10. La pesadilla

2.3K 199 12
                                    

AMELIA

He preferido no insistir a Luisita para que me lleve a mi casa, porque ya conozco un poco lo terca que es y al final se acabaría saliendo con la suya de todas formas. No he insistido mucho por eso y porque no quería que acabara el día con ella, la verdad.

- Entra tú a ducharte mientras yo preparo la mesa - me dice Luisita al llegar a su casa. - Hoy te tendrás que conformar con la comida que nos ha sobrado, pero prometo demostrarte mis dotes culinarios otro día. Además así tengo excusa para invitarte de nuevo.

- Menos mal que decidí llevar otra ropa por si me mojaba o algo durante la ruta.

- Pero no te preocupes, mujer. Yo te dejo ahora uno de mis pijamas.

Y eso hace. Cuando estoy en la ducha, me pregunta si puede pasar y me deja allí un pijama adorable. Es rosa, con gatitos y corazones. Ideal para una niña de 5 años. La verdad es que no hubiera sido el pijama elegido por mí para pasar la noche en casa de Luisita.

Ella, en cambio, cuando sale del baño lleva un pijama demasiado sexy como para que no me quede mirándola como una tonta. Será... Menos mal que decidió ducharse después de cenar, porque no podría haberme concentrado en esa empanadilla que había comido teniéndola así sentada a mi lado.

Hablamos sobre si ver una película o jugar a algún juego de mesa que tiene ella por su casa, pero estamos demasiado cansadas para cualquier plan que pensemos. Así que sólo nos sentamos en el sofá a charlar un rato.

- ¿Me das permiso para publicar nuestra foto en IG? - me pregunta.

- Claro. Te tengo tanto cariño que te dejo publicar ese careto y todo.

- Anda ya. No seas tonta. Ya verás como no dicen lo mismo tus seguidoras - me dice levantando las cejas.

- Exagerada.

- Pásate un día por Twitter. Están todas locas por ti. Y tampoco me extraña. Yo sería una de ellas si no fuera tu amiga, seguramente - bromea.

- Yo creo que sólo comentarán sobre Lurelia. Es que no sabes cuántos mensajes me llegan al día sobre eso.

- Me hago una idea. Créeme que algo me ha llegado también - comenta riendo.

Luisita cada vez está más recostada en el sofá porque la pobre no puede más con el cansancio. Al final acaba tumbada y con las piernas encima de mí. Yo automáticamente me he puesto tensa, pero intento disimular para que no lo note. No sé dónde poner mis manos y a qué sitio mirar. Ella sigue hablando de todo tan tranquila y yo sólo asiento con la cabeza de vez en cuando, sin saber muy bien si este gesto será adecuado para lo que esté diciendo en ese momento. Pongo la mano en su rodilla y la acaricio un poco y ahora es ella la que se tensa. Soy patética y ya la he liado. No sé cómo reaccionar, pero Luisita se levanta en ese momento.

- Bueno, tendremos que dormir ya, ¿no? Te voy a cambiar las sábanas de mi cama en un momento.

- ¿Y dónde vas a dormir tú? - le pregunto nerviosa.

- Aquí, en el sofá - me responde extrañada.

No paro de hacer el ridículo esta noche. Está claro que no fue una buena decisión pasar la noche aquí.

- No, no. Ni hablar. En el sofá duermo yo. Sólo faltaría que te robara tu cama. He aceptado la invitación, pero ni se te ocurra pensar que voy a aceptar eso. Ni de coña, vamos.

Estoy nerviosa. Mucho. Y ella lo está notando porque se empieza a reír bien fuerte.

- Vale, Amelia, vale. Entendido - dice yendo para su habitación pero sin parar de burlarse de mí.

KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora