Capítulo 1: Miradas

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Cierto tiempo había pasado desde que Deidara se unió a Akatsuki. Poco le había costado adaptarse a tal grupo de criminales de muy bajo sentido del humor, pues a pesar de ser el más joven y ciertamente, de los más arrogantes y de carácter más impulsivo y algunas veces infantil, cada integrante había despertado cierto interés dentro de él. Sus distintas habilidades, emociones y figuras habían despertado su lado más artístico, pues la diversidad de cada uno brindaba un aire distinto a la organización. Se mezclaban como el óleo en el lienzo desnudo. Sencillamente fantástico.
"Pero ninguno se compara a mi arte" era lo que repetía el chico de cabellos dorados con sus tan característicos aires de narcisismo. Aunque muy en el fondo era un recordatorio de que, su competencia artística estaba muy cerca.
No se había olvidado de su primer encuentro con Itachi Uchiha, de hecho, siempre lo tenía presente en sus pensamientos. Aquel hombre de poderosos ojos y de habilidades tan ilusorias como si de un mismísimo cuadro abstracto se tratara, había penetrado en lo más profundo del ego de Deidara. Sin duda alguna, era un rival perfecto que anhelaba destruir. Porque nadie más que Deidara podía ser considerado verdadero arte.

¡Pero qué arrogancia! Cualquier integrante de Akatsuki no habría pasado por alto tal comportamiento, pero su habilidad, astucia e inteligencia eran innegables. Cada una de sus misiones eran realizadas con éxito, se había ganado el completo respeto por parte de cada uno. Aún así, solamente una persona había sido capaz, hasta ese momento, de mantener a Deidara al margen.

–Danna... hoy está más desesperado de lo usual, ¿no es así?—preguntó el de ojos océano con diversión en la voz.

—Maldito niño...— murmuró el pelirrojo ocultando su rostro contra los rubios cabellos del menor y apretando las muñecas contrarias que con fuerza tenía atrapadas entre sus manos.
Hace unos segundos lo había empujado contra la pared con brusquedad y ahora habían terminado de ese modo. Sasori se alzaba imponente frente al menor, olfateando el aroma que desprendía de este y conteniendo sus ganas de lastimarlo. Habían estado en una misión en la cual, como era habitual, Deidara había decidido hacer todo el trabajo sucio por su cuenta jugando con la poca paciencia del mayor.

—A ti te divierte, ¿verdad?—interrogó posando sus labios contra la piel del cuello contrario —Te lo he dicho millones de veces, odio que me hagan esperar.

—No puedo negarlo, Sasori-danna. Ciertamente podría hacerlo más rápido, pero perdería la gracia si lo hago, hm— respondió con una amplia y lasciva sonrisa.

Ante tal respuesta, Sasori mordió su cuello exaltándolo y deleitándose con el gemido que había salido del rubio. Lo estaba provocando, un comportamiento así no sería tomado a la ligera. Siguió jugando por aquella zona dejando besos y mordidas, marcando toda la piel que tenía disponible en ese momento. Acercó más su cuerpo al contrario comenzando una muy placentera fricción. —¿Acaso estás buscando agravar tu castigo? Responde— dijo esto último tomando bruscamente con una mano su rostro, apretándole las mejillas y provocándole cierto dolor.

El rubio volcó su cabeza hacia un lado soltándose con fuerza del reciente agarre y volvió su vista hacia los penetrantes ojos miel de su atacante. —Yo sólo estoy siendo sincero, Sasori-danna, hm— tras decir esto, acercó su rostro hacia el contrario y pasó su lengua por los labios del pelirrojo.

—Ahora sí no puedo contenerme más— advirtió el mayor.  Antes de que Deidara pudiera hacer algo para escapar, Sasori lo volteó con destreza, estampando el rostro del rubio contra la pared, quien soltó un quejido por el leve dolor que esto causó. Con una sola mano, sostuvo las del rubio apoyándolas contra su espalda y con su otra mano libre comenzó a bajar la tela del pantalón de éste. Sonrió con malicia una vez tuvo su trasero libre de cualquier prenda y bajó su propio pantalón, lo suficiente para poder sacar su propio miembro.

Genjutsu || Itadei/SasodeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora