Capítulo 3

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Sin pensar siquiera en lo que hacía, mis píes me guiaron a casa, o mejor dicho... a nuestro viejo hogar, estaba muy segura de que no quedaría nada de él. Rápidamente localicé una ventana que se asomaba al extremo izquierdo de la fachada, no parecía difícil llegar allí ya que las llamas no estaban tan pronunciadas por ese lado. Con la mente movía todo aquello que me estorbaba. ¿Era posible que lo estuviera haciendo tan bien? La última vez que lo había intentado fue un desastre pero parecía que la situación me estaba potenciando considerablemente. Me prometí que si salía de esta sana y salva dedicaría más tiempo a desarrollar los poderes.

Cuando me encontraba en el interior de la casa, las gigantescas nubes de humo que desprendían las llamas no me permitían ver muy bien la escena a la que me enfrentaba. Oí gritos que venían de lo que parecía el pasillo del fondo. Mi cuerpo a diferencia del de los humanos poseía mayor resistencia en todo sentido, pero la resistencia no aguantaría para siempre ya que a medida que me acercaba las punzadas aumentaban en número. Cuando finalmente estuve en el pasillo supuse que no podría gritar ya que mis pulmones estaban bastante mal, así que cada vez que encontraba la oportunidad de hacer ruido con objetos que encontraba, lo hacía, los movía sin necesidad de tocarlos y pretendía que con esto se advirtiera mi presencia. Velozmente llegué al vestíbulo donde me encontré a alguien tendido en el piso... sentí que todo dentro de mí se hundía ¿Y si se trataba de Helen? ¿O algún niño? Me apresuré a mover al cuerpo desconocido y encontré que se trataba de Paige, nuestra cocinera. Traté de despertarla pero no respondía... Sabía que si existía una forma de salvarla era sacándola de allí pero no me podía permitir esa idea teniendo en cuenta que lo más probable es que hubieran personas atrapadas. Ella profirió un sonido y sentí que el mundo volvió a mis pies.

— ¿Eres tú Maylen? — la voz le sonaba pastosa, no le resultaba fácil hablar allí.

— Sí —tragué saliva— . Escucha Paige... ¿Sabes dónde puede estar el resto? Sé que te cuesta, pero te sacaré pronto, sin embargo necesito que me digas para que pueda encontrarlos y salir lo más rápido posible. —Ella pareció pensárselo un momento, cuando recordó algo, las lágrimas amenazaban con salir de su rostro.

— Helen... —Sentí que un nudo en mi estómago se iba formando —, le dije que descansara antes del incendio, debe estar en su cuarto... El resto... creo que ha escapado, yo no pude avanzar porque algo me dio en la cabeza. — sabía que mentía, pero no quería reprocharla... Era muy posible que sólo unos cuantos hubieran podido salir del lugar, me invadió la tristeza. Me dije a mi misma que no podía perder la calma por el bien de Paige, Helen y mío. Removí unos escombros y ayudé a Paige a que avanzara, ella apenas podía moverse pero estaba haciendo un enorme esfuerzo en ese momento. No lograría llevarnos a las dos hasta la habitación de Helen, su cuarto se encontraba en el segundo piso. Pensé en qué podría hacer... Hasta que se me ocurrió que era posible romper alguna pared improvisando una salida, de forma que pudiera al menos sacarla de aquél lugar y que ella con suerte lograra llegar al prado.

— Escucha Paige... Necesito que te esfuerces, por favor concéntrate. Abriré un hoyo allí — señalé una pared cercana— y podrás salir, tendrás que buscar el camino. ¿Me entiendes?

Ella asintió.

Sentí el poder fluyendo dentro de mí y la pared se derrumbó. No le costaría tanto salir por ese costado. Ella desapareció entre el caos de allí afuera, albergaba la esperanza de que lograra llegar pronto al prado.

Tras analizar varias veces la estancia y no hallar en que parte de la casa me encontraba, divisé un portón muy grande y me di cuenta que se trataba de la entrada, me alegré, ya conociendo mi posición imaginé un mapa del lugar en mi cabeza. Al frente de la entrada se encontraban las escaleras pero éstas estaban envueltas en llamas. Tenía que pensar en otra cosa... aguantaría el calor, pero la estructura se vendría abajo. Advertí la columna que atravesaba la mitad de la sala, podía sujetarme de ella en los diminutos peldaños de decoración que tenía, agradecí internamente porque estuvieran ahí. Me esforcé demasiado pero finalmente logré llegar al segundo piso. Éste se encontraba peor que el primero. La adrenalina que embargaba mi cuerpo me apremió la velocidad y movimientos casi perfectos que esquivaban cualquier cosa. Cuando estuve en los dormitorios vi el de Helen, me acerqué y tras un empujón pude entrar al cuarto. Ella estaba hecha un ovillo en un rincón de la habitación.

The Agers: Secretos oscuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora