𝑴𝑬𝑳𝑰𝑭𝑳𝑼𝑶

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Distinguí una cabellera rizada color azul. Sabía quién era, pero no podía levantarme de dónde estaba.

-¿Desde hace cuánto estás aquí? -Mi voz sonó ruda, no quería hablarle así, al fin estaba ella aquí, a quien más esperaba, y le trato como una basura.

Soy una estúpida.

-Entonces... Sigues enfadada por eso ¿No? -Levantó una parte de su túnica para poder sentarse al lado mío.

-¿Qué? Por supuesto que no, eso... Fue hace muchos años atrás.

No la pude mirar, me sentía avergonzada de mi comportamiento, me sentía pequeña, no podía ni mirarla a los ojos.

Se sentó tan cerca de mi, que lo único que pude hacer fue moverme hacia la derecha, para marcar una barrera invisible en medio de las dos.

-Solo quería ver cómo estabas, parece que estás un agobiada, ¿Demaciada atención por parte de Misae?

Me miro con esos grandes orbes azules, tan azules como sus mares, me perdí tan solo un segundo en ellos, pero inmediatamente retire mis ojos de ella, no merezco ni estar en su presencia, o siquiera que me dirija la palabra.

-Solo está preocupada por ti, Akila -Sus labios soltaron su nombre de una manera tan dulce, tan suave. Ebriagada por su exquisita voz, la miré, perdiendome en sus finos rasgos. No podía encontrar mi voz, estaba perdida en ella, y lo único que pude hacer fue soltar un suspiro ahogado las mangas de mi vestido.

-Mira, se que no fui muy buena contigo… -Aparto su mirada de mi, fijé mi mirada en su piel levemente azul, con destellos que bailaban con la luz que se filtraba por las blancas hojas del roble. -Pero me preocupo mucho por ti, y se que no me vas a escuchar a mi, pero escuchalas a ellas, te queremos muchísimo, y… Tu sabes, que yo no puedo vivir sin tí, Yue.-

Sus palabras me trajeron de vuelta al mundo, sentí como la ilusión se desvanecía, al igual que mi encanto por su voz y piel.

Porque se que lo que pasó, no es real.

Los mares de Kaira, simplemente se descontrolarían con mi partida, causaría el desastre que ocurrió en la tierra hace años.

Oh, esa vez.

Sentí todo el descontrol, me sentía impotente, no podía controlarla, y simplemente ví el caos que causaban las enormes olas sobre la tierra, una guerra entre agua y tierra, entre Misae y Kaira.

Tal vez solo por eso están preocupadas.

Tal vez me culpan por su pelea.

Tal vez me culpan por ser yo.

O me culpan, por no haber podido detenerlas.

-Vamos dentro, deben estar esperándome y de seguro te están buscando. -habló Kaira, luego de suspirar.

-Saben que me fuí, y no estoy lista para escuchar los regaños de Misae.

-Esta preocupada y asustada. -Se levanto con gracia y delicadeza, sacudiendo su vestido de las hojas que cayeron sobre el y me extendió una mano desde arriba. -¿Vamos?

-Creo que me quedaré un poco más, tú debes ir, se que tienen cosas de que hablar.

-Akila, mírame porfavor. -Cumplí su petición. -Es importante que estés ahí, todo esto es para ti, no para mi.

-Bien, iré. -Ignore su mano, y me levanté por mi cuenta, caminando apresuradamente de regreso al salón de cristal, solo escuché el suspiro cansado de Kaira detrás mío mientras intentaba seguirme el paso.

Abrí las puertas de par en par, mirando la sala de nuevo, buscando un punto para poder hacerme pequeña y esconderme.

-¿Akila, estás bien? -Habló Samanya

-Si, si, solo...

Mire los ojos expectantes de todas las chicas.

-Ya llegó

Me hize a un lado, dejando a la vista la figura de Kaira. Expectante, mire a Misae, quien parecía tranquila.

-Cuantos años, Kaira.

-Hola Misae, yo también te extrañé.

-No te preocupes, no necesito que me digas nada, estamos aquí por algo más grande que tu y yo.

Solo espero que todo salga bien.

BETWEEN WORLDS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora