cierres.

468 42 2
                                    

Cada día es mayor el desentendimiento con el lenguaje, entre aquello que quiero decir y aquello que pretendo expresar. Las palabras caen entre mis dedos como la más fina arena, y aunque sean incontables todas aquellas individualidades que la conforman, yo la veo desaparecer como una sola, como un solo ente infinito que en algún momento fue parte de mi alma.¿Qué se supone que haga si todo va vez se ve más lejano? Las siluetas van y vienen danzando con el sol, y debo dejarlas ir, aunque extrañe la transparencia y calidez de sus miradas inocentes. ¿Cómo no evitar que el lenguaje me limite si todo aquello que adoro y lleva los estribos de mi ser probablemente pueda ser representado nada más que como otro intento de construir una cúpula de dimensiones magníficas teniendo sólo barro y manos rotas? Las letras me construyen y destruyen a la vez, en mismos mundos y distintas realidades, en distintas realidades mas bajo los mismos cielos. Tengo tanto y tan poco que decir, anhelo una forma amable y suave de darle una voz a la mirada triste de Lucifer como también deseo destruir toda la compasión y misericordia de los dioses con fuego y silencios fríos que arden en lo profundo de las consecuencias inevitables de sus decisiones soberbias. Ayer quizás me hallaba más cercana a lo confortable de dejarme llevar por versos y párrafos y comas que me abrazaban y me hacían sentir protegida, tranquila como bajo un viejo árbol un día cálido de primavera, pero esa ilusión ya no existe, el árbol ahora ha sido cortado y el camino está lleno de niebla y piedras, lleno de animales muertos, soledad. Y mi pasado me mira con amargura. Con amargura por sentir que estoy dejando ir aquello que permitió que mi hablo creciera sana y fuertemente, que los corales bajo las aguas cristalinas y saladas fueran brillantes y llenos de vida, que cada monstruo fuera mi amigo. Y mi yo presente entonces vacila entre la culpabilidad y la aceptación. No quiero dejar ir la belleza de lo que fue y permitir que todo quede en ruinas como así tampoco puedo permitirme comprometerme a mantener los restos de un fantasma al que, si bien le doy la mano y limpio su rostro lastimado y con heridas, debe aprender que me condena a una nostalgia poco sana. Nunca deseé una guerra, y la tuve, nunca deseé sucumbir ante de la debilidad de adjetivos ideales inexistentes, y lo hice, no deseo dejar atrás a mis aves muertas ni a mis personas rotas, ni a mis significados entretejidos en telarañas doradas, ni a mis estrellas que nadan en la infinidad de un espacio oscuro y caótico con la tranquilidad de un cisne en un lago. Pero es inevitable verlos como una  pieza ya completa de un rompecabezas interminable, como un movimiento único en un juego donde las reglas cambian día a día y donde. Prometo volver a jugar con los niños azules y soñar con volátiles aleteos de mariposas en el medio de un huracán, mas no como solía hacerlo. Temo más a las cadenas emocionales que a cualquier otra cosa, y el futuro, el futuro es un hecho que no permite ataduras.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 05, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Catarsis de lo infameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora