sʟʏᴛʜᴇʀɪɴ ǫᴜᴇᴇɴ | Tom Riddle

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❛ᴄᴏsᴀ ʀᴀʀᴀ❜
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SIN clases y alumnos que todavía seguían fuera de la escuela, el castillo se encontraba vacío y aburrido. Mayormente eran pocas las personas que caminaban por los pasillos, todos se solían encontrar en la sala de sus respectivas casas. E incluso varios no tenían ganas de tan siquiera salir de sus habitaciones, como Gwendolen, que se sentía culpable por lo de Tom, -aunque tan siquiera sabía lo que le pasó-. Luego de ese inconveniente habían pasado dos días, cada vez faltaba menos para fin de año, aunque no era para nada emocionante; eso lo festejaban más los muggles, y a los magos, -o en mayor parte de los sangre pura-, les parecía patético festejar el fin de un año, y el comienzo de algo 'nuevo'... cuando para los de el mundo mágico era cada año lo mismo. Pero ese no era el punto. Gwen no había tenido contacto con el Riddle desde lo ocurrido y contenía una inquietud en hablarle a aquel para pedirle perdón y regañarlo, porque el no tuvo el porqué hacer eso... la Cassday estaba enojada, porque sabía como salir de ese caso; pero a la vez asustada, porque ahora alguien que le importaba, -aunque no lo demostraba-, se había metido en un asunto de ella.

Tom no tenía familia que pudiera sacarlo de hacer un Cruciatus, aunque lo haya hecho la pelirroja. En cambio ella si la tenía, además de que podía controlar todo a su manera... detestaba la idea de que otros hicieran lo que ella tuvo que hacer, se sentía harta por permitir que la gente manche sus manos por sus acciones. Y tenía miedo de como podía afectarle a los demás, llegó hasta el momento de llorar por esa situación que no la había dejado dormir... hasta le había contado a Abraxas, al cual le respondió unas horas después, explicándole sobre lo que le había dicho su tía, respondiendo varias cosas en la carta de el, y respecto el Riddle.

Con la intención de liberar su mente, la Cassday se cambió y salió de su habitación. Salió de las mazmorras, no sabía a donde se podía dirigir... y pensó en la cocina, podría preparar una comida que su madre le había enseñado de pequeña. Era Muggle, y se hacían llamar 'donas', repletas de chocolate y otros dulces... en el mundo mágico las tenían, pero solían ser de calabaza.

Al llegar miró el frío lugar, y se alarmó al sentir como una cosa pequeña se encontraba en la mesa. — ¡Oh, ama Gwen!

— Goofy, que sorpresa verte por aquí.

— Sí, ama Gwen, Goofy se aseguraba que nada malo le pasara. — Habló el elfo doméstico, frotando sus manos.

— ¿Acaso me espiabas? — Cuestionó la chica. — Goofy...

— ¡Fue a órdenes de su padre, ama Gwen! Goofy nunca quiso hacer eso.

— Vale, te perdonaré sólo si hacer una cosa por mí. .

— Goofy hará todo lo posible para que la ama Gwen lo perdone. — Aseguró, con completa honestidad.

— Tendrás que buscar todos los ingredientes para hacer donas muggles de chocolate.