Capítulo 1.

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Llevaba días conduciendo. Días en los que la lluvia me había acompañado sin darme apenas una tregua. De acompañante en mi viaje, estaba mi maleta. Una pesada y robusta. Muy robusta, había metido a presión todo lo que me había dado tiempo guardar antes de escaparme de casa. Antes de emprender un viaje sin rumbo fijo. Un viaje del que no estaba muy segura, pero si de algo lo estaba al cien por cien, es que de cada paso que diese nunca volvería mi vista atrás. No me importaba lo que dejaba a mi paso, es más, lo único que quería era olvidarlo.
Había dejado atrás mi ciudad natal, una vida llena de lamentos, para adentrarme en un infinito tramo de carreteras interminables donde los paisajes tetricos adornaban todo mi camino. No había podido coger mucho dinero, asique me limitaba a gastar lo esencial hasta que pudiese llegar a un lugar donde reestablecerme y poder conseguir trabajo. Había tirado el telefono movil por la ventanilla mientras conducía a gran velocidad, se trataba de desaparecer y si quería hacerlo tenía que hacerlo bien. Asique eso implicaba a todo aquel que me conociese.
Me había pasado tres días seguidos en el mismo pueblo perdido de la mano de dios, me había alojado en un motel destartalado donde la electricidad era pésima, pero no me importaba, solo era cuestión de que el mal tiempo y las lluvias cesasen y desaparecería de allí. El primer día había comprado en la tienda más cercana todo tipo de artilugios para crearme una imagen nueva, una imagen que nadie recordaría ni reconocería. El segundo día, tras haberme comprado un estilo completamente diferente de ropa, me había sentado delante de un espejo al cual le faltaban varios trozos con unas tijeras en la mano. Había decidido que al igual que mi aspecto cambiaba, también mi extensa melena desaparecería. No era peluquera, no tenía ni pajolera idea de lo que terminaría haciendome, asique opté por improvisar. Terminé cortando mechón a mechón hasta que pasó de llegarme por media espalda, hasta los hombros. El tercer paso era eliminar todo resto castaño que hubiese, asique agarré de aquella tienda un paquete decolorante y un tinte rubio oscuro. Me tiré un buen rato liada con la tarea hasta que finalmente me había aplicado todo el tinte en la cabeza. El resultado fue mejor de lo que esperaba, no solo parecía otra, si no que no reconocía a la chica que me devolvía la mirada en el espejo. A pesar de las ojeras, de todo lo que arrastraba, me gustaba el cambio, era diferente. El tercer día rebusqué entre mis cosas, hayando los documentos que acrecidataban que Anna ya no existía, tenía varios papeles con distintos nombres. Sarah, Kimberly o June. Todos por supuesto, eran falsos. Había estado dispuesta a pagar por aquellos documentos. Mientras encendía la chimenea de aquella habitación supe que me quería llamar June. Quemé todo lo que Anna había llevado en la maleta y le daba la bienvenida a June. Mientras admiraba el cambio, daba gracias a que aquel sitio no era muy frecuentado, por que si la mujer de recepción me hubiese preguntado el nombre no hubiese sabido que responder.
El cuarto día al alba ya había abandonado el motel. Conducía a gran velocidad y el tiempo no podía ser más agradable. El sol quemaba parcialmente mi rostro, que iba cubierto por un sombrero que había comprado en una tienda de souvenirs. Y justo cuando todo empezaba a ir bien, el coche empezó a sonar de forma extraña, continué conduciendo pese a todo, hasta que el resultado fue de lo más previsible. Me quedé tirada en una carretera. La mala noticia era la ausencia de telefonía y la buena, que no muy lejos de donde me encontraba, si caminaba a buen ritmo, llegaría a una ciudad. Pequeña, pero al fin y al cabo, una ciudad. Agarré mi maleta agradeciendome mentalmente por haber escogido la que tenía ruedas y comencé a andar por el arcen. Tras lo que podría haber sido perfectamente una hora y media andando, llegué a mi destino. No me importaba el coche. Estaba tan cansada y tan hambrienta que mi primera parada fue en un bar que había vislumbrado nada más llegar. Caminé hasta el y tras abrir la puerta malamente, me desplacé a una mesa cercana a una ventana. No me fijé bien en lo que pasaba hasta que no me había sentado, al alzar la vista, varias chicas que rondaban mi edad se agrupaban histericas en varias mesas del fondo. Algunas de ellas iban pintadas con frases negras en los brazos, enarqué una ceja sin terminar de entenderlo muy bien y entonces una camarera de mediana edad se paró en mi mesa.
-Están como locas con el grupo ese que viene esta noche.-Enarqué aún más mis cejas cuando la mujer respondió a algo que evidentemente pensaba. Al darse cuenta de que en cierto modo aquello no me importaba sonrió y agarró su libretita.-¿Quieres algo para tomar?.
-Un zumo de pomelo con mucho hielo por favor.-Respondí cortésmente.-¿Perdone?.-Murmuré sin darme cuenta de que había transformado un pensamiento en una pregunta, entonces la mujer que ya estaba haciendo el amago de irse, se giró y me prestó toda la atención del mundo.-¿De que grupo se trata?.-La mujer sonrió mientras estiraba los pliegues de su mandil.
-One direction.-Respondió. Traté de que mi rostro no se convirtiese en una mueca, pero no tenía ni idea de quienes eran. En cuestiones de tendencias musicales no anda muy en la onda.
-Gracias.-Murmuré y entonces la mujer se fue. Tras traerme el zumo, me quedé observando como las chicas cantaban letras desordenadas de lo que suponía sería ese grupo, me bebí el zumo y tras descansar un poco salí de allí maleta en mano. Miré mi bolso, sabía que el dinero que llevaba no era ni de coña suficiente. Los sitios de hospedaje de allí no eran moteles de mala muerte, eran hoteles donde las estrellas eran líneas de cuatro. Y claro, con mi reducido presupuesto la mejor opción era dormir en cualquier portal de cualquier edificio. Me dediqué a buscar lugares de hospedaje, y cuando quise darme cuenta la noche se me había echado encima. Estaba tan cansada y abrumada que las ganas de llorar se estaban volviendo horrorosas. Cuando creía que había fallado en mi intento de volver a empezar, entonces vi una carabana. Aparentemente parecía que estaba deshabitada por lo lejos que se encontraba, las luces estaban apagadas y su aspecto no era muy bueno, al menos por fuera. Caminé arrastrando mi maleta y tras tocar el picaporte, la puerta se abrió. Podría haberme cortado, podría haberme marchado, ya que entrar en un lugar así como así sin saber si pertenecía a alguien no estaba bien, y eso era un claro allamiento. Pero solo quería descansar aunque fuese un ratito. Entré y aunque todo estaba oscuro, se vislumbraba a la perfección. Dejé la maleta en la misma puerta y caminé hasta lo que parecía ser una cama, había un reloj. Media hora y me largo, me dije a mi misma. Tras echarme en el colchón caí rendida.
No sabía cuanto tiempo había pasado, había escuchado un estruendo y cuando quise abrir los ojos, tenía a dos chicos mirandome como si fuese un proyecto de ciencias. Uno rubio y otro con el pelo negro. Me incorporé asustada y tiré de las sabanas.

Be as a famous I || Haylor fanfic (harry styles and taylor swift) (1 parte Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora