Es tiempo de hablar

835 30 32
                                    

Marlenne McKinnon
Hoy era sábado y por ende era día de paseo en Hogsmeade, a comparación de otros fines de semana, en este no tenía ninguna cita planeada, por lo que creo que me la pasaría todo el día durmiendo o leyendo una de mis novelas románticas que me recomendó Lily; hablando de ella, hoy tenía una cita con el prefecto de Ravenclaw, ella sabe muy bien que le gusta James pero niega sus sentimientos, cree que saliendo con otro chico podrá cambiar lo que siente por Potter.

—¡Marlenne ayúdame! No se que ponerme para mi salida con Ryan—se quejó mi amiga pelirroja.
—¿No habíamos hablado sobre tu polera morada y tus jeans tiro alto?—le dije con redundancia.
—Es que no se, ¿y si no me veo bien?
—Tú te ves bien con todo, así que no veo el problema, ponte eso y apúrate para que te haga algún peinado bonito—le animé.
—Está bien, ya voy.

(...)

Ya había acompañado a Lily hasta la puerta del castillo, ahí ella esperaría hasta que Renson o Bryan o como se llame la pasara a buscar; me estaba dirigiendo a mi habitación cuando de repente, una niña pequeña, supongo que de primero o segundo año, se me acercó para darme un sobre.

—Hola, ¿e-eres Marlenne McKinnon, verdad?—me preguntó la niña.
—Si, soy yo, pequeña ¿qué sucede?— le respondí.
—M-me man-daron esta carta para ti.
—Gracias, disculpa pero ¿quién te la mandó?
—No te puedo decir—cuando dijo esto, sus mejillas se cubrieron de un delicado rubor.
—Bueno, gracias por la carta.

Me despedí de la niña y me fui a las bancas que estaban en la pequeña plaza de la escuela para poder sentarme y leer la carta tranquilamente.

Hola guapa,
necesito hablar contigo y urgentemente, te espero en el séptimo piso al frente del salón de Transformaciones, no me decepciones.
B!

Me quedé pensando en quien me pudo haber mandado esta carta, por un lado, tenía mucho miedo por si tal vez podría ser una trampa para algún plan malévolo pero también me mataba la curiosidad; en esta ocasión ganó la curiosidad y empecé a subir hacia el séptimo piso, en lo que subía, estaba pensando en quien pudo haberme citado; por un instante, pensé que podría ser el chico de hufflepuff con el cual me había besado la semana pasada, con esta duda, ya no me daban ganas de subir.

—¿Y si es otra persona?—pensé.

Antes de ir al lugar indicado, decidí pasar primero a mi habitación para abrigarme con un sweater encima de mi pijama.

(...)

Okey, ya estoy acercándome al salón de transformaciones y estoy muy nerviosa; me paré al frente de la puerta y de pronto, alguien me tapó los ojos.

—¡¿Qué carajos?!—exclamé asustada.
—Shhh, no te asustes princesa, me conoces muy bien—me susurró al oído, provocando en mí un escalofrío—déjate llevar.

Olí mejor y reconocí el aroma, me resultaba muy familiar al igual que la voz, me guiaba hacia atrás y con cuidado para que no me caiga; creo que entramos por una puerta, mi mente se esforzaba en recordar hasta que me lanzó un nombre.

Sirius Black

Me puse tensa al pensar en él, no podía creer que me hubiera citado pero creo que mi suposición era correcta; me quitaron las manos de mis ojos y observé el ambiente, era una sala muy grande y algo tenue, a un lado había un sofá con una pequeña mesa llena de comida, seguí con mi mirada y me percaté que Sirius seguía detrás mío.

—¿Porqué me citaste aquí? ¡No quiero ni necesito hablar contigo!—le dije enojada, sobretodo porque sabiendo que era él, me hubiera puesto algo más decente y no mi pijama, ¡ni siquiera me peiné ni maquillé! empecé a buscar una salida pero no había nada—¿dónde está la puerta?
—Es en vano que intentes salir—empezó a acercarse a mí—tal vez tú no quieras hablar pero yo sí y es importante, si te niegas, tenemos todo el día para esperar a que se te de la gana de hacerlo.
—No me puedes obligar Black, te lo vuelvo a decir: déjame salir de una maldita vez, tengo que hacer muchos trabajos—me intenté excusar mientras me alejaba lo más que podía.
—Se los puedes pedir a Evans después, ¿estarás dispuesta o no?— murmuró con una mirada fría y calculadora.
—¿No tendré otra opción?
—No, esta es la única.
—Está bien, acabemos esto de una vez—me resigné—empieza con lo que tengas que decir.
—Seré directo: ¿porqué dejaste  de hablarme de la noche a la mañana?
—No fue tan así como lo pintas, nunca hemos tenido una conversación fluida, solo cuando nos acostábamos o estábamos ebrios—le expliqué—si es eso lo que extrañas, pues tienes a muchas de tus zorras para que te complazcan, pero conmigo, ya no más.
—Te seré sincero y espero que esto no te confunda, la conexión que tuve contigo, no la consigo con ninguna de las demás, solo te pido que me digas tus motivos por los cuales te alejaste de mí, porque lo que recuerdo, es que tú en cierta parte me usabas cuando estábamos borrachos.
—Lo digo de una vez, porque esto me lastima—le dije con lágrimas en los ojos—por si no te diste cuenta, soy más que un par de piernas con falda y bragas, soy una persona que tiene sentimientos y emociones; el puto problema contigo, es que me llegué a encariñar y me ilusionaba como estúpida cada vez que teníamos sexo, manteniendo la tonta idea de que tal vez y solo tal vez, yo te podría llegar a gustar. Después de acostarnos, te ibas detrás de cualquier chica que tuviera tetas o trasero grande y me dejabas tirada hasta que se te pegara la maldita gana de volverme a hablar, me herías demasiado y consideré tomarme un tiempo ignorándote, es por eso que en las fiestas no bebía de más para luego no ir tras tuyo—terminé llorando a mares—no me vuelvas a buscar ni a hablar que el interés que te tenía se fue por un tubo.
—Espera, espera, ¿te gusto?
—¡Eres un idiota! ¿Si quiera sabes que las chicas tenemos sentimientos? Porque parece que no lo sabes.
—No llores más, aunque en un principio me costó, no me gusta verte triste—dijo esto y se lanzó encima mío con un abrazo, mi cara llegaba a la altura de su pecho y me sentía súper pequeña, intentaba soltarme pero Sirius forzaba más su agarre.
—En serio, no juegues conmigo, déjame olvidarte—le pedí.
—El problema es que no puedo y no quiero, no se que hiciste conmigo princesa—me agarró el rostro con delicadeza—sabes que no soy mucho de demostrar sentimientos y es más, no sentí con las demás lo que siento por ti.

¿Por qué Lily Evans?|Desde diferentes perspectivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora