— Kanao.
Aquella mujer que estuvo dispuesta a sacrificar su vida por mi, aquella mujer que era reacia a sus sentimientos porque no sabía como expresarlos, aquella mujer que dependía de una moneda para tomar decisiones, aquella mujer que perdió a sus seres queridos, aquella mujer a la que yo lastime.
Esa mujer está justo frente mío, con su poca visibilidad debido a aquella batalla, sus ojos ya no brillan como antes, pero a pesar de todo eso ella es la mujer más bella de todas, la mujer a la que me entregaré en cuerpo y alma, hasta que la muerte nos separe.
— Te amo. — dije.
Tomaba sus manos, sentía la suavidad de su piel con mis manos rasposas, la miraba fijamente, sus ojos contenían cierta cantidad de lágrimas, era un llanto reprimido de felicidad, tenía una delicada sonrisa, y un adorable sonrojo en sus mejillas.
— Te amo. — dijo ella.
— Yo, Kamado Tanjirou prometo hacerte feliz, entrégate a mi y yo me entregaré a ti, tu copa jamás estará vacía, pues yo seré tu vino. Acepto ser devoto a ti en la salud y en la enfermedad, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte nos separe.
— Yo, Kochou Kanao prometo hacerte feliz, entrégate a mi y yo me entregaré a ti, tu copa jamás estará vacía, pues yo seré tu vino. Acepto ser devota a ti en la salud y en la enfermedad, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte nos separe.
A continuación, ambos bebimos del mismo sake, vertido en unas copas sansankudo para así demostrar el fortalecimiento de nuestra relación.
Sus ojos expresaban un sincero gracias.
— En la memoria de tus hermanas mayores, prometo que jamás te faltará nada, nunca te fallare, y si eso llegase a pasar estaré dispuesto a recibir el peor de los tormentos.
— Tonto. — ella beso mis labios. — Solo quiero que estemos juntos hasta el momento de nuestra muerte.
— Ante los dioses los declaro marido y mujer. — un sacerdote del templo de los Ubuyashiki nos proclamó, mientras este arrojaba unas ramas en un fuego sagrado. — Kamado Tanjirou, puedes besar a tu esposa.
— Te adelantaste, pero que importa. — dije entre risas mientras delicadamente tomaba su mentón y lo acercaba a mi, fue cuando sentí la presión leve de sus labios en los míos, provocando una suave danza en la que nuestros labios eran los partícipes de ello.
Y nos separamos, para poder "vernos" a los ojos.
— Tanjirou. — Escuché una vos algo ronca, era Inosuke. — Cuida a mi hermana Kanao, sino lo haces madre Shinobu y yo te haremos pagar.
— Inosuke. — Kanao iba a hablar, pero el Jabalí la interrumpió.
— Así es, te considero mi hermana mayor, así como Shinobu fue como una madre para mi, en fin, Aoi y yo nos iremos a las montañas, espero vayan a visitarnos pronto.
Con una sonrisa este joven que alguna vez fue irrespetuoso y altanero nos dedico sus buenos deseos, pensar que al principio solo pensaba en el mismo y que ahora se preocupe por los demás demuestra el cambio que tuvo con el pasar del tiempo, después de todo pasaron cinco años después de aquella lucha.
— Hermano. — Nezuko estaba justo frente a mi. — Papá, mamá y nuestros hermanos estarían feliz por este momento, todos amarian a Kanao, estoy segura de eso. Por otro lado, gracias por todo, sé que si yo no hubieses sido transformada en demonio nada de esto hubiese pasado, tu no hubieses pasado por todo lo que pasó hace cinco años.
— Y lo volvería a pasar, una y mil veces más, porque eres mi hermana, y eso nunca va a cambiar. — la abracé fuertemente mientras pequeñas lágrimas caían por mis ojos. — Ahora tengo una petición.
— Dime. — ella tomaba mis manos y a su vez tomaba las manos de Kanao.
— Se feliz, busca la felicidad que fue privada para nuestros hermanos y hazla tuya, vive la vida noble y digna que ellos no pudieron, por favor.
— Si. — ella nos abrazó a ambos mientras que sus lágrimas cubrían su rostro. — Lo prometo.
— Yo me encargaré de eso. — Zenitsu dijo eso en lo que tomaba el hombro derecho de mi hermana. — Si tu me los permites, cuidaré muy bien de Nezuko, solo quiero que me des tu bendición.
— Confiare en ti mi amigo. — yo tenía una ancha sonrisa. — Por favor Zenitsu, has feliz a mi hermanita.
— Es momento de irnos.
Y así ambos se fueron, quedando Kanao y yo solos, pues también se habían ido los demás invitados.
— La respiración solar debe ser pasada a ma siguiente generación. — mire a Kanao. — al igual que el aliento de las flores.
— Al final de todo resultaste ser un pervertido de clóset. — ella río y me besó. — Kamado Kanao esta lista.
— Seré tu felicidad.
— Seré tu felicidad.
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Posterior A La Victoria
Short StoryLas revelaciones después de la batalla han sido muy impactantes, y más para ella.