Introducción

2K 156 5
                                    

Todo a su alrededor se había desvanecido. Por un momento, sus oídos dejaron de percibir cualquier tipo de sonido y su cuerpo no respondía a ninguna clase de movimiento. Toda su atención residía únicamente sobre el hombre de ojos de un rojo brillante que lo tenían más que atrapado.
La luz amarilla por detrás de él y su imponente figura a lo alto no hacían más que avivar la llama del poder que emanaba de él.

No podía negarlo, todo se veía tan armonioso; los colores, la figura, la iluminación, el momento y sentimiento. Todo se mezclaba tan perfectamente, como la pintura sobre la paleta tratando de encontrar el tono perfecto. Y sin duda alguna lo había encontrado. Sus ojos presenciaban una hermosura que nunca antes habían visto. De su boca no salían palabras, pues tampoco encontraba las adecuadas para describir tal obra de arte que tenía en frente. Decir que era la mejor quedaba muy a medias.

Era un paraíso, un éxtasis que le recorría hasta cada punta de sus dorados cabellos. Aquello era simplemente tan perfecto que juraba que no podría ser obra de este mundo. Sentía la necesidad de atesorarlo, ocultarlo, protegerlo. Algo tan bello no debería deambular como si de cualquiera se tratase.

Pero a pesar de tal admiración que le provocaba, su arrogancia y narcisismo no le permitirían darse al lujo de aceptarlo. No, no podía ser de esa manera. Nada ni nadie sería capaz de superar su arte.
Y como un remolino, su actitud cambió repentinamente. La envidia lo consumía, la furia, la frustración y el odio. ¡Es que no existía nada que pudiera superarlo! Su arte era el único perfecto, sus creaciones no tenían comparación, eso era lo único bello, lo único hermoso, lo único digno de admirar.

Siendo tan joven, la reflexión no era uno de sus atributos, pues siempre se había dado a conocer por su impulsividad, su difícil carácter y arrogancia. Movido por todo lo que ocurría dentro suyo, se negó rotundamente a aceptar lo que tenía en frente como arte, se negó rotundamente a ser vencido, se negó a caer nuevamente bajo el poderoso Genjutsu de Itachi Uchiha.

Desde ese momento, entrenaría lo suficiente hasta superar aquello que, en secreto, aún admiraba e idolatraba. Se impuso vencerlo, se impuso ser más fuerte. Prometió no dejarse llevar por esos magníficos ojos.

Pero Deidara pocas veces cumplía sus promesas.

Genjutsu || Itadei/SasodeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora