Capítulo XVII

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—¿Qué hacías hablando con él?
Nathalie sonrió ante los celos infundados de su esposo, —¿Disculpa?
—Sí, ese hombre no dejaba de mirarte, ¿no sabe acaso que estás casada?
Gabriel hablaba de un apuesto actor que siempre estaba detrás de ella, Nathalie sabía que simplemente era para molestar a su marido, ya que no se llevaban muy bien, así que el hombre siempre intentaba molestarlo acercándose a ella, pero todo se remontaba hace muchos años, antes de haberse casado con él. Antes de todo Gabriel no mostraba ninguna preocupación por el acercamiento del hombre hacía ella, pero después de comenzar su relación todo cambió, —lo sabe, pero ya debes saber que solo lo hace para molestarte. No soy tonta Gabriel, sé que siempre ha querido molestarte y no entiendo por qué pensó que yo era el camino.
—No soy estúpido. Sé como te mira y como te habla. Él no te busca solo para molestarme.
La pelinegra se rió, haciendo que el platinado la mirara molesto, —¿de verdad piensas eso? —el rostro de su marido siguió inmutable—. Está bien, lo siento, pero no creas todo lo que ves, ¿de verdad piensas que ha estado atraído por mí todos estos años?
—Sé lo que veo.
—Pues observa mejor Gabriel, es un galán de cine, ¿piensas que siempre deseó estar con tu asistente? ¿No crees que suena a cliché de novela juvenil?
El rostro de su esposo no cedió, Nathalie sabía que la conversación con Gabriel no había terminado, —estoy hablando enserio Nathalie.
—Yo también Gabriel —ella suspiró—. Mira, no soy tan crédula, creerme todo habría sido engañarme a mí misma. Sabía que sus supuestos coqueteos no eran más que mentiras, además no entiendo por qué te preocupas si en mi vida solo he tenido ojos para ti o lentes más bien.
—¿Por qué piensas que son mentiras?
El cambio en su tono la sorprendió, paso de estar molesto a estar curioso, —pues además de libros educativos, también leo revistas y siempre está con una hermosa modelo a su lado.
—¿A sí? ¿Siempre lees revistas de cotilleo? —cuestionó impresionado—. No lo sabía.
El rostro de la mujer se enrojeció, —no lo hago tan a menudo, pero antes de que todo lo nuestro empezara, llevaba todas las revistas que me pedías que tirara a mi apartamento, al principio fue por equivocación, estaba demasiado ocupada y las metía en mi bolso para que no las vieras, así que terminaba con un sin fin de revistas en mi mesa. Un día las leí por curiosidad, pero después fue solo para distraerme un poco.
—¿Quién lo hubiera dicho? ¿Entonces estás pendiente de la vida de George? —cuestionó con una pizca de molestia.
Nathalie negó con vehemencia, —no dije eso, lo que dije es que a veces veo en las revistas la foto de un famoso cualquiera, ¿es un pecado leer revistas ahora?
—No.
—¿Podemos dejar de discutir por tonterías?
—No son tonterías, sé que intenta algo y quiero que lo ignores.
Los ojos de la mujer se abren, —¿estás hablando enserio Gabriel?
—Muy enserio.
—Esto es una completa estupidez, pero si eso hará que dejes de hablar cosas sin fundamento está bien.
El rostro del platinado la vio con mucha sorpresa, —¿de verdad?
—Sí, no voy a perder más tiempo en una conversación sin sentido.
—No es sin sentido.
—Oh no, todo tiene demasiada lógica —dijo saliendo de la oficina.

Más tarde ese día Gabriel intentó hablar con su esposa, aunque cada vez que intentaban hablar, 
el hombre volvía a molestarse por la actitud burlesca de su mujer, —¿puedes tomarme enserio?
Nathalie suspiró, viendo a su esposo con ojos cansados, —está bien querido.
—No quiero pelear contigo y tampoco quiero que estés molesta.
—¿Pero? —lo cuestionó tratando de parecer lo más seria posible.
—Pero no soy tonto, él quiere algo contigo, lo conozco Nathalie, no le importará si estás casada o tienes hijos y una familia.
La pelinegra suspiró, sabiendo que no dejaría el tema hasta que ella hablara seriamente con él, porque algo que siempre había molestado a su marido era el saboteo y la burla cuando estaba hablando enserio, —Supongamos que todo lo que piensas es verdad...
—Es verdad —afirmó vehementemente.
Ella asintió, —está bien, es verdad, ¿qué importa eso? Si en el loco caso que todo fuera cierto, cosa que realmente dudo, yo no estoy interesada en otro hombre que no seas tú.
Gabriel la siguió hasta el baño, viéndola desnudar, algo realmente agradable para él y Nathalie lo sabía, —¿intentas distraerme?
La pelinegra lo mira fijamente, —no, claro que no.
Cada prenda fue a parar a la cesta de ropa sucia, —¿puedes prestarme atención?
La hermosa mujer ya estaba totalmente desnuda, zambulléndose en el agua caliente de la gran bañera, —te estoy prestando atención querido, pero también quiero darme un baño, estoy realmente agotada y sé que tú también, ¿no quieres unirte a mí?
—No.
Los ojos celeste de la mujer lo miraron fijamente, —está bien, como quieras Cabriel. Yo no tengo ningún problema, pero solo si tú también haces lo mismo con Elise.
Los ojos de Gabriel se abrieron, —¿todavía con lo mismo?
—Sí —dijo restregando su pierna derecha con la esponja, algo que Gabriel no tomó por desapercibido.
La garganta del hombre comenzó a secarse, —está bien, es un trato.
Una sonrisa triunfante apareció en el rostro de la pelinegra, la cual tenía su largo cabello  recogido, pero algunos mechones rebeldes se habían escapado, —¿puedes frotar mi espalda?
La tentación lo venció y terminó desnudándose, para luego acceder con la petición de la bella mujer, —eres una manipuladora.
La fuerte mano de su esposo frotó el rugoso material contra su espalda, —claro que no, es un trato justo.
—¿De verdad sientes celos por Elise?
Nathalie se encogió de hombres, —sí, ¿cómo no lo voy a estar? Si cada vez que está contigo intenta llevarte al lugar más solo y cercano para...
—Ya entendí y no tienes por qué preocuparte por eso, no te voy a dejar por una mujer más joven.
—No Gabriel, tú no entiendes... —se movió en el agua, quedando frente a su esposo—. Tú te atreves a engañarme y yo misma te castro.
Los ojos del grisáceo la miraron sorprendido, —¿estás hablando enserio?
—Muy enserio Gabriel Agreste. Yo no voy a soportar esa humillación de tú parte.
El tono de la pelinegra lo hizo cambiar su semblante, —¿piensas que te voy a ser infiel con una jovencita?
La azabache negó, —no se trata de Elise, se trata de cualquier mujer.
—No es necesario tener esta conversación.
—Claro que es necesario Gabriel, porque no quiero que cuando decidas que te cansaste de todo esto...
—¿Qué intentas decir? ¿Qué voy a cansarme de ti y buscaré una mujer que me satisfaga? No tengo necesidad de eso, porque el día que las cosas no funcionen entre nosotros y de verdad no haya cómo salvar lo nuestro voy a ser el primero que firme el divorcio —habló seriamente y Nathalie no se atrevió a interrumpirlo—. No necesito de aventuras fuera del matrimonio Nathalie.
—Juramelo.
Gabriel la miró confundido, —no entiendo.
—Jurame que si ya no quieres estar conmigo me lo vas a decir.
El rostro del platinado se relajó, viendo cada pequeño gesto de su esposa, —¿por qué dudas tanto Nath?
—Porque a veces creo que te darás cuenta que ya no quieres estar conmigo y me dejarás —dijo sinceramente.
El rostro del platinado se relajó, para colocar sus manos en las mejillas de la pelinegra, —mirame bien Nathalie Sancoeur, no te voy a dejar por otra mujer, eres realmente importante para mí y lamento no haberlo dicho en el pasado... —ambos pares de ojos se miraban con mucha atención—. Espero que ahora entiendas que no necesito estar con una modelo que puede ser hasta mi hija. Ahora mismo no puedo decirte con seguridad que te amo, pero sé que si no llegara a recuperar todos mis recuerdos me volvería a enamorar de ti. Ya lo estoy haciendo.
Las mejillas de la pelinegra se tiñeron de rojo, —siempre sabes que decir para convencerme Gabe.
—Es un talento natural —dijo intentando romper los ánimos tristes.
Las definidas cejas de la azabache se levantaron, —¿a sí?
—Sí —contestó colocando un casto beso en los labios de su esposa—. Pero hablo muy enserio.
El grisáceo la besó nuevamente, esta vez con más pasión, apretando el redondo trasero de su esposa, —nada más mirate, eres perfecta.

Redescubriendo Tú Amor (Gabenath)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora