Capítulo 11: REVELACIONES (Parte I)

175 14 13
                                    

Me sentía mareada y confundida, como si estuviera varada en lo más profundo de un oscuro océano, o perdida dentro de un laberinto, que no hace más que impedirme que encuentre una salida, sigo siendo una naufraga de mi propia historia, nadando entre desconcertantes pensamientos, y taciturnos recuerdos.

Entreabrí los ojos y los clavé en el cielorraso blanco de la habitación en donde me encontraba. Pose la mirada en un bello jarrón que albergaba unos fastuosos jazmines que embalsamaban la habitación con su delicioso aroma. Me incorporé y me levanté en la incómoda camilla, en la cual estaba postrada.

— ¿Te sientes mejor, jovencita? –preguntó amablemente una mujer, depositando una docena de frascos de antibióticos y plaquetas sobre uno de los gabinetes que permanecía abierto, mientras yo asentía con un lento movimiento de cabeza. —Espérame aquí. —dijo la enfermera y se dirigió hacia una mujer de corto cabello rubio y ojos rasgados, que se encontraba del otro lado de la habitación. Me levanté de la camilla, tomé unas plaquetas para el dolor de cabeza, las guarde en uno de los bolsillos delanteros de mis tejanos y salí de la enfermería.

Caminaba por los largos y extensos pasillos del instituto. Levante mi muñeca derecha comprobando que el hermoso brazalete dorado ya no se encontraba allí. Me encaminé hacia el gimnasio, necesitaba estar sola y tratar de aclarar mis pensamientos, que no hacían más que perturbarme, y ese era el lugar perfecto. Una vez dentro me acomodé en una de las primeras gradas, mientras los rayos del Astro Rey se infiltraban a través de las troneras del gimnasio, y un reconfortante silencio llenaba el ambiente.  Me perdí entre mis reflexiones, hasta que el chillido de una de las grandes puertas del gimnasio, me trajo a la realidad. Se trataba de Donovan y de los integrantes del equipo: The Blue Warriors, donde James ocupaba la posición más importante: pitcher. Giré sobre mi misma y me coloqué debajo de las gradas, procurando que nadie se dé cuenta de mí presencia, no quería tener que lidiar con una suspensión por saltearme clases.

Escuchaba las voces de los del equipo, hasta que Donovan hizo sonar su silbato. Me arrastré por el áspero suelo y traté de observar por una pequeña fisura en la parte baja de uno de las gradas.

—Los quiero a todos calentando quince minutos y luego iremos a la cancha externa para ponerlos aprueba. –señaló el entrenador, con su característica voz autoritaria. —Den lo mejor que puedan, porque solo escogeré a nueve de ustedes para titulares, y seis suplentes. –Todos asintieron, y Donovan hizo sonar su silbato.

La puerta lateral del gimnasio se abrió, dejando ver a James, quien se dirigía de forma decidida hacia el entrenador, que al percatarse de su presencia, lo observo por unas milésimas de segundos y luego volvió su mirada hacia los del equipo, quienes se encontraban dando vueltas alrededor de la cancha. Una vez que James llegó junto al entrenador, depositó su bolso sobre la banca y se cruzó de brazos, clavando su mirada en los muchachos aspirantes a formar parte del equipo.

— ¿No te había dicho que estabas suspendido, Fox? –preguntó Donovan, sin intercambiar miradas con James.

— ¿No puede reconsiderarlo? –cuestionó James, encogiéndose de hombros. Pero el entrenador negó con un movimiento de cabeza. — No puede impedir que juegue el campeonato, usted sabe que sin mí, su equipo no ganará el torneo. –espetó con vehemencia.

Donovan suspiró y dejó de lado la libreta que sostenía en su mano izquierda, depositándola sobre la banca.

—Esa actitud egocéntrica no te llevara a nada… –repuso el entrenador, clavando su mirada en James.  —El beisbol no es unipersonal, Fox. Tú formas parte de un todo, cada pieza es importante, cada jugador tiene algo que aportar… Tú eres excelente, pero ya es hora que te enteres que formas parte de un equipo, y sin ellos no podrás avanzar.

Almas Oscuras: ángeles y demonios [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora