Capítulo 2: Intenciones

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—Uhg... S-Sasori— se quejó entre un gemido al sentir su cabello ser jalado con fuerza al mismo tiempo que el nombrado apretaba su miembro con los tubos provenientes de su abdomen, provocándole un placentero, pero agudo dolor.

Las manos del marionetista ahorcaron su cuello, deleitándose con las quejas del menor, seguidamente lo obligó a chupar sus dedos metiéndolos bruscamente en su boca.

—¿Seguirás sin decirme nada, Deidara?— amenazó susurrando en su oreja y reforzando el agarre de sus tubos en su entrepierna, provocando que éste se arqueara de golpe ante las fuertes acciones.

—N-No tengo nada que explicarte, hm—reprochó antes de morder los dedos en su boca hasta el punto en que sintió un metálico sabor abrazar su lengua.

El pelirrojo se quejó del dolor y frunció el ceño completamente enfurecido. Tomó nuevamente a Deidara del cabello con brusquedad azotándo su rostro contra el suelo, seguidamente, con su mano libre y ensangrentada tomó de las caderas al menor y las levantó obligándolo a arquear su espalda. Liberó el miembro húmedo y con sus tubos aprisionó las manos del rubio para mantenerlo quieto, claro que éstas no tardaron en tratar de liberarse mordiendo el material de dichos cilíndros, pero parecía imposible tener éxito.

–Lo repetiré solo una vez más... ¿Qué hacías con Itachi?– interrogó con voz firme, desconfiada e imponente. Al mismo tiempo fue posicionando su pene en la estrecha entrada sin preparar del menor. A pesar de estar algo dilatada, aún así, cualquier movimiento brusco podrían provocarle un terrible dolor, y esto Deidara lo sabía muy bien. Pero su orgullo jamás llegaría a ser manchado.

–Ya te lo he dicho... ahg...– volcó su rostro a un lado a modo de tratar de ver la figura de su superior, sintiendo el frío suelo contra su mejilla –Eso no es de tu incumbecia.

–Bien, tú te lo buscaste– sonrió maliciosamente antes de ejercer presión en la entrada.

–¡Ahh... Sasori-danna!– apretó los puños y contuvo ciertas lágrimas que exigían salir por el creciente dolor que se abría paso dentro de él.

–¡Cállate! ¡Tú mismo lo pediste!– exclamó levantando el rostro del menor sujetando con fuerza los dorados cabellos, ganando quejas de dolor como respuesta.

Entró finalmente de una sola estocada en la estrecha cavidad. Deidara soltó un fuerte grito y sus lágrimas no tardaron en correr por sus mejillas. La punzante y sufrible sensación atacó su cuerpo, era como si lo estuvieran partiendo en dos sin piedad. Trató como pudo moverse de un lado al otro para zafarse del mayor, pero era inútil, lo tenía completamente atrapado, además, el dolor en su entrada impedían que se moviera por completo, estaba como petrificado. Aunque apretara puños y dientes, simplemente no podía contra todo.

–¿Qué hacías con él?– habló el pelirrojo mientras penetraba su cavidad–¿Por qué estabas con él? ¿Acaso pensabas cambiarme por ese despreciable Uchiha? ¡Respóndeme!

Deidara soltó un grito ahogado. La posición le dificultaba hablar, con suerte y lograba soltar quejidos de dolor, pues como Sasori se mantenía jalándolo del cabello lo obligaba a arquear su cuello hacia atrás, era incómodo y doloroso. –Ahgg...– gimió– ¡Para! Uhg... ¡Déjame en paz, hm!

Una fuerte estocada fue suficiente para dejarlo sin habla.

–Maldito mocoso, sabes que ese tipo no me cae nada bien. No creas que no pasé por alto las miradas que se dedicaban— volvió a penetrar con fuerza— Te dije que eres mío, me perteneces, nadie más que yo tiene el derecho de verte como yo lo hago... menos ese estúpido Uchiha.

Deidara volteó su mirada hacia atrás para atrapar los ojos miel con los suyos, rozándo su mejilla contra el suelo y apretando los dientes para aguantar el dolor. –No sé d-de qué hablas– gimió– No me miraba de ningun... ah... ninguna manera.

Genjutsu || Itadei/SasodeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora