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—¿Te cuento algo?—preguntó por sobre el sonido que el motor del automóvil hacía. Daniel asintió, quería dejar de lado lo triste que se sentía por cómo el ojiazul lo había tratado en el baño de aquella fiesta.—Realmente no hubiera salido contigo.

—¿Qué dices?—se hizo pequeño en el asiento. Su voz bajita apenas denotaba su reciente corazoncito pisoteado por su novio.

—Quiero decir, no eres para nada mi tipo.—Giró su rostro por un momento y al notar como los ojitos de Daniel caían, continuó hablando.—Y parece que no haces nada para que eso cambie.

Se detuvo en el semáforo y puso su mano en el muslo de Daniel. Se sentía bien decirle eso al más pequeño y ni siquiera él podía describir qué pasaba por su mente cada que esas palabras salían de su boca. Simplemente disfrutaba ver al moreno en ese estado tan indefenso.

—¿Es porqué te niego tener relaciones?—pudo preguntar con un nudo en su garganta. Pellizcaba la palma de su mano tratando de que el dolor que Valentín le había hecho sentir fuera disimulado con su dolor físico.—Puedo hacer lo que quieras, ya no tengo miedo, Valen, puedo mostrartelo.

Hiperventiló. Hablaba rápido. Con trabajo podía procesar las palabras y controlar las emociones que su cuerpito estaba experimentando.

—Siempre dices eso. ¿Debería seguir creyendo en ti?— lo apretujó un poco y con unas cuantas palmadas trató de mantener al chico asustado.—Estás tratando de evadirme, seguramente el idiota de Ignacio te está metiendo ideas en la cabeza. 

En el momento que el ojiazul sacó su mano del muslo del menor notó casi como el chico quería que su mano se quedara ahí, incluso cuando la presión con la que lo estaba tomando comenzaba a ocasionar que su piel se volviera roja. 

—No, no he hablado con él porque sé que te molesta.—sus manos mantenían pequeños espasmos.—He hecho demasiadas cosas para ser lo que necesitas. Perdón si no es suficiente. 

El ojiazul resopló, sus ojos rodaron con fastidio mientras quedaba en silencio. 

No necesitaba que Daniel siguiera con esas excusas.

[...]

El menor se encontraban en ese cama gigante, arrinconado contra una esquina. Sus rodillas tocaban su pecho y sus ojos no le permitían sacar ninguna lágrima.

Se sentía tonto. Valentín boca abajo y dormido no le traía paz como él pensó que lo haría.

Sacó la sábana de encima de su cuerpo, se estiró un poco tratando de no hacer demasiado ruido cuando sus pies tocaron el piso. Caminaba de puntitas y muy lentamente. Su visión nublada por la oscuridad le permitió ver la camisa de Valentín, y sin pensar en algo, la puso sobre su cuerpo semidesnudo.

Salió de la habitación respirando con normalidad. Se dió la libertad de recorrer la casa hasta llegar a la cocina y tomar un vaso de agua. No es como si tuviera miedo de que alguien más estuviera ahí, sabía que estaban solos.

Nuevamente salió de esa habitación y se dirigió con calma hasta la sala de estar, se sentó frente a la ventana que dejaba ver el cielo de madrugada.

—Lo siento por necesitarte—las lágrimas salieron tan rápido que parecía que sólo buscaban ese momento exacto para rodar por lo largo de sus mejillas.

Se abrazaba a sí mismo. Su cuerpo temblaba y era acompañado con pequeñas sacudidas en sus hombros.

El hueco en su corazón se sentía necesitado de Valentín. Como si eso fuera a llenarlo.

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¡Hola!

Tanto tiempo.
Espero se encuentren bien.

Es pequeñito, pero necesario.

Espero pronto acomodar mi horario y poder escribir más seguido.

Por cierto, si les gusta Skz pueden seguirme en mi otra cuenta didilovesJade. Estoy adaptando esta historia al Minsung.

Y pronto subiré más cosas por ahí.

Gracias por leer.

Los amo.

Besitoosss.

ɴᴇᴇᴅʏ ღ ᴡᴏsᴀɴɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora