𝑺𝑨𝑼𝑫𝑨𝑫𝑬

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-Pues, lamento decírtelo Akila, pero Misae tiene la razón, alguien ha intentado entrar al planeta, una nave, que no es legal.

Trataba de mantenerme calmada, pero no podía, caminaba dando vueltas por toda la habitación, repitiendo un patrón, incluso dando vueltas alrededor de Kaira, el fuego.

-¡Maldita sea, Akila!- Me sobresalté, dejando de caminar alrededor de ella, mirándola sorprendida, ya que me había gritado, y las llamas comenzaban a verse sobre su piel morena. -Relajate, que me estás poniendo los pelos de punta, parece que no confías en nosotras.
Las llamas que habían salido de su piel, se comenzaron a atenuar, dejando ver pequeñas quemaduras color rojo.

-Confiaré en tí el día que dejes de quemar tu cuerpo de esa manera.

-Agh, cállate. - Rodó los ojos, mientras se acercaba a la mesa, con el mapa del planeta. -Sabes que cuando te pones como loca igual lo hago yo, y haces que no controle la intensidad de las llamas.

-No tiene sentido, eres el fuego mismo.- Lo dije susurrando para mí, pero sabía que me escucharía.

-No, no soy el fuego mismo, estoy atrapada en este cuerpo mortal, al igual que tú, Misae, Samanya, Kōri y que Amaya. -Su vista seguia fija en el mapa, trazando líneas con su dedo índice, dejando una fina línea de fuego, que no se expandía por el mapa, ventajas de ser el fuego.

-Estas son las rutas de los rebeldes en los últimos 10 meses.

-Son pocas, a decir verdad, pero no deja de ser preocupante que sean ellos los que están aquí. -Dijo Samanya, sostenida del barandal de cristal mirando como el sol se alzaba en el cielo. -Pero es aún más aterrador, que sepan, por lo que vienen. -Se volteó para mirarnos, específicamente, a mi, con un rostro preocupado. -Y que nosotros tengamos dos opciones, igual de peligrosas.

Mi mirada se fijó en el candelabro que colgaba del techo, que tenía el sistema solar, con cristal del color de cada planeta, pero, curiosamente, no estaba la luna ahí.
Mire a Misae, mientras jugaba con las perlas que colgaban de mi vestido.

-¿Q-Qué haremos? -Mi voz salió temblorosa, mostrándome de la manera que todos quieren ver.

-Protegerte, ¿Pues que más? - Me respondió Kaira.

-Y las demás, ¿Dónde están? -Me voltee, dandoles la espalda a las tres chicas en esta habitación.

-¿Kōri y Amaya? -Asentí -Ellas vendrán en el atardecer, están ocupadas con otros asuntos. -Dijo Misae.

Supongo que ahora debemos irnos, de la ciudad, no podía pensar en nada más que en la gente, si yo muero, las cosas se pondrían feas, y todo lo que construimos por siglos, se vendría abajo, por una simple luna.

-Te sacaremos de aquí, el primer lugar que querrán atacar es aquí, así que estarás a salvo, mientras no estés en el palacio. -La voz de Kaira sonaba levemente, pero decidida a sacarme de aquí. -Te llevaremos a una pequeña casa, cerca del océano, es un lugar algo desolado, no esperarán que estemos ahí.

Por fin saldría de los muros, bajo la supervisión de cinco chicas que me cuidarán. Siempre deseé, tener una vida normal, una casa como todos aquí en el planeta, quizá casarme y tener hijos, o solo poder estar lejos de todo lo que estoy acostumbrada a vivir, incluso el firmamento se vuelve solitario, y aburrido.

Deseaba volverlas a ver a todas, a mis amigas y a mi hermana, pero me hubiera gustado que todo estuviera bajo diferentes circunstancias.

Solo deseo, tener una vida normal, sentirme amada y amar.

¿Puedo ser... Justo como los demás?

BETWEEN WORLDS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora