas retrocedieran asustadas. Hércules continuo con garrotazos, los cuales eran difíciles de esquivar para el rey, por lo que uno de sus súbditos desarmo al héroe de un certero flechazo en la mano, logrando que soltara su arma. Hércules se retiro el proyectil pero cuando levanto la vista fue recibido por un rodillazo en la nariz, cayendo de espaldas con el rey encima, quien le dio muchos golpes antes de ser derribado por un puñetazo del rival. Al aterrizar en el suelo, se tomo el rostro, notando su nariz destrozada y muchos de sus dientes rotos o caídos. Luego observo levantarse a Hércules, y temeroso ordeno a sus tropas descender para apoyarlo, pero sus hombres poco pudieron hacer frente al león del Olimpo, que los derroto a todos antes de tomar a Diomedes del cuello, para así dirigirse a donde las yeguas se encontraban, quienes se pusieron en frenesí al oler la sangre. Así, el héroe arranco la reja y lanzo al soberano a sus monstruos, quienes los despedazaron y devoraron en minutos. Al estar ya alimentadas, las yeguas se calmaron, por lo que Hércules no tuvo problema en subirlas a su barco y zarpar de nuevo a su hogar.

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